Íñigo de Loyola, el apóstol de Roma De caballero a peregrino

Ignacio de Loyola
Ignacio de Loyola

"Fundador de la Compañía de Jesús, Íñigo de Loyola, que nació en 1491, fue canonizado el 12 de marzo de 1622, hoy hace 400 años"

"De formación caballeresca y cortesana, su peripecia vital, de soldado a peregrino, fue intensa. Inmovilizado por una herida de guerra, comenzó a leer vidas de santos y la vida de Cristo, que despertó en él, el deseo de imitar las proezas de aquellos héroes"

"Peregrinó a Tierra Santa, pasando antes por Montserrat y Manresa, donde vivió en cueva, cuidó de los enfermos y escribió meditaciones que más tarde darían lugar a los Ejercicios Espirituales"

"Estudió en Barcelona y en las Universidades de Alcalá y de Salamanca. En Roma, predicaba, impartía ejercicios espirituales y conferencias, enseñaba el catecismo y fundaba diversos patronatos para acoger enfermos o pobres"

"Murió en Roma el 31 de julio de 1556 y hoy la Compañía de Jesús, con miles de jesuitas, está presente en la enseñanza, la acción social y la ayuda a los más pobres, a los refugiados y a los enfermos"

Fundador de la Compañía de Jesús, Íñigo de Loyola, que nació en 1491, fue canonizado el 12 de marzo de 1622, hoy hace 400 años. Fue ésta la primera canonización múltiple que tuvo lugar en Roma, donde la Iglesia puso a San Ignacio como ejemplo de vida en el seguimiento de Jesús, juntamente con Santa Teresa de Jesús, San Felipe Neri, San Francisco Javier y San Isidro Labrador.

Con una formación caballeresca y cortesana, Ignacio, valeroso y magnánimo, se aficionó a las novelas de caballería como Amadís y también las poesías del Cancionero.

Como soldado, Ignacio luchó contra los comuneros de Castilla y contra los franceses en la defensa del castillo de Pamplona. Y fue en este sitio, que el 20 de mayo de 1521, Ignacio cayó herido. El soldado y cortesano, durante la convalecencia, como que no encontró para leer libros de caballería que tanto le gustaban, comenzó a leer vidas de santos y la vida de Cristo, que despertó en él, el deseo de imitar las proezas de aquellos héroes. Por eso tomó la determinación de no servir más a un rey temporal, sino que se propuso ponerse al servicio del rey eterno y universal que es Cristo.

Con este objetivo, a principios de 1522, Íñigo salió de Loyola con el propósito de hacer una peregrinación a Tierra Santa. Cuando Íñigo pasó por Montserrat, donde hizo una noche de oración y de vela ante la imagen de Santa María, la noche del 24 al 25 de marzo de 1522, y gracias a su relación con el P. Chenón, Íñigo hizo una confesión general. Del P. Chenon, el joven vasco, que dejó su espada de caballero a los pies de la imagen de la Virgen de Montserrat, recibió una serie de instrucciones y de consejos espirituales.

Por eso en Montserrat, Íñigo cambió su vestido de caballero por la ropa de un pobre y dejando el monasterio se fue a Manresa, aunque según el monje de Montserrat, el historiador P. Anselm Albareda, Ignacio antes de ir a Manresa se quedó unas semanas en alguna cueva de Montserrat. Después de este tiempo en la montaña, se fue a Manresa donde, en una cueva, vivió dedicado a la oración y a la penitencia, atendiendo también a los enfermos de los hospitales de la ciudad. En esta cueva donde vivía, Íñigo comenzó a escribir unas meditaciones, que más tarde darían lugar a los Ejercicios Espirituales, “el código más sabio y universal de la dirección espiritual de almas”, como dijo el papa Pío XI.

Cueva
Cueva

El 2021, en el inicio del Año Ignaciano, el papa Francisco nos exhortaba a vivir este año, que acabará el próximo 31 de julio, “como una experiencia de conversión”, como la que vivió Ignacio, que pasó de soldado a peregrino. El papa nos recordaba también que “en Pamplona, hace 500 años, todos los sueños mundanos de Ignacio, en un momento, se hicieron añicos”. Porque “la bala de cañón que lo hirió cambió el curso de su vida”. Aquella bala significó el fracaso de Ignacio “en los sueños que él tenía para su vida. Pero Dios tenía un sueño más grande para él”. Y es que, como decía el papa, “las cosas aparentemente pequeñas, pueden ser importantes”.

Después de su paso por Montserrat y por Manresa, Ignacio se desplazó a Barcelona, y se embarcó con destino a Roma y de allí pasó a Venecia y a Tierra Santa.

Sabiendo la necesidad de los estudios para la vida apostólica, Ignacio estudió en Barcelona y en las Universidades de Alcalá y de Salamanca. En 1528 obtuvo el grado de maestro en la Universidad de París, y con sus primeros compañeros hizo el voto de apostolado, el 15 de agosto de 1534. Ignacio y los primeros jesuitas, se pusieron a disposición del papa para evangelizar el mundo. Fue el papa Pablo III que, en 1540 aprobó la Compañía.

Montserrat
Montserrat

Ignacio en Roma, predicaba, impartía ejercicios espirituales y conferencias, enseñaba el catecismo y fundaba diversos patronatos para acoger enfermos o pobres. Por todo ello se le conocía como el apóstol de Roma. En 1551 Ignacio fundó el Colegio Romano, que con el tiempo se convertiría en la actual Universidad Gregoriana, un centro académico de gran importancia y prestigio en la formación eclesiástica.

Ignacio murió en Roma el 31 de julio de 1556 y hoy la Compañía de Jesús, con miles de jesuitas, está presente en la enseñanza, la acción social y la ayuda a los más pobres, a los refugiados y a los enfermos.

Hoy que hace 400 años que Ignacio fue canonizado (por su cambio de soldado a peregrino) y en este V centenario de su paso por Montserrat y de su llegada a Manresa, hemos de dar gracias a Dios por el ejemplo de este santo, que fue propuesto como modelo en el camino de la fe para todos los cristianos.

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