"Jesús puso primero a las personas, a diferencia de los bancos y de los gobiernos que no atienden la salud de los ciudadanos" "Nuestros pastores, tan celosos defendiendo siempre la moral sexual, se olvidan de denunciar la privatización de la sanidad"

Panorámica de la manifestación contra la privatización de la sanidad en Madrid
Panorámica de la manifestación contra la privatización de la sanidad en Madrid

"En Madrid, pero no solo en Madrid, (ya que las protestas están generalizadas), los sanitarios se han revuelto contra la política del gobierno autonómico, con centros de salud sin médico y por lo tanto, desatendidos sanitariamente, además de la sobrecarga de pacientes que tienen cada facultativo"

"Como dice el profesor Castillo, no podemos seguir así con esta crisis sanitaria. Y los obispos, con valentía, habrían de levantar su voz para denunciar el desmantelamiento de la sanidad"

"s una vergüenza que el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, haya defendido la Sanidad Digital, seguro que él no se visitaría digitalmente, sino que pediría una visita presencial. Y es también vergonzoso que, mientras aplaudíamos a los sanitarios durante la pandemia, ahora se esté dejando de lado a los magníficos médicos y enfermeros que tenemos"

“Crisis sanitaria y religiosa: así no podemos seguir”Éste es el título del excelente artículo de José Mª Castillo (Religión Digital, 11 de noviembre  de 2022). El profesor Castillo, con toda la razón del mundo, ponía sobre la mesa el problema sanitario que estamos viviendo, con escasez de médicos y de enfermeras, con un horario exagerado e inhumano de los profesionales de la salud y con unos emolumentos más bajos que los que cobran los políticos. Y eso que el trabajo de los sanitarios es mucho (pero mucho) más importante que el de los políticos, porque ellos salvan vidas y los segundos, (aunque no todos) a menudo nos la complican e incluso se ríen de nosotros.

José Mª Castillo también hacia referencia a la Iglesia que, en la situación sanitaria que vivimos, no es capaz de denunciar las privatizaciones y los artilugios de algunos políticos que no solo no favorecen la atención sanitaria, como se merecen, los ciudadanos, sino que incluso hacen negocio con la sanidad. Son los horarios abusivos que han de sufrir médicos y enfermeras, la atención de las urgencias por video-llamadas, las listas de espera (de meses), las video-consultas, la reducción de profesionales de la salud, las deficiencias o incluso el desmantelamiento de las urgencias rurales y sobre todo la menor inversión en Sanidad, hace que la ciudadanía no tenga una atención sanitaria más humana, de calidad y más eficiente. Solo un dato: en el Hospital General de València los pacientes están en urgencias cuatro días, (sí. No me he equivocado: cuatro días) a la espera de tener una cama en planta (Levante, 12 de  noviembre de 2022).

En Madrid, pero no solo en Madrid, (ya que las protestas están generalizadas), los sanitarios se han revuelto contra la política del gobierno autonómico, con centros de salud sin médico y por lo tanto, desatendidos sanitariamente, además de la sobrecarga de pacientes que tienen cada facultativo. Como dice el profesor Castillo, no podemos seguir así con esta crisis sanitaria. Y los obispos, con valentía, habrían de levantar su voz para denunciar el desmantelamiento de la sanidad.

Pero también es importante la crisis económica que estamos sufriendo. Y no me refiero a la crisis de los bancos, sino a la crisis que sufren los ciudadanos que confían su dinero a los buitres de las entidades financieras. Lo digo con conocimiento de causa, ya que unas personas conocidas, se han visto estafadas (sí, estafadas) por un banco conocido y sin escrúpulos.

Marc Verdaguer (Diari de Girona, 23 de octubre de 2022) daba unos datos escalofriantes y vergonzosos: “El Banco de Santander ha ganado 7316 millones de euros en los primeros nueve meses de este año. Eso es un 25% más que en el mismo periodo de 2021, unas cifras nunca vistas en la entidad que preside Ana Botín”.

Unas personas que conozco y que contrataron en este banco un producto, han tenido que pagar unas comisiones de 900 euros, este verano, y de 600 el pasado mes de octubre. Por eso no me extraña que con esas comisiones, el Santander ganara “7316 millones de euros en los primeros nueve meses de este año”. Lo indecente y vergonzoso de estas comisiones (una verdadera tomadura de pelo y una injusticia) es que cuando estas amigas mías contrataron el producto, el banco no les avisó que habrían de pagar esas elevadas comisiones.

La codicia y la avaricia de los bancos es tal, que exprimen como sanguijuelas a sus clientes, olvidando (vergonzosamente), que hace unos años los bancos fueron rescatados con dinero público, con miles de millones de todos los ciudadanos. Y ahora estos mismos bancos, indecentemente, no son capaces de ayudar a los que ayudaron al rescate de estas entidades financieras. Por eso la actitud de los bancos es vergonzosa y del todo inmoral.

Creo que nuestros pastores, tan celosos defendiendo siempre la moral sexual, frecuentemente (aunque no todos), se olvidan de denunciar las injusticias sociales y de una manera particular la inmoralidad de los bancos y a los gobiernos que privatizan la sanidad con el objetivo de hacer negocio, despreciando el dolor de la gente. Y es que en vez de defender a los ciudadanos que tienen el derecho a una sanidad universal y de calidad y de defender también a los clientes de unos bancos que los asfixian con mentiras y medias verdades, nuestros pastores se olvidan de denunciar esas indecencias.

Jesús habló siempre con libertad y desde la libertad. Y siempre puso primero a las personas, sobretodo a las más necesitadas, como eran los enfermos. Por delante del templo y del culto (como podemos ver en la parábola del Buen Samaritano), Jesús puso primero a las personas, a diferencia de los bancos, que son unas sanguijuelas y de los gobiernos que no atienden la salud de los ciudadanos.

La codicia inmoral de los bancos y la avaricia vergonzosa de algunos políticos, claman al cielo, ante la indefensión de la gente más vulnerable y el sufrimiento de tantas familias que se sienten estafadas por entidades financieras y por gobiernos que no ponen por delante a las personas y el derecho a una sanidad universal.

Como decía el profesor Castillo, el problema no son los médicos ni los enfermeros, por otra parte, magníficos y heroicos. El problema está en algunos políticos que gestionan la sanidad y que privilegian sus bolsillos, además de otros aspectos, del todo superfluos, mucho menos necesarios que el derecho a la atención sanitaria. El problema económico que sufren muchos ciudadanos en esta crisis, está también en unas entidades financieras sin alma ni sensibilidad, ni sentimientos, que se aprovechan, como buitres, de los más necesitados.

La desvergüenza de los bancos es antológica, ya que estas entidades financieras hacen negocio con el dinero que los ciudadanos ingresan en ellas. Por que ¿qué pasaría si todos los ciudadanos retiraran su dinero de los bancos? Estos no podrían hacer negocio con un dinero que es prestado. Y aún así, sabiendo los bancos que trabajan (y ganan pingües beneficios) con el dinero de sus clientes, asfixian a estos a base de comisiones abusivas i vergonzosas.

Es una vergüenza que el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, haya defendido la Sanidad Digital, seguro que él no se visitaría digitalmente, sino que pediría una visita presencial. Y es también vergonzoso que, mientras aplaudíamos a los sanitarios durante la pandemia, ahora se esté dejando de lado a los magníficos médicos y enfermeros que tenemos.

La salvaje crisis económica, que se ceba siempre con los más débiles, ha de ser denunciada por la Iglesia. Y la inhumana crisis sanitaria que maltrata a médicos, enfermeros y pacientes, ha de ser también denunciada por nuestros pastores

Jesús denunció la avaricia y la codicia de aquellos que acumulaban dinero y siempre estuvo al lado de los enfermos, acogiéndolos, curándolos y atendiendo sus necesidades. Por eso los obispos, los sacerdotes y los religiosos, habrían de apoyar las reivindicaciones de los sanitarios y denunciar, con valentía, a aquellos bancos que, sin piedad, se aprovechan de los más necesitados.

La salvaje crisis económica, que se ceba siempre con los más débiles, ha de ser denunciada por la Iglesia. Y la inhumana crisis sanitaria que maltrata a médicos, enfermeros y pacientes, ha de ser también denunciada por nuestros pastores.

La Iglesia, para ser fiel a Jesús, habría de estar siempre al lado de los más desfavorecidos, recordando a los poderosos y a los prepotentes, que el Dios de Jesús no es el Dios de los opresores sino que es el Dios de los oprimidos. Y con ellos, con los oprimidos, ha de estar siempre la Iglesia. A favor de ellos y con ellos, siempre defendiéndoles, para convertirse en la voz de los que no tiene voz.

Como si estuviese pensando en los buitres de los bancos que asfixian a sus clientes más desfavorecidos y en los políticos que maltratan la sanidad, el papa Francisco decía este domingo: “No os dejéis seducir por los cantos de sirena del populismo que instrumentaliza las necesidades del pueblo” (Religión Digital, 13 de noviembre de 2022).

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