Desolación y belleza

Jesús Mauleón, poeta y cura
17 feb 2015 - 22:37

Lejos de toda arrogancia, al contrario, en la más alta admiración a los poetas que cito, reparo en lo azaroso de sus destinos. Con frecuencia los grandes artistas no han sido los seres más felices ni han conocido una vida o un final dichoso. Baste esta mínima indicación al ofrecer un poema que se explica por sí solo.

NO SE CAMBIA POR BÉCQUER

Si el poeta os dijera: “No me cambio por Bécquer”,

iba a sonar a necia desmesura.

De Juan Ramón Jiménez no quisiera

pisar su sombra, ni como paraguas

tomar errada su melancolía,

ni calarse su mente, azotado sombrero

de soledad y furia tornadiza.

A gritos pediría que nadie le forzara

a cargar con los hombros de Machado,

oh don Antonio

desaliñado y triste, barbotando francés

ante alumnos lejanos

y tallándose en mármol

la lengua de su vida y de su muerte.

Y perdón, Federico, tú que hablabas la luz y blandías

el brillo de la espada imprevisible,

tú mismo casi un niño y ya vestido de luces:

no quisiera ser tú

ni tragarse tu noche ni abrazarse a tu muerte.

El poeta prefiere machacar bien su senda,

no tropezarse nunca

con “la desolación de la quimera”

o “la separación y la distancia” de Cernuda

o los días “sin tierra y sin gente” de quien voló “sujeto

al viento del olvido”.

¿Para tocar la gloria

hay que enterrar los pies en la desdicha?

Tenedlo por cobarde, pero el poeta ha dicho:

“No me cambio por Bécquer”.

(Obra poética, p. 511).

También te puede interesar

Lo último

stats