"Un joven no es solo un joven" La familia como sujeto eclesial

"Existen familias que, aún hoy, se denominan cristianas, pero no saben hacer presentes en sus relaciones y en su vida cotidiana aquellos 'compañeros de viaje' del cristiano"
"La transmisión de la fe no preocupa ni interesa a la mayoría de los padres actuales. Pero no podemos obviar que la fe se transmite en la familia; la relación con Dios se aprende, ante todo, a través de los padres"
"La familia es un sistema de relaciones muy estrechas e inevitables, y mientras sigamos evangelizando a las personas como individuos, seguiremos haciendo un trabajo parcial y limitado"
"La familia es un sistema de relaciones muy estrechas e inevitables, y mientras sigamos evangelizando a las personas como individuos, seguiremos haciendo un trabajo parcial y limitado"
Estimadas y estimados. «La familia es un sujeto eclesial que necesita ser reevangelizado». Son palabras de la Dra. Gabriella Gambino, laica, madre de cinco hijos, doctora en Bioética y Subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida de la Santa Sede (Ecclesia, febrero 2025). Y añadía: «La mirada de la Iglesia y de los pastores sobre la familia debe cambiar».
La familia es un sistema de relaciones muy estrechas e inevitables, y mientras sigamos evangelizando a las personas como individuos, sin tener en cuenta que son sujetos familiares con vínculos antropológicos muy fuertes, seguiremos haciendo un trabajo parcial y limitado. Un joven no es solo un joven que hay que etiquetar e implicar en la pastoral juvenil. Es un chico o una chica que crece en una familia, y que viviría con mayor equilibrio si pudiera compartir con su familia lo que la parroquia o la comunidad eclesial le transmite, y que desearía ver a sus padres unidos y en paz.
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Existen familias que, aún hoy, se denominan cristianas, pero no saben hacer presentes en sus relaciones y en su vida cotidiana aquellos «compañeros de viaje» del cristiano, como decía el Papa Francisco, es decir, la oración diaria, los sacramentos, el ayuno y la caridad. Muchos niños y niñas que hoy todavía acceden a la Primera Comunión, viven en familias donde los padres no están casados, donde nunca se reza, ni se asiste a Misa los domingos. Son estos mismos padres quienes consideran excesivo el tiempo de catequesis propuesto por la parroquia y buscan el mínimo exigido para desvincularse del proyecto cristiano. La transmisión de la fe no preocupa ni interesa a la mayoría de los padres actuales. En cambio, en las familias donde la fe es un factor educativo central, incluso el testimonio de los propios padres puede ser decisivo en la transmisión de la fe a los hijos.
No podemos obviar que la fe se transmite en la familia; la relación con Dios se aprende, ante todo, a través de los padres. Si tantas familias viven como si Dios no existiera, sin sacramentos, sin saber transmitir los fundamentos de la fe y de una vida vivida con Cristo, ¿cómo podrán sus hijos saber que son llamados por Dios a una vocación? ¿Cómo podrán desear la gracia del sacramento del matrimonio si no han tenido ante sus ojos la experiencia de un matrimonio cristiano? Ni siquiera sabrán que esa gracia existe, ni comprenderán la diferencia entre una simple convivencia y el compartir un proyecto de amor familiar construido sobre la roca de un sacramento. Lo mismo sucede con otros valores humanos y cristianos.
Urge, por tanto, que todo proyecto evangelizador, de primer anuncio, de catecumenado, de catequesis…, cuente con apoyar y acompañar a la familia en sus múltiples y variadas situaciones.
