"Iglesia perseguida en Centroáfrica: cada vez más en el fondo del pozo" Obispo Aguirre: "En la Diócesis de Bangassou y en el resto del país no paran los atentados mortales"

Juan José Aguirre dando la comunión a sus diocesanos de Bangassou
Juan José Aguirre dando la comunión a sus diocesanos de Bangassou

"Centroáfrica hoy se hunde en la miseria. Teníamos tantas ganas de que saliera del puesto de farolillo de cola de los países más empobrecidos, pero no. Ni la huida catastrófica de Francia en 2021, y con ella de la Unión Europea, ni la llegada de los Wagner rusos desde hace 3 años para sustituirla, ni la presencia de 12.000 militares de la ONU, en su mayoría marroquíes, han podido cambiar las cosas en este país"

"La guerra de Centroáfrica dura desde el 2013. Os he contado mucho sobre ella gracias a Religión Digital. Y siempre os he pedido oraciones para los muchos misioneros que nos hemos quedado junto a los más vulnerables"

En los cuadernos de los niños en la escuela, en la cobertura, se encuentra a menudo, junto con fotos de jugadores famosos, la frase “Centroáfrica, mi amor”. La realidad, en los últimos años, es bien diferente. Centroáfrica hoy se hunde en la miseria. Teníamos tantas ganas de que saliera del puesto de farolillo de cola de los países más empobrecidos, pero no. Ni la huida catastrófica de Francia en 2021, y con ella de la Unión Europea, ni la llegada de los Wagner rusos desde hace 3 años para sustituirla, ni la presencia de 12.000 militares de la ONU, en su mayoría marroquíes, han podido cambiar las cosas en este país.

Las carreteras son infames, el precio del carburante está en límites inimaginables, los funcionarios cobran tarde y mal, y sin embargo, la gente aguanta y aguanta, con una paciencia infinita, casi divina. En la Diócesis de Bangassou y en el resto del país no paran los atentados mortales. Minas antipersonales made in Bélgica siembran de horror el norte del país. Los mercenarios Peulh que vienen del Níger han abonado de consternación en forma de minas la zona fronteriza con el Chad. Hace tres meses, un carmelita italiano perdió su pierna izquierda y tres personas su vida cuando su Toyota explotó a causa de una mina. Yo celebré el pasado 10 de mayo mi 25º aniversario de ordenación episcopal y desde hace tantos años, a riesgo de agresiones, sobre todo verbales o periodísticas, no paro de denunciar, junto a mis curas, la vida agridulce en que vive mi pueblo en este desgraciado país.

Pensábamos que con la llegada de muchas ONGs y otros organismos, Centroáfrica iba a salir del pozo, pero veo que cada vez estamos más al fondo

Ayer, un sacerdote tuvo que huir de su misión en Mboki, al este de la diócesis de Bangassou, atacada por mercenarios armados hasta los dientes. El otro padre corrió para refugiarse en la mezquita, junto con un nutrido grupo de cristianos que se ocultaban en la misión católica. Por la noche, jóvenes bandidos desvalijaron la misión y robaron hasta las puertas y ventanas. Los agresores eran jóvenes aspirantes a mercenarios que luchan contra los “patrones” de Mboki, que son mercenarios originarios del Níger que han huido del Sahara para buscar ilegalmente pastos y agua en abundancia para sus rebaños de vacas en países al sur del Sahel. Allí, la comunidad cristiana se encontraba en medio, cogida en sándwich, sufridores inocentes en una guerra que no entienden. Pensábamos que con la llegada de muchas ONGs y otros organismos, Centroáfrica iba a salir del pozo, pero veo que cada vez estamos más al fondo, sobre todo en las regiones más alejadas de la capital, como la nuestra, a las que el Gobierno desestima la ayuda con una indiferencia pasmosa, casi insultante.

Alimentar la fe de un pueblo sencillo

Como escribe San Justino en siglo II (d.Cr.): “La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”, aquí pasa lo mismo. En Pentecostés daré la confirmación a 225 jóvenes, que luego harán una promesa pública de entrar a formar parte de una fraternidad, para seguir viviendo su fe, en un movimiento de los muchos que hay en la diócesis: la Coral, Scouts, Guías, Legión de María, Santa Rita, Carismáticos, Simón de Cirene… La gente come una vez al día, viven con un euro al día, tiene que pagar el sablazo de los militares centroafricanos y a los mercenarios nigerianos cada vez que pasan una barrera en el camino, aguantar tiros, falsos rumores, robos e intimidaciones. Pero no dejan su vida de encuentro con Dios. Ayer recé con 200 jóvenes, cada uno provisto de su Nuevo testamento en lengua local, el sango, y estuvimos buscando 20 citas de los evangelios que empiezan por la expresión: “Yo soy…”. Fueron dos horas intensas en donde Jesús se nos apareció como pan, luz, puerta, camino, verdad y vida, árbol de vida o alfa y omega. Así, entre otras, son las catequesis que alimentan la fe de este pueblo sencillo. 

Hay muchas guerras en el mundo. Todas son malas, son el resultado de decisiones erróneas pues siempre pagan los más vulnerables. Ahora entre Ucrania y el Sudán copan todas las portadas. Pero la guerra en Arabia Saudita contra el Yemén, la guerra a baja intensidad en Centroáfrica, en el norte de Mozambique, en la zona del Kivú, en el Congo, en Siria o en Siri Lanka… todas son un atentado contra la vida humana. La de Centroáfrica dura desde el 2013. Os he contado mucho sobre ella gracias a Religión Digital. Y siempre os he pedido oraciones para los muchos misioneros que nos hemos quedado junto a los más vulnerables. Todos los combonianos y salesianos han optado por quedarse en Jartoum no obstante la violencia de los combates, simplemente por no abandonar a los más pobres de las periferias. A ellos el testimonio. A vosotros las oraciones.

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