"La muerte de los subsaharianos en Melilla, es un ataque a la dignidad de esas personas fallecidas" "Sois carne de nuestra carne"

Cumbre de la OTAN
Cumbre de la OTAN

La muerte, hace unos días, de decenas de subsaharianos en la valla de Melilla, clama al cielo ya que el gobierno de España y el de Marruecos han pisoteado los derechos humanos y la dignidad de estas personas fallecidas

De la sangre de los inmigrantes más pobres. Y mientras el gobierno Sánchez hace de anfitrión en la cumbre de la OTAN, olvidando la defensa de las personas más débiles

El drama de los miles de refugiados que huyen de la guerra de Ucrania, de Síria o del Líbano y la tragedia de los que huyen del hambre y del miedo, está provocando un gran sufrimiento en estas personas, que forzosamente han de dejar sus países de origen, en busca de un lugar seguro para poder vivir en paz. En medio de esta tragedia, el dolor de estos refugiados que buscan una vida digna, aumenta aún más, por el hecho que son miles los niños que han “desaparecido” en Europa (algunos hablan de 10000 pequeños), víctimas de aquellos que sin entrañas utilizan, para conseguir sus objetivos, medios sofisticados propios de organizaciones de tráfico de personas.

La muerte, hace unos días, de decenas de subsaharianos en la valla de Melilla, clama al cielo ya que el gobierno de España y el de Marruecos han pisoteado los derechos humanos y la dignidad de estas personas fallecidas.

Según diversas informaciones, muchos de estos niños “desaparecidos” pueden haber caído en manos de mafias criminales de explotación sexual y de esclavitud. Por eso el éxodo provocado por la huida de los refugiados, nos urge a acoger con solicitud a estos hermanos nuestros, que no huyen de sus casas por gusto, sino por necesidad.

En medio del drama de los refugiados y de los desplazados, y gracias a un informe de Intermon-Oxfam, hemos sabido que, en 2016, el Gobierno de España solo dedicó una tercera parte del dinero que se comprometió a destinar para paliar este drama humano.

Menores extranjeros en España
Menores extranjeros en España

Cuando aquellos que podrían poner remedio a una situación trágica no lo hacen, siempre es interesante recordar como la solidaridad y la fraternidad de los cristianos más pobres, ha hecho mucho más que la indiferencia de los poderosos. Un de estos movimientos de solidaridad tuvo lugar a principios de los años ochenta, cuando hubo el episodio de los refugiados guatemaltecos que entraron en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, de donde era obispo Samuel Ruiz. Las comunidades indígenas acogieron con solicitud y con fraternidad a aquellas personas que huían de la guerra. Y cuando los refugiados llegaron a la ciudad mejicana de Amparo Aguatinta, en medio de un diluvio, extenuados y con miedo, y pidieron ser acogidos, se presentaron así: “Hermanos, estamos cansados, os pedimos que nos acojáis. Ya sabéis que tenemos problemas en nuestro país”.

Los ciudadanos de Amparo Aguatinta, en la región de Chiapas, como cristianos y discípulos de Jesús de Nazaret, respondieron desde la solidaridad y desde el amor al prójimo: “Hermanos: conocemos los sufrimientos de vuestro país, y sabemos hasta que punto habéis estado afectados por ellos. Sois carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre, sois nuestros hermanos. Mientras tengamos un trozo de tortilla para compartir o un sorbo de café para ofrecer, estaréis aquí en vuestra casa. No tengáis miedo”. De esta manera, aquellos refugiados se quedaron en Amparo Aguatinta diez años. De igual modo, otras comunidades indígenas también actuaron acogiendo como hermanos, los refugiados que atravesaban la frontera.

Los cristianos, como ha dicho el papa, no podemos caer en la “globalización de la indiferencia”, sino que hemos de saber compartir los sueños de la gente más vulnerable, de los excluidos y de todos los que sufren. Recientemente, el papa Francisco ha urgido a los gobiernos europeos a “hacer autocrítica sobre la su actuación al Oriente Medio”. Como nos ha dicho Francisco, “Si Europa no es capaz de ayudar económicamente a los países de donde proceden los refugiados, entonces ha de plantearse como afrontará este desafío”.

Foro Amparo Aguatinta

En este éxodo de tantos miles de personas, hace falta que los gobiernos de Europa, desde la solidaridad y la cooperación, aprendan de los cristianos de Amparo Aguatinta, que reconocieron que los refugiados guatemaltecos eran “carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre”. Y es que a veces, los que tienen menos son los que más saben compartir. Eso demuestra, como ha dicho el papa Francisco, que no sirve de nada la riqueza en los bolsillos, si hay pobreza en el corazón Y mientras tanto, las muertes de aquellos que huyen de la guerra y del hambre, ahogados en el Mediterráneo, recaerá sobre nuestras conciencias aburguesadas, indiferentes al sufrimiento de los más débiles. Y aunque no queramos, habremos de oír: ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4:9) Y también: “No oprimirás ni vejarás al extranjero, ya que también fuisteis extranjeros en el país de Egipto” (Ex 22:20).

¿Por qué se acogen con solicitud los refugiados ucranianos que huyen de la guerra y se rechazan los subsaharianos, pisoteando los derechos humanos, que intentan huir del hambre y de la pobreza? ¿Es que hay personas de primera y personas de segunda?

¿Por qué se acogen con solicitud los refugiados ucranianos que huyen de la guerra y se rechazan los subsaharianos, pisoteando los derechos humanos, que intentan huir del hambre y de la pobreza? ¿Es que hay personas de primera y personas de segunda?

El gobierno de Marruecos y el de España, y en particular el ministro del Interior, habría de escuchar las palabras del papa Francisco, cuando le preguntaron en el avión en el que regresaba del viaje a Méjico, en relación a la política antiinmigración del entonces precandidato Donald Trump. Francisco dijo que en el Evangelio no se encuentran muros y por eso los que construyen muros en vez de puentes, no son cristianos”.

La muerte de los subsaharianos en Melilla, es un ataque a la dignidad de esas personas fallecidas, que han sido pisoteadas por los gobiernos de Madrid y de Rabat.   

Cumbre de la OTAN

Por otra parte, resulta indecente que en rueda de prensa, el 27 de junio, la ministra Isabel Rodríguez impidiera a la ministra Irene Montero que contestara a las preguntas de los periodistas sobre la tragedia de Melilla. Pero aún resulta más indecente el silencio de la ministra Irene Montero, cediendo a la prohibición de la ministra Rodríguez, no respondiendo a las preguntas de los periodistas ante el asesinato de los inmigrantes subsaharianos. Y pensar que la ministra Irene Montero era, con Podemos, la que venía a hacer política contra la “casta”.

Desgraciadamente, solo la Iglesia, con los religiosos y sobre todo con el arzobispo Santiago Agrelo, ha mostrado su condena por los hechos denigrantes contra los inmigrantes y por la violación de los derechos humanos que han sufrido estas personas, que solo querían una vida más digna. Por eso, con toda la razón del mundo, el arzobispo Agrelo ha dicho que “los gobiernos de España y Marruecos tienen las manos manchadas de sangre”. De la sangre de los inmigrantes más pobres. Y mientras el gobierno Sánchez hace de anfitrión en la cumbre de la OTAN, olvidando la defensa de las personas más débiles.   

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