El sacerdote valenciano falleció el 2 de agosto a los 92 años En memoria de Josep Antoni Comes, primer director de la emblemática revista 'Saó'

En memoria de Josep Antoni Comes, primer director de la emblemática revista 'Saó'
En memoria de Josep Antoni Comes, primer director de la emblemática revista 'Saó'

"Cada número de Saó es como un milagro, ya que esta publicación continúa adelante,a pesar de las dificultades y los contratiempos, haciendo 'saó', por una Iglesia Valencianade verdad. Y ese milagro fue posible gracias a Josep Antoni Comes"

"Todavía hoy, Saó es vista por la jerarquía con suspicacias y estoy seguro que ninguno de los obispos valencianos (a excepción del de Tortosa), estará subscrito a esta revista. Una publicación que, como decía Josep Antoni Comes, 'si no existiese, la habríamos de inventa'r”

El pasado 2 de agosto nos dejó a los 92 años, el sacerdote y periodista valenciano, JosepAntoni Comes. En julio del año pasado, la revista valenciana Saó cumplía 45 años de vida, todo un récord, o mejor dicho, casi un milagro para una publicación en valenciano. Y ese milagro era debido a Josep Antoni Comes, nacido en la localidad valenciana de Pedreguer en 1930 y fundador de esta publicación.
Saó, la revista decana de las publicaciones en valenciano, salió por primera vez en julio
de 1976 (ahora hace 46 años) en plena Transición, cuando aún no hacía ni un año de la
muerte del dictador. De hecho, como recuerda Josep Antoni Comes, primer director deSaó, el 21 de noviembre de 1975, se reunía el primer equipo de redacción en el convento de los dominicos de València, para preparar la salida de la revista.

Fue Josep Mª Soriano quien se desplazó a Madrid (Comes entonces era director de la revista Iglesia Viva y secretario de redacción de Pastoral Misionera), para convencerlo de fundar una revista de Iglesia en valenciano, o catalán, en la ciudad de València.
En una entrevista del actual director de Saó, Vicent Boscà a Josep Antoni Comes (Saó,
nº 417, julio-agosto, 2016), el creador y fundador de la revista decía: “Me pareció una
buena idea. Habíamos de buscar gente para comenzar el proyecto; él (Josep Mª
Soriano) buscó a algunas personas y yo a otras”.

De esta manera, el 21 de noviembre de 1975 (con Franco aún de cuerpo presente), se   reunió en el convento de los dominicos de València (en la calle Cirilo Amorós), el primer equipo de redacción de la futura revista. Comes decía en aquell entrevista: “No fue una fecha pensada por el simbolismo, pero coincidió. En aquella reunión planteamos qué hacer y cómo”, desde buscar máquinas de escribir, a un local y una imprenta para imprimir la revista.

El proyecto, como reconocía Josep Antoni Comes en aquella entrevista de 2016, era editar “una revista cristiana basada en el Evangelio, pero que hablara de todo, no del interior de la Iglesia, sino que abordara temas culturales y sociales”. Por lo que se refiere al nombre de la revista, “fue una cosa que también discutimos. Se propuso “Solc” y “Saó” y ganó Saó, porque cuando tuviésemos “saó”, podríamos de sembrar y recoger los frutos”.

Josep Antoni Comes
Josep Antoni Comes


Recordando cuando en julio de 1976 salió el primer número de Saó, mossèn Josep
Antoni Comes decía: “fue una gran satisfacción, porque había costado mucho”. En cuanto a la reacción de los obispos valencianos ante la aparición de Saó, Comes decía: “No se enteraron. Enviamos el primer número al obispo Jesús Pla y me dijo que no estaba mal, pero que había una cosa que no le gustaba, y que si seguíamos por ese camino, iríamos mal”. Lo que no le gustó al obispo Jesús Pla fue “una pequeña noticia sobre un joven que fue expulsado del Seminario”.

Y es que los obispos esperaban una publicación que sirviese de incensario para sus actuaciones, mientras que Saó era una revista independiente que no se arrodillaba delante de la jerarquía. Por eso (aún ahora), “no hay ninguna relación” con los obispos, según decía Comes en esta entrevista. “No han hecho nada para tenerla, porque les parecía una locura de tres curitas. Nunca me han dicho nada: ni para felicitarme, ni para regañarme. Y yo muy contento. Hacíamos nuestro trabajo y no necesitábamos el aval de la jerarquía para hacer una cosa que queríamos hacer”.

Y es que el valencianismo y el cristianismo militante y crítico, molestaba a los obispos valencianos. Por eso, todavía hoy, Saó es vista por la jerarquía con suspicacias y estoy seguro que ninguno de los obispos valencianos (a excepción del de Tortosa), estará subscrito a esta revista. Una publicación que, como decía Josep Antoni Comes, “si no existiese, la habríamos de inventar”.
Con una periodicidad mensual, Saó fundada e impulsada por Comes y por sectores
progresistas de la Iglesia Valenciana, es una revista firmemente comprometida con el valencianismo cultural, la normalización lingüística y social de la lengua, y las premisas
renovadoras del Concilio Vaticano II, basadas en el diálogo de la Iglesia con la cultura,
la política y la sociedad.
En medio de un desierto periodístico, editar en 1976 una revista, y además, en la lenguade San Vicent Ferrer y de la beata Pepa Girbés, era una auténtica proeza. Pero con la valentía de sus iniciadores, y de una manera especial de sus directores, Saó se convirtió en una publicación de información general, de análisis y de reflexión, especializada en temática valenciana.

Revista de Iglesia, no eclesiástica


Saó nunca no ha pretendido ser una revista eclesiástica, sino solo una publicación que
trata temas de Iglesia y del País Valenciano, sin caer nunca en el clericalismo. Ya el 5
de mayo de 1976 (dos meses antes de su salida) como nos recuerda Vicent Cremades en
su libro, “L’Església en la Transició”, los promotores de Saó subrayaron que esta
publicación “no era una revista eclesiástica, sino que iba a dedicarse a reflejar unaamplia información de los grupos vinculados a la Iglesia, así como de las libertades y la defensa de los derechos del hombre”.
Fue el presbítero valenciano Josep Antoni Comes quien primero dirigió Saó, seguido de
otros directores que tomaron el relevo, como Emili Marín y Vicent Cardona, también
sacerdotes, como Comes, hasta que en la actualidad (y desde hace unos años) la dirigeel laico Vicent Boscà.
El Consejo de Redacción de esta revista la integran personas tan valiosas como los
exdirectores, Vicent Cardona y Josep Antoni Comes además de Vicent Josep Escartí,
Carles Fenollosa, Antoni Ferrer, Teresa Guerrero, Enric Juan Redal, Irene Monclús,
Francesc T. Martínez, Òscar Pérez, Alfred Ramos, Rafael Roca, Joan Lluís Sanxis i Presen Sena.
Entre los numerosos colaboradores de la revista están los catedráticos de la Universidad de València Ramon Lapiedra, Antoni Ferrando o Albert G. Hauf, y también el sacerdote Joaquim Garcia Roca, Manuel Rodríguez-Castelló, Avel·lí Flors, Teresa Ciges, Daniel Climent, Vicent Àlvarez, Adolf Beltran, Alfons Cervera, Josep Franco, Jesús Huguet, Emili Piera. También colaboraron en Saó amigos ya desaparecidos como los escritores Joan Fuster o Manuel Sanchis Guarner y Cristòfol Aguado o Vicent Ventura. Y también monjes de Montserrat como los PP Miquel Estradé, Lluis Duch, Ignasi Fossas o el autor de este artículo.

En papel y digital


En la actualidad, además de poder encontrar la revista en papel, también se puede
consultar a través de la red. Saó también ha publicado diversos libros relacionados conla Iglesia y el País Valenciano, así como cuadernos de catequesis. Una revista como Saó, que habría de tener el apoyo y el reconocimiento de los obispos del País Valenciano, desgraciadamente solo se mantiene con la aportación de sus
subscriptores y la propaganda que incluye. Todavía más: desde la Iglesia “oficial” o
jerárquica, como he dicho antes, Saó es vista con suspicacias como una publicación
“sospechosa” por su compromiso con la lengua de San Vicent Ferrer y con la cultura y
la lengua del País Valenciano.
Cabe recordar que el arzobispado de València cuenta con un semanario llamado
“Paraula”, que a pesar de su nombre en valenciano, está escrito íntegramente en
castellano y el obispado de Oriola-Alacant tiene otro llamado “Noticias Diocesanas”,
unas publicaciones que marginan totalmente la lengua de San Vicent Ferrer i de la beataPepa Girbés.
Me gustaría equivocarme, pero, como he dicho antes, no creo que esta revista tenga
como subscriptores a los obispos del País Valenciano. Como tampoco creo que llegue alos Seminarios valencianos. Ni creo que Saó sea una revista que la mayoría de
sacerdotes lean y recomienden.

Josep Antoni Comes con su hermana Clementina, en Pedreguer
Josep Antoni Comes con su hermana Clementina, en Pedreguer

Como ha escrito el amigo Vicent Cremades en el libro mencionado antes, “esta
publicación supuso una nueva respuesta a los planteamientos pastorales de la Iglesia”.
Y es que gracias a sus promotores “la revista ha mantenido con firmeza, planteamientos
valencianistas y progresistas, pero siempre teniendo como punto de mira un
cristianismo inspirado en los principios renovadores del Concilio Vaticano II”.
La revista Saó ha pasado momentos críticos debido a su situación económica, ya que no
recibe ninguna ayuda ni tiene ningún apoyo por parte de los obispos valencianos. Por
eso cada número de Saó es como un milagro, ya que esta publicación continúa adelante, a pesar de las dificultades y los contratiempos, haciendo saó, por una Iglesia Valenciana de verdad.

Dos pilares


En la entrevista mencionada anteriormente, Josep Antoni Comes, el primer director de
Saó, dijo: “Me gustaría que Saó mantenga los dos pilares de cristianismo y
valencianismo”, como sigue defendiendo esta revista.
Creo que de cara al 9 d’Octubre, Día Nacional del País Valenciano, la Generalitat habría
de conceder a Saó (y a los directores que ha tenido), el máximo galardón que otorga el
gobierno valenciano: el Alta Distinció de la Generalitat, para de este modo honrar a una revista que en sus 46 años de vida (y sin el apoyo de la jerarquía valenciana) sigue en pie, saliendo cada mes para informar de la situación de la Iglesia Valenciana.
Todos los que llevan ahora esta revista (y los que la han llevado desde su creación), han
estado 46 años haciendo “saó”. Por eso, en el fallecimiento de Josep Antoni Comes,
hace falta felicitar y reivindicar a esta revista tan nuestra y tan querida, deseándole
muchos años más de vida.

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