Solo la resaca de la Noche de Fin de Año ha dejado miles de positivos Post festum, pestum

Festival en Barcelona el pasado verano.
Festival en Barcelona el pasado verano.

El mes de enero suma más contagios que octubre, noviembre y diciembre juntos, hasta el punto que algunos hospitales han habilitado camas Covid-19 en el gimnasio, ante la saturación existente. Además, diversos centros de salud han habido de anular citas por falta de recursos

Ante la situación actual, nos iría muy bien recordar las palabras que San Pablo dirigió a los efesios: “Mirad atentamente como os habéis de comportar, no seáis imprudentes sino gente sensata”

Si los antivacunas tienen derecho a no vacunar-se, los que nos hemos vacunado también tenemos el derecho a no ser contagiados. Se trata de responsabilidad y de buscar el bien común

En este tiempo de covid-19, después de casi dos años de pandemia, si no actuamos con responsabilidad y con sentido común, queda demostrado que después de la fiesta viene la peste, la resaca. Y como siempre tropezamos con la misma piedra, el papa Francisco se ha mostrado muy crítico con la gestión de la pandemia, hasta el punto de decir que “dos años después estamos perpetrando nuevas injusticias y desigualdades”.  

La sexta ola del virus se ha disparado en los jóvenes de veintitantos años y en los sanitarios. Y es que solo  la resaca de la Noche de Fin de Año ha dejado miles de positivos y otros tantos miles de casos activos, con un claro repunte de fallecidos. Y es que la primera semana del 2022, ha dejado contagios en numerosos municipios, de tal manera que “el 75% de los pueblos valencianos iniciaron el año con contagios” (Levante, 9 de enero de 2022). Por eso, el mes de enero suma más contagios que octubre, noviembre y diciembre juntos, hasta el punto que algunos hospitales han habilitado camas Covid-19 en el gimnasio, ante la saturación existente. Además, diversos centros de salud han habido de anular citas por falta de recursos. 

Desde marzo de 2020, cuando comenzó la pandemia, han sido miles las personas que han muerto y aún muchas más las que se han contagiado de la covid y, afortunadamente, han podido superar la enfermedad. Pero continuamos sin aprender nada de nada. Continuamos tropezando con la misma piedra. Y es que si hubiésemos aprendido alguna cosa de este maldito virus (con todas sus variantes), no subirían los contagios y las muertes per covid-19 como están subiendo en esta sexta ola. Por eso ante la situación actual, nos iría muy bien recordar las palabras que San Pablo dirigió a los efesios: “Mirad atentamente como os habéis de comportar, no seáis imprudentes sino gente sensata” (Ef 5:15).

Los hospitalizados con coronavirus se duplican en Canarias este mes

Digo esto por las irresponsables fiestas, cenas de empresa, de Navidad y de Nochevieja, con la consiguiente propagación del virus de la covid-19 en este tiempo de pandemia.  

Es evidente que a pesar que una persona tome las medidas sanitarias recomendadas, aún podemos contagiarnos en el trabajo, en la iglesia, en el supermercado o llevando a los niños a la escuela. De hecho, las medidas aconsejadas de manos limpias, distancia física y mascarilla, y sobre todo las dosis de la vacuna, no garantizan al cien por cien que no podamos contagiar y a la vez contagiarnos de este virus. Pero cuando no se tienen en cuenta estas medidas, como las cenas de Navidad y de Año Nuevo o el grupo de jóvenes de mi pueblo que hicieron un viaje a Granada y han vuelto todos ellos positivos de covid-19, los contagios no son debidos a la mala suerte sino a la estupidez y a la irresponsabilidad de los que se saltan les medidas sanitarias. Lo peor es que los que se han contagiado, también ponen en peligro otras personas. Por eso, los que actúan sin sentido común, habrían de tener muy presente la Carta de San Santiago: “¿Quién es sabio y entendido? Que lo demuestre con su buena conducta” (St 3:13)  

El colapso de los hospitales (y de las Ucis) son debidas, en buena parte, a estas personas que no saben comportarse con madurez, ni respetar ni proteger (o les es igual), la salud de los demás. 

La libertad de los antivacunas

Otro punto preocupante en esta pandemia es la actitud de los antivacunas. ¿Tienen derecho a no vacunar-se? Sí. Pero los que nos hemos vacunado también tenemos el derecho a no ser contagiados. Se trata de responsabilidad y de buscar el bien común. Cabe recordar que si ahora hacemos una vida casi normal, es gracias a las vacunas y por tanto, al porcentaje elevado de los que nos hemos vacunado. Porque si los que nos hemos vacunado no lo hubiésemos hecho (como los que no se han querido vacunar), la situación que viviríamos sería catastrófica, muy diferente de la actual, con miles y miles de fallecidos, la ciudadanía confinada y los hospitales totalmente colapsados. Por eso, los no vacunados pueden hacer vida prácticamente normal, gracias a los que nos hemos vacunado.  

Los antivacunas defienden su libertad, pero se olvidan que viven en una sociedad que tiene unas normas y unas reglas. ¿O no tenemos prohibido circular por la autopista a más de 120 quilómetros? En su “libertad” pueden ir a más de 120 per hora, sí, pero si les pilla la policía, ya sabemos la multa que les caerá. ¿No estamos obligados a llevar el cinturón de seguridad y a no utilizar el móvil mientras conducimos? ¿No estamos obligados a no superar un índice de alcohol para poder conducir? Por nuestro bien y por el bien de los demás. O defendiendo su libertad ¿alguien en las autopistas se atrevería a conducir por la izquierda? Y así tantas normas como hay.

Coronavirus en América Latina: desmontando argumentos de los antivacunas |  Las noticias y análisis más importantes en América Latina | DW | 13.10.2021

Yo respeto la libertad de los antivacunas, pero solo en el caso que vivan ellos solos en una isla, apartados de los que nos hemos vacunado. Porque cabe recordar que la libertad que proclaman para no vacunarse, atenta contra el derecho de los vacunados a no ser contagiados. Seguramente si Sanidad dijese a los antivacunas que habrán de pagar su ingreso en el hospital (en caso de contagiarse) las cosas cambiarían. La prueba la tenemos en la gente que no quería vacunarse y al final lo ha hecho, para poder tener el certificado de vacunación y así poder entrar a bares, restaurantes y gimnasios.

Por eso he encontrado muy sensato que los obispos de las diócesis italianas de Teano-Calvi y de Salerno, hayan decidido que los sacerdotes que no se hayan vacunado, no podrán dar la comunión (Religión digital, 9 de enero de 2022), para de esta manera proteger la salud de los que comulgan. Por el contrario, el vodevil nefasto del tenista Novak Djokovic y su rabieta, nos muestra que los privilegiados no se pueden saltar las normas, precisamente porque sean famosos.  

Inversión en sanidad y seguir las recomendaciónes

Finalmente, hace falta que las administraciones inviertan más en Sanidad (evitando los recortes en este sector) y faciliten la gratuidad de los PCR, para que los ciudadanos no hayan de pagar de sus bolsillos el precio de esta prueba. E insisto: que el sistema sanitario sea más consistente, ya que como estamos viendo, salva vidas. 

Además de valorar el trabajo incansable (y ejemplar) de médicos, enfermeras, investigadores y farmacéuticos, hace falta que todos seamos rresponsables para seguir las recomendaciones de Sanidad. En caso contrario, como hemos visto en las fiestas de Navidad y de Año Nuevo (tanto del 2020 como del 2021), “post festum, pestum”.  

Argumentos adecuados ante los antivacunas y los 'histerésicos' |  @diariofarma

Primero, Religión Digital

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