El obispo Victorio Oliver cumple 50 años de ordenación episcopal "A mi me ha enseñado el pueblo a ser obispo": El obispo Victorio Oliver, montiniano y taranconiano, fiel al Vaticano II

Obispo Victorio Oliver
Obispo Victorio Oliver

Hoy 12 de octubre el obispo Victorio Oliver cumple 50 años de ordenación episcopal. Nombrado por el papa Pablo VI obispo auxiliar del cardenal Tarancon, D. Victorio fue consagrado obispo en la catedral de Teruel el 12 de octubre de 1972

"D. Victorio estudió en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, donde se graduó en Sagrada Escritura. El 1972 fue consagrado obispo, pasando a ser uno de los auxiliares del cardenal Tarancon, que le confió la difícil Vicaria de Carabanchel, atendiendo también la Vicarias pastorales del Apostolado Seglar y del Mundo Obrero"

"El 20 de diciembre de 1976, el papa Pablo VI lo nombró obispo de Tarazona y el 29 de mayo de 1981, Juan Pablo II lo trasladó a Albacete, para llegar a la diócesis de Oriola-Alacant el 22 de febrero de 1996"

"Hemos de dar gracias a Dios por el ministerio episcopal de D. Victorio, un hombre bueno y sencillo, calumniado por el franquismo por su compromiso con la justicia y por su relación con la clase obrera"

Hoy 12 de octubre el obispo Victorio Oliver cumple 50 años de ordenación episcopal. Nombrado por el papa Pablo VI obispo auxiliar del cardenal Tarancon, D. Victorio fue consagrado obispo en la catedral de Teruel el 12 de octubre de 1972.

En una deliciosa entrevista-reportaje en la revista “Noticias Diocesanas”, de la diócesis de Oriola-Alacant, el obispo Victorio afirma que “a mi me ha enseñado el pueblo a ser obispo”.

Nacido en Mezquita de Jarque, el 23 de diciembre de 1929, D. Victorio fue ordenado presbítero el 27 de junio de 1954 y hoy hace 50 años fue consagradoobispo. En esta entrevista, D. Victorio dice que “yo nunca he pedido ser obispo; se empieza por ser cristiano”. Y por eso recuerda su “primera llamada a ser cristiano” y la “segunda llamada a ser sacerdote”, y añade aún D. Victorio: “Lo que no me esperaba era la tercera llamada”, cuando le dijeron: “Quiero que seas obispo”. D. Victorio responde a esta tercera llamada: “Yo no he hecho nada, es una llamada que me ha hecho el Señor a través de la Iglesia”. Y añade D. Victorio en esta entrevista: “Yo quise responderle: Señor, cuenta conmigo”.

D. Victorio estudió en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, donde se graduó en Sagrada Escritura. El 1972 fue consagrado obispo, pasando a ser uno de los auxiliares del cardenal Tarancon, que le confió la difícil Vicaria de Carabanchel, atendiendo también la Vicarias pastorales del Apostolado Seglar y del Mundo Obrero.

El 20 de diciembre de 1976, el papa Pablo VI lo nombró obispo de Tarazona y el 29 de mayo de 1981, Juan Pablo II lo trasladó a Albacete, para llegar a la diócesis de Oriola-Alacant el 22 de febrero de 1996, hasta que el papa Juan Pablo le aceptó la renuncia el 23 de diciembre de 2005.

En una anécdota muy significativa, D. Victorio, que recuerda que “a mi me ha enseñado el pueblo a ser obispo”, cuenta que una vez fue a un pueblo y en la placita, un grupo de hombres se acercaron, con el cura, para conocer al obispo. “Uno de los hombres repetía: ¿Quien me lo iba a decir a mi? ¿Quien me lo iba a decir que el señor obispo iba a venir a verme a mí?”. Y D.Victorio, recuerda en esta entrevista, que aquel hombre le comentó que “antes poníamos banderas y colchas en los balcones para recibir al obispo”. Y entonces D. Victorio le preguntó: “¿Y a usted cuando le pareció mejor?”, a lo que aquel hombre le respondió: “¡Ahora!, porque ahora me parece usted más hermano”. Como dice D. Victorio en esta entrevista, “esta respuesta me sorprendió y me impresionó fuertemente. Aquel hombre del pueblo me hizo pensar mucho: tienes que aprender a ser hermano”.

En otra ocasión, el obispo Victorio fue a otro pueblo a ver a la gente del lugar: “Yo venía a verlos y que ellos también me conocieran a mi”, como el Buen Pastor conoce a las ovejas. Entonces se levantó un hombre, en medio de la celebración eucarística y me dijo: “Lo que está diciendo es verdad”. El obispo Victorio se quedó sorprendido y le preguntó qué quería decirle, “así, en medio de la homilía”. Aquel hombre le respondió: “Mire usted, yo soy pastor, tengo 300 ovejas. Cuando quiera usted coge una oveja de mi ganado y la coloca en otro ganado. Yo, señalándola, le diré: ésta es la mía”. El obispo Victorio Oliver recuerda que ésta fue “una anécdota muy bonita, para entender lo que un hombre de pueblo pensaba de la tarea del obispo”. Y D. Victorio, con sencillez, añade en esta entrevista: “Así ha sido mi relación con la gente. Ha sido una gran enseñanza la que me han dado sobre cuál es la tarea del pastor con las ovejas: estar con ellas, en medio de ellas y estar muy atento a los problemas y dificultades que tienen. Defenderlas, quererlas como Jesucristo que murió por las ovejas”.

Con humildad y sencillez, el obispo Victorio afirma que “la Iglesia es algo que hacemos todos. La Iglesia está abierta a todos”, como nos recuerda ahora el papa Francisco. Y añade todavía el obispo emérito de Oriola-Alacant: “Que lo sepan los pobres, los humildes, que lo sepan los pecadores, los que se sienten pecadores”.

En los difíciles años del final de la dictadura, como recuerda el cardenal Tarancon en sus “Memorias”, D. Victorio Oliver, juntamente con los auxiliares de Madrid, Estepa e Iniesta, habían sido considerados sospechosos por el franquismo, ya que “habían dado pruebas de desafecto al Régimen”, como los acusaban los jerifaltes del franquismo. Pero el cardenal Tarancon defendió siempre a sus auxiliares y, concretamente, de D. Victorio Oliver, Tarancon decía que “era un hombre bueno” y que “las acusaciones de “rojo” contra él por los incidentes de un primero de mayo, provenían de la extrema derecha”. Además del tristemente famoso “Tarancon al paredón”, cabe recordar también “los insultos e intentos de agresión a un obispo auxiliar de Madrid, D. Victorio Oliver”, como recordaba de su estrecho colaborador el cardenal Tarancón.

Aunque el obispo Victorio se siente muy “pilarico”, reconoce en esta entrevista que ama y venera la advocación del Remedio, la patrona de Alicante y por eso añade en esta entrevista: “La Virgen se arrima a nosotros”, para que “nosotros podamos arrimarnos a ella”.

"Hemos de dar gracias a Dios por el ministerio episcopal de D. Victorio, un hombre bueno y sencillo, calumniado por el franquismo por su compromiso con la justicia y por su relación con la clase obrera"

D. Victorio acaba esta entrevista con motivo de sus 50 años de ordenación episcopal pidiendo perdón: “Os pido que disculpéis mis pecados y mis deficiencias. Mi vida ha querido ser la de un pastor pobre y limitado”. Y le gustaría que le recordásemos como “un testimonio de lo que significa el Dios misericordioso”. Y D. Victorio, un obispo montiniano y taranconiano fiel al Vaticano II, afirma finalmente, que “Yo soy pequeño, pero Dios ha sido un Dios grande”.

Hemos de dar gracias a Dios por el ministerio episcopal de D. Victorio, un hombre bueno y sencillo, calumniado por el franquismo por su compromiso con la justicia y por su relación con la clase obrera.

Victorio Oliver

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