"Tomemos conciencia y luchemos día tras día por el desarme" La industria bélica, el negocio de la muerte

Forgrama "El gran dictador"
Forgrama "El gran dictador"

"Estos días a la hora del almuerzo, a los monjes y a los huéspedes (que pasan unos días con nosotros), nos acompaña la lectura del libro de Arcadi Oliveres, 'Paraules d’Arcadi'"

"En este libro, Arcadi Oliveres nos recuerda la cifra de gasto militar en España durante 2020 (en plena pandemia): alrededor de 20.000 millones de euros"

"En mayo de 2015, en una conversación con unos jóvenes, el papa Francisco afirmó que el comercio de armas es una 'industria de la muerte'. En septiembre de 2021, el papa denunció de nuevo la carrera armamentística"

"Como nos dice este pensador, recientemente fallecido, en el libro que estamos leyendo a la hora del almuerzo, 'no es una utopía aspirar a una sociedad sin guerras'"

En los monasterios los monjes y los huéspedes hacemos las comidas en silencio, mientras escuchamos la lectura de un libro. Así lo pide San Benito en el capítulo 38 de su Regla: “En la mesa de los hermanos nunca debe faltar la lectura” (RB 38:1). San Benito pide que en el refectorio reine “un silencio absoluto, de modo que no se perciba rumor alguno ni otra voz que no sea la del lector” (RB 38:5).

Estos días a la hora del almuerzo, a los monjes y a los huéspedes (que pasan unos días con nosotros), nos acompaña la lectura del libro de Arcadi Oliveres, “Paraules d’Arcadi”. Con unas reflexiones muy interesantes sobre la economía, la deuda externa o la objeción fiscal, en el capítulo dedicado al pacifismo, la guerra y la industria bélica, Arcadi Oliveres dice: “apostar por el pacifismo es apostar por una manera de vivir no-violenta”, ya que “la violencia no arregla nada”.

En este libro, Arcadi Oliveres recuerda la Marató que cada año (cuando se acerca la Navidad) organiza TV3 y que año tras año recoge de los ciudadanos donaciones que oscilan entre 10 y 15 millones de euros.

Concretamente en la Marató de 2020 se recaudaron 13,8 millones de euros (Vilaweb, 12 de junio de 2021). De esta manera descubrimos (y aún más en este tiempo de crisis económica), una solidaridad ciudadana que realmente hace milagros.

Con la Marató de trasfondo, Oliveres nos recuerda en su libro, que “mientras Cataluña se moviliza de cara a la investigación científica, aquel mismo día (pero todos los días del año también), el ejército español gasta 56 millones de euros...para no hacer nada de utilidad a la población”.

Repito: 56 millones de euros gastados cada día por el ejército español, mientras muchas familias sin recursos, como dice Arcadi Oliveres no pueden llegar a final de mes, con desahucios día sí día también. Y mientras tanto el gasto en defensa es escandaloso.

Como dice Arcadi Oliveres en este libro, según el Centro Delàs, durante el 2020 el gasto militar del estado español fue de cerca de 20.000 millones de euros. Oliveres también nos informa en su libro de un caso escandaloso: 30 personajes, entre congresistas y senadores de los EEUU, adscritos a la Comisión de Defensa, defendían que el gasto militar era más necesario que nunca. Pero se ha sabido qu estos “personajes”, identificados con nombres y apellidos, estaban vinculados a alguna empresa de carácter militar. Por eso estos congresistas y senadores recibían un segundo sueldo de parte de las empresas de armamento.

En mayo de 2015, en una conversación con unos jóvenes, el papa Francisco afirmó que el comercio de armas es una “industria de la muerte”. El papa se preguntaba “porque tanta gente poderosa no quiere la paz”. Y el papa respondía: “Porque vive de las guerras”. El papa Francisco añadía aún que algunas personas hacen dinero produciendo y vendiendo armas y por eso “esta es la razón por la cual tanta gente no quiere la paz”, ya que, como decía el papa, “ganan más dinero con la guerra”.

Unos años después, en septiembre de 2020, con motivo del Día Internacional para la eliminación de las armas nucleares, el papa denunció de nuevo la carrera armamentística.

En medio de una crisis económica, social y sanitaria, cuando muchas familias han de pedir ayuda a Cáritas o a los bancos de alimentos para poder sobrevivir, cuando el personal médico y de enfermería pide a gritos, con toda la razón del mundo, más recursos económicos para hacer frente a la situación sanitaria que estamos viviendo con esta pandemia, son más que inmorales las partidas destinadas a armamento. Hace falta invertir el dinero del gasto bélico a educación, sanidad y servicios sociales, para de esta manera rescatar a las familias que viven en la precariedad. Porque la gente no come tanques, submarinos, balas o metralletas.

En la lucha contra la industria bélica, hemos de comprometernos, como dice el protagonista de la película de Chaplin, “El gran dictador”, a acabar con la “codicia que ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado a la miseria y a las matanzas”. El barbero de esta película denuncia un hecho que también está viviendo nuestro mundo con la alocada carrera armamentística: “Hemos progresado muy de prisa pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos”, ya que “el maquinismo que crea abundancia, nos deja en la necesidad”.

Como dice esta película, “más que máquinas necesitamos humanidad, más que inteligencia, tener bondad y dulzura”, porque “sin esas cualidades, la vida será violenta, se perderá todo”. Solo con la paz y el fin de la industria de la muerte (como la ha calificado el papa), haremos posible lo que el protagonista de la película “El gran dictador” decía: “Luchemos por un mundo nuevo, libre y noble que garantice a los hombres, trabajo, a los jóvenes, futuro, a los ancianos, seguridad. Luchemos por el mundo de la razón, un mundo donde la ciencia y el progreso nos conduzcan a la felicidad”.

El discurso del barbero, que es un alegato a la paz, acaba así: “Al alma del hombre se le han dado alas y finalmente está comenzando a volar. Está volando hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza, hacia el futuro, un glorioso futuro que nos pertenece a todos”.

Hace falta, como pide Arcadi Oliveres en su libro, que tomemos conciencia y que luchemos día tras día por el desarme y para poner fin al horror de la industria bélica, responsable de la matanza de tantos inocentes. Hace falta el compromiso de todos para conseguir la paz en nuestro mundo. Como nos dice este pensador, recientemente fallecido, en el libro que estamos leyendo a la hora del almuerzo, “no es una utopía aspirar a una sociedad sin guerras”.

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