"La la Santa Faz la descubrimos en los enfermos y en los fallecidos de coronavius" Faz Divina, misericordia

Faz Divina, misericordia
Faz Divina, misericordia

"Nos recuerdan que el rostro de Jesús se encuentra hoy en tantas y tantas personas que llevan en su cuerpo las marcas de la pasión y de la muerte del Señor"

"Rostros de los que viven en la calle, sin casa y sin amor, rostros de los que han de soportar la prepotencia de los poderosos, rostros de los que pasan hambre y han de buscar un trozo de pan en los contenedores de basura"

"El rostro sufriente de Jesús está presente en los hospitales, en las residencias de ancianos, en las calles y en las plazas de nuestros pueblos y ciudades"

Hoy jueves de la segunda semana de Pascua, la romería de los cristianos valencianos al monasterio de la Santa Faz de Alacant nos recordaría la misericordia de Dios, manifestada en el rostro de Jesús. Un año más, hoy los peregrinos harían este camino desde Alacant al monasterio de la Santa Faz. Y un año más, hoy esta romería nos recordaría la necesidad que todos tenemos de “la misericordia de Dios”, tal y como los padres conciliares del Vaticano II promulgaron en la Constitución Dogmática Lumen gentium, (LG 40). Pero este año (como el año pasado), la tradicional romería a la Santa Faz no podrá realizarse debido al coronavirus.

Cuando los cristianos valencianos, desde Alacant, caminan a la Santa Faz, nos recuerdan que el rostro de Jesús se encuentra hoy en tantas y tantas personas que llevan en su cuerpo las marcas de la pasión y de la muerte del Señor. Rostros de hombres y de mujeres que se encuentran sin trabajo, rostros heridos por la discriminación racial, rostros de mujeres maltratadas o de niños que han sufrido abusos sexuales, rostros de inmigrantes y de desahuciados sin techo, de refugiados rechazados y maltratados por Europa, rostros de ancianos que viven solos, sin cariño ni afecto, rostros de enfermos psíquicos y físicos, rostros de jóvenes que han de dejar el país porque aquí no encuentran trabajo.

Santa Faz

Rostros de los que viven en la calle, sin casa y sin amor, rostros de los que han de soportar la prepotencia de los poderosos, rostros de los que pasan hambre y han de buscar un trozo de pan en los contenedores de basura, rostros de los que nunca han sido queridos, rostros de los enfermos dependientes y de sus familias que, en vez de encontrar comprensión y ayuda, son arrinconados y despreciados, rostros de los enfermos de sida, de alzhéimer, de párkinson, que no encuentran apoyo ni comprensión, rostros de los que sufren los horrores de la guerra, rostros de los cristianos que en pleno siglo XXI son mártires de la fe.

Y este año, la Santa Faz la descubrimos en los enfermos de coronavius, en los que han fallecido debido a esta pandemia y en el estamento sanitario que, trabajando abnegadamente, atienden (como lo hizo Jesús) a los enfermos de Covid-19.

En la romería de la Santa Faz descubrimos, de nuevo, que el rostro sufriente de Jesús está presente en los hospitales, en las residencias de ancianos, en las calles y en las plazas de nuestros pueblos y ciudades. La Santa Faz de Jesús lleva en su rostro la miseria, las lágrimas y el dolor de todos los que se encuentran abandonados, heridos o despreciados.

Jesús en su pasión y muerte, lleva a los crucificados de nuestro mundo. Por eso, es en la cruz de los torturados y de los crucificados o azotados de tantas maneras, donde descubrimos la mirada del Dios sufriente, que muriendo ha vencido la muerte. Como ha dicho el P. Abad Josep Mª Soler, Jesús, “de la aspereza de la cruz ha hecho un nuevo árbol de vida que nos ayuda a afrontar y a transformar nuestras cruces y la misma muerte”. Por eso buscamos al Señor, “porque con el aliento de sus labios nos comunica el Espíritu Santo donador de vida, y de su costado abierto en brolla la gracia de los sacramentos y la vitalidad fecunda de la Iglesia”.

Santa Faz

La romería a la Santa Faz, aunque este año no podrá realizarse debido a la pandemia, hace que nazcan en nosotros sentimientos de amor y de solidaridad con los más desvalidos, ya que es en ellos que descubrimos el rostro del Señor, rico en misericordia: “A Jesús crucificado/ contemplemos con amor,/ pésanos haber pecado,/ misericordia, Señor”, como cantan unos Gozos.

La tradición nos cuenta el origen de la Santa Faz venerada por los cristianos alicantinos. Y es que cuando los musulmanes invadieron Palestina, los cristianos se llevaron las reliquias de la Pasión del Señor a Chipre. De allí, pasando por Constantinopla llegaron a Roma, donde la Santa Faz fue depositada en el oratorio del papa. Cuando una epidemia azotó Venecia, este santo icono fue llevado a esta ciudad y el cardenal que se la quedó la dio a mossèn Pere Mena, sacerdote de Sant Joan d’Alacant, que la llevó a su pueblo el 1488 o el 1489. Desde entonces la Santa Faz ha sido venerada por los cristianos alicantinos, sobre todo, y con mayor fervor a partir de la sequía que el 1489 devastó la comarca de Alacant.

Este santo icono derramó una lágrima mientras la gente que lo vio imploraba: “Faz divina, misericordia”. Aquella lágrima que salió del ojo derecho de la Santa Faz continúa derramándose, debido a que el sufrimiento de Jesús se perpetúa hoy en todos los que sufren y en todos los que lloran. Por eso mismo, es en el rostro de los más necesitados que podemos descubrir la faz del Señor: En las manos heridas, en los corazones sufrientes, en los rostros cansados y desfigurados, en las miradas tristes: “Vuestra cara ennegrecida/ y amargada vuestra boca/ fueron por la chusma loca/ con vinagre, hiel y saliva;/ pero nuestra iniquidad os da/ más gran tristeza todavía”.

Santa Faz
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Por eso todos los cristianos estamos llamados a enjugar las lágrimas de los que lloran, a ayudar a los que ya no pueden más, a acompañar a los que están solos, tristes o abatidos, a no dejar nunca abandonados a aquellos que sufren. Porque en todos ellos vemos la faz del Señor. Y en todos ellos, además, podemos hacer la experiencia de la misericordia de Dios: “Digamos todos con gran dolor/ a Jesús crucificado:/ misericordia, Señor/ perdona nuestro pecado”.

Como ha dicho el papa Francisco, “La Iglesia ha de ser el lugar de la misericordia”. Por eso en esta romería de la Santa Faz, que este año haremos desde casa, sin peregrinar físicamente, todos habríamos de decir con San Agustín: “No he buscado en ti ningún premio sino tu Faz”, y así, anhelar como Santa Teresa del Niño Jesús: “Tu faz es mi única patria”.

Como dijo también el papa Francisco cuando dio a conocer la bula con la que convocaba el Jubileo de la Misericordia, “Tenemos la necesidad de contemplar el misterio de la misericordia, que es fuente de alegría, de serenidad, de paz”. Y es que la misericordia “es la biga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”, como dijo el papa.

El Año Santo de la Misericordia, en conmemoración del 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, (pero también hoy, confinados en casa) fue una buena ocasión para acoger en nuestra vida la misericordia de Dios, y para saber transmitirla a los más desvalidos y necesitados. Solo con esa actitud descubriremos la faz de Jesús en el rostro de nuestros hermanos, como los cristianos valencianos descubrimos también en este santo icono, la ternura y la misericordia de Dios.

Santa Faz

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