Uno de los máximos exponentes de la animadversión por la lengua de san Vicente Ferrer El obispo Josep Vila Martínez, de Girona, y el genocidio lingüístico
"Vila Martínez fue un obispo furibundamente españolista que fue enviado a Girona con el objetivo de acabar con el catalán. Un personaje de actitudes concordantes con el Régimen dictatorial de Primo de Rivera que complació a los sectores más conservadores del catolicismo gerundense"
La Iglesia del País Valenciano, desde hace siglos (aunque con honrosas excepciones), continuamente ha marginado y despreciado la lengua de los cristianos valencianos. Obispos, presbíteros y religiosas, han utilizado siempre el castellano como la lengua del culto, de la catequesis y de la evangelización, como si en nuestro País, el valenciano (o catalán) no existiera. Es así como la jerarquía del País Valenciano está desvalencianizando y castellanizando a la Iglesia valenciana y por eso mismo, produciendo un auténtico genocidio lingüístico.
Uno de los máximos exponentes de esta animadversión por la lengua de Sant Vicent Ferrer (aunque no el único), fue el valenciano Josep Vila, preconizado nuevo obispo de Girona el 14 de diciembre de 1925, ahora hace cien años. Vila Martínez fue un obispo furibundamente españolista que fue enviado a Girona con el objetivo de acabar con el catalán.
Fue en Girona donde el obispo Vila, un personaje de actitudes concordantes con el Régimen dictatorial de Primo de Rivera, complació a los sectores más conservadores del catolicismo gerundense. Por eso su acervado españolismo convirtió a este obispo en un fiel ejecutor de los principios anticatalanistas de Primo de Rivera, como nos lo recordaba Josep Clara (Ara. Comarques Gironines, 2 de febrero de 2022).
Así, por ejemplo, cuando a finales de 1927 se editó el Catecismo de la Doctrina Cristiana en castellano (con un prólogo del mismo obispo), Vila argumentó la necesidad de utilizar con prioridad la lengua castellana, en atención a los niños que desconocían la lengua de Cervantes: “Prefieran usar el texto castellano para mejor familiarizarse con el lenguaje oficial”, aunque “sin mengua del regional, que en familia han de seguir usando”. Como (desgraciadamente) pasa todavía en el País Valenciano.
Josep Vila Martínez, nacido en Benavites en 1866, se doctoró en teología y en derecho canónico y fue ordenado presbítero en 1889. Vila fue profesor del seminario de València, canónigo doctoral y vicecanciller de la Universidad Pontificia de València. Preconizado obispo de Girona el 14 de diciembre de 1925, hizo su entrada en la ciudad del río Onyar el 21 de marzo del año siguiente, substituyendo así al obispo Llompart, que fue trasladado de Girona a Mallorca. El obispo Josep Vila murió en València el día 1 de septiembre de 1932 y durante su ministerio episcopal en Girona, fue un fiel ejecutor de los principios anticatalanistas de Primo de Rivera.
Debido a su talante conservador y españolista, las “Juntas Ciudadanas”, creadas por el Régimen a cada capital de provincia para velar por la moralidad pública, mostraron su apoyo al trabajo españolizador de Vila Martínez. Así, la Junta de Girona, en la reunión del 31 de diciembre de 1927, acordó “Hacer constar la satisfacción con que la Junta ha llegado al convencimiento de que el Sr. Obispo, con el decidido patriotismo que inspira todos sus actos, procura sin descanso, y dentro de los medios con que su elevado sacerdocio cuenta, que los sermones y la propaganda religiosa se efectúe en castellano”. Como pasa ahora en la Iglesia valenciana.
Como nos recordaba Josep Clara, Josep Vila fue destinado a Girona debido al interés de la dictadura de Primo de Rivera para acabar con el catalanismo y expandir así la castellanización de la diócesis. De hecho, eran diversos los obispos no catalanes que, antes o durante la dictadura, se enviaron a Cataluña con esta idea, como el obispo Reig a Barcelona, Muñoz a Vic, Rocamora y Bilbao a Tortosa o el mismo Vila a Girona. Por eso mossèn Lluís Carreras (estrecho colaborador del cardenal Francesc d’Assís Vidal i Barraquer), escribía que “en los últimos quince años, diversos obispos, servidores del Gobierno, han hecho cuanto han podido para aminorar el uso del catalán en la predicación y en la enseñanza del Catecismo, con escándalo de los fieles, disminución de eficacia espiritual y resistencia pasiva del clero”.
Debido a su anticatalanismo, durante la República, el 3 de octubre de 1931, el semanario catalanista de Girona, “Reflex”, definió al obispo Vila como “un funcionario al servicio del Régimen, lacayo de las instituciones caducadas y cegado de todas las manías anticatalanistas”. Así, Ramon Corts transcribió la respuesta que el obispo dio al jesuita Francesc Llorens, cuando éste le informó que la predicación de unos ejercicios espirituales para señoras, sería en catalán. El obispo Josep Vila dijo: “¡Dios mío! El demonio ha tomado otra fortaleza”.
Al obispo Vila, según Josep Clara, se le atribuyó una frase que definía su sintonía con las orientaciones políticas: “El hablar catalán constituye por sí mismo un acto antipatriótico”. Por eso el obispo Vila se doblegó a les presiones del gobernador civil y en 1927 ordenó (como he dicho antes), la edición del catecismo en castellano.
En una pastoral suya de 1930, después de caer el Régimen de Primo de Rivera (como recordaba Josep Clara), el obispo Vila afirmó que solo la monarquía y la dictadura, eran los sistemas de gobierno no condenables por la Iglesia. Por el contrario, la república, la democracia, el comunismo y el sindicalismo laico, eran presentados como contrarios al orden, la religión, la patria y la familia.
Por eso mismo, en relación a nuestra lengua y debido a su actitud obstruccionista, el obispo Vila puede ser definido (por su deseo castellanista), como el obispo de la dictadura y uno de los mejores representantes de la política españolista en la Iglesia Catalana, orquestada y dirigida por Primo de Rivera, ya que Vila estuvo totalmente al servicio del gobierno.
La actitud pro-castellana y hostil al catalanismo del obispo Vila, no cambió ni tan siquiera con la instauración de la II República y por eso la prensa catalanista atacó al obispo Vila porqué en la catedral de Girona se continuaba predicando en castellano. Además, se le calificó como “funcionario al servicio del Régimen de Primo de Rivera” y se pidió su dimisión: “El hombre que dijo en una pastoral que ser republicano y demócrata era un error condenado por la Iglesia, no tiene derecho a sentarse en un lugar preeminente de una sociedad que es republicana y democrática”.
En el País Valenciano, a lo largo de los siglos, también hemos tenido una mayoría de obispos que han marginado nuestra lengua. Y, desgraciadamente, la continúan marginando todavía, incluso no haciendo caso (ni tan siquiera) de lo que decidió la Asamblea Diocesana del 15 de octubre de 2016, que reunió en la catedral de València a 1500 personas, ya que una de las propuestas aprobadas, concretamente la 107, pedía la necesaria valencianización de la Iglesia Diocesana. Esta propuesta apostaba por “fomentar el uso del valenciano en la liturgia como medio de evangelización” y también promover “la edición de los libros litúrgicos en valenciano”.
Cabe recordar que la traducción del Misal Romano ya la hicieron, hace unos años, los académicos de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, aunque esta traducción está “olvidada” (y seguramente llena de polvo), en algún cajón del palacio arzobispal de València.
Así como hemos sabido que ya ha salido el primer misal turco en lengua vernácula, los cristianos valencianos, mientras tanto, continuamos sin tener el misal en nuestra lengua. Más aún, en algunas parroquias se utilizan textos macarrónicos llenos de faltas gramaticales. Cosa que no pasa con el misal en castellano.
La valencianización de nuestra Iglesia, como decía J. L. Ferrando (Religión Digital 22 de octubre de 2016), “es la asignatura pendiente de nuestra Iglesia”. Por eso, solo apostando por el valenciano en la liturgia, haremos realidad, como decía J. L. Ferrando, “una Iglesia más valenciana”.
Me gustaría que los obispos valencianos no siguieranel mal ejemplo del obispo Josep Vila, que intentó españolizar la Iglesia Diocesana de Girona. Pero dudo mucho que los pastores valencianos apuesten decididamente por nuestra lengua, para, de esta manera, construir una Iglesia enraizada, realmente, en la cultura del País Valenciano. Y no como ahora.
El último gesto antivalenciano de la Iglesia, en este caso de la “Delegación de Liturgia de la diócesis de València”, ha sido anunciar la edición del “Evangeli de cada dia”, sin utilizar la lengua de Sant Vicent Ferrer, que es en la que se ofrece el Evangelio para los cristianos que queremos leerlo en valenciano.
El ejemplo españolizador del obispo Vila en Girona, hace que algunos catalanes aún digan aquel refrán de: “Valencià i home de bé, no pot ser”. Así y todo, existen muchos cristianos valencianos que desaprobamos la actuación del obispo Vila en Girona y que pedimos que en el País Valenciano, nuestros pastores no actúen como aquel obispo que pretendió españolizar la diócesis de Girona.
En la actualidad, afortunadamente, la sede de Sant Narcís tiene un obispo, Octavi Vilà (no Vila), que a diferencia del obispo valenciano, defiende y promueve el catalán en la diócesis de Girona, como lo hicieron los añorados obispos gerundenses, Jubany, Camprodon, Soler o Pardo.
Etiquetas