Enriquecerse sin miramiento "Si tuviesen moral, no habría crisis"

Ortifus
Ortifus

"Es el texto que el extraordinario Ortifus ponía en su dibujo, el 19 de octubre, ante la afirmación del presidente del gobierno español sobre la obligación de las empresas y de los bancos, ante la crisis que ahoga a tantas y tantas familias: 'Tienen el deber moral de ayudar'"

"Y es que si las entidades financieras supiesen qué es la moral y qué es la ética, (y además tuviesen memoria) no habría crisis"

"Los bancos habrían de recordar que hace unos años, muchas de estas entidades financieras (que continúan ahogando a sus clientes), fueron rescatadas con dinero público"

"Solo un dato: el Banco Santander ha ganado 7316 millones de euros en los primeros nueve meses de este año, que es un 25% más que el mismo periodo del 2021, unas cifras nunca vistas en la entidad que preside Ana Botín"

Este es el texto que el extraordinario Ortifus ponía en su dibujo, el miércoles 19 de octubre en el periódico valenciano Levante-EMV. En la viñeta, este gran dibujante ponía una pareja, donde el hombre le decía a la mujer las palabras del título de mi artículo, ante la afirmación del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, sobre la obligación de las empresas y de los bancos, ante la crisis que ahoga a tantas y tantas familias: “Tienen el deber moral de ayudar”.

Y es que si las entidades financieras supiesen qué es la moral y qué es la ética, (y además tuviesen memoria) no habría crisis.

Los bancos habrían de recordar que hace unos años, muchas de estas entidades financieras (que continúan ahogando a sus clientes), fueron rescatadas con dinero público, es decir, con el dinero de todos. Por eso los bancos quedan bien retratados con aquella expresión popular que los define muy bien: “Te dan un paraguas cuando hace sol y te lo quitan cuando llueve”.

Como algunos lo habrán podido comprobar, cuando queremos invertir dinero en una de estas entidades, todo son sonrisas y amabilidad, te prometen el oro y el moro, ventajas y te ponen la alfombra en los pies. Pero en las inversiones que hacen los clientes, los riesgos los asumen dolo ellos, los clientes. Los bancos se quedan siempre resguardados al lado del precipicio, donde caen únicamente los que han confiado su dinero, en bonos o fondos de inversión, en los bancos. Y cuando los clientes caen por el precipicio, porque los bancos no han sido honestos asesorándolos éticamente, las entidades financieras se lavan las manos y solo saben decir que ha habido mala suerte. Pero la mala suerte solo la tienen los clientes. Y es que los bancos siempre miran las operaciones financieras desde la barrera y por eso no caen por el precipicio, donde sí que dejan caer a los que han puesto su dinero en sus entidades, aconsejados por los buitres financieros. Es verdad que también hay personas honestas en los bancos. De hecho, mi mejor amigo ha sido durante muchos años director de una entidad financiera y sido siempre una persona honesta, que nunca no se aprovechó de los que no entendían en economía.

Pero en general, los términos “moral” o “ética” no tienen nada que ver con las entidades financieras. Siempre he recordado, por lo que respecta a los buitres financieros, el Evangelio donde aquella viuda pedía al juez que le hiciese justicia ante su adversario (Lc 18:2). En el juez de la parábola (como en los bancos), vemos la soberbia y la despreocupación de aquel hombre que habría de administrar la ley, i que en vez de hacer justicia, como era su obligación, ignoraba a la pobra viuda. Es verdad que en el Evangelio el juez acaba por hacer justicia a la mujer (cosa que no hacen los bancos), ante insistencia. Y es que aquel juez de la parábola y las entidades financieras, borrachas de soberbia y de prepotencia, dejan a los pies de los caballos a los pobres inversores que se creen los engaños de los que, con argucias y medias verdades, se aprovechan de la poca formación financiera de aquellos que les confían su dinero.

Además del Evangelio de la viuda, también el libro del Eclesiástico, (llamado, de Jesús, hijo de Sira) nos pone el contrapunto a la actitud de los bancos, cuando dice: “El Señor hace justicia, no tiene en cuenta el prestigio de los hombres, no se deja influenciar por nadie en perjuicio de los pobres, escucha la oración de los oprimidos, no se hace el sordo al grito de los huérfanos, ni a la súplica insistente de las viudas” (Ecli 35:12 y ss). Y aún, el salmo 33 nos muestra la solicitud de Dios por los desvalidos (lo contrario de lo que hacen los bancos), cuando el salmo nos dice: “Los ojos del Señor velan por los justos, escucha cuando gritan auxilio. Así que gritan, el Señor los escucha y los salva de todos los peligros”.

Los cristianos hemos de acoger y hacer presente el grito de los pobres, denunciando a los que oprimen a los más desvalidos de nuestra sociedad. Además, hemos de recordar a los que se aprovechan y denigran a los qui viven en la precariedad, (como en su tiempo hizo el profeta Amós), que el Dios de Jesús es el Dios de los oprimidos, no el Dios de los opresores. Y por eso es necesario que, como nos dice el salmista, escuchemos el grito de los oprimidos y sepamos defender su causa.

Si los bancos, como muy bien dice el dibujo de Ortifus, tuviesen moral, no habría crisis, ya que mientras que se dieron prisa a recibir el dinero con el cual fueron rescatados, ahora, insensibles al sufrimiento de la gente más pobre, no tienen la decencia de ayudar a los que pasan necesidad.

Solo un dato: el Banco Santander ha ganado 7316 millones de euros en los primeros nueve meses de este año, que es un 25% más que el mismo periodo del 2021, unas cifras nunca vistas en la entidad que preside Ana Botín, como nos lo recordaba Marc Verdaguer (Diari de Girona, 28 de octubre de 2022). Y otro dato todavía: una entidad bancaria que presume de estar al lado de sus clientes, “cerca de ti para acompañarte en todo lo que te importa”, aunque esa cercanía no impide a la entidad bancaria, lanzar al cliente por el precipicio.

Y es que los bancos y la mayoría de los banqueros, tan amigos del dinero, son esclavos del defecto que San Pablo denuncia en su Carta a los Efesios: “Del afán de enriquecerse a costa de los demás, ni hablar”. Precisamente esto es lo que hacen las entidades financieras: Enriquecerse sin miramiento a costa de los demás. Vergonzoso.

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