Arranca en el Auditorium Conciliazione el Jubileo de los misioneros digitales e influencers católicos "No les pido que brillen, sino que ardan": Spadaro a influencers y misioneros digitales

Antonio Spadaro
Antonio Spadaro

El evento inédito dedicado a los evangelizadores digitales ha sido inaugurado en el Auditorium Conciliazione este lunes 28 de julio con las intervenciones del cardenal Pietro Parolin, monseñor Rino Fisichella, el Dr. Paolo Ruffini y monseñor Lucio Adrián Ruiz

Hubo también dos reflexiones personales ofrecidas por David McCallum, director ejecutivo del Discerning Leadership Program, y por el jesuita Antonio Spadaro, subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación

¿Pueden los influencers convertirse en comunicadores de fe sin rendirse a la superficialidad? … Hacerse escuchar, no como simples influencers, sino como verdaderos testigos. Escuchar promoviendo, "por paradójico que suene", el "valor del silencio"… Son algunas de las ideas que marcarán el Jubileo de los misioneros digitales e influencers católicos

Durante la jornada se compartirán también aportes del Grupo de Estudio del Sínodo sobre la Sinodalidad, en busca de una presencia plena de la Iglesia en la cultura digital

Todos los eventos serán transmitidos en directo a través de los canales de Vatican News y la plataforma YouTube, con el apoyo de la nueva aplicación Vatican Vox, que permite seguir las actividades con traducción simultánea en cinco idiomas: italiano, inglés, francés, español y portugués

(Vatican News).- ¿Cómo puede el mundo digital convertirse en comunicador de fe? Asumiendo “el ritmo, las heridas, las preguntas” de quienes lo habitan, sin rendirse a la superficialidad ni a “las tentaciones del protagonismo”. Hacerse escuchar, no como simples influencers, sino como verdaderos testigos. Escuchar promoviendo, “por paradójico que suene”, el “valor del silencio”. De lo contrario, se corre el riesgo de convertirse en “mercancía” adicta a la cultura del scrolling insensible. Y para un término nuevo y complejo, utilizar el neologismo del papa Francisco: “samaritanizar”, es decir, hacerse prójimo de quien sufre, haciendo presente en todo lugar “la misericordia de Dios”.

"Hacerse escuchar, no como simples influencers, sino como verdaderos testigos"

Estas son algunas de las ideas que marcarán el Jubileo de los misioneros digitales e influencers católicos, inaugurado la mañana de este lunes 28 de julio en el Auditorium Conciliazione de Roma. Tras la celebración de misas en las parroquias de Santa Maria delle Grazie, San Gregorio VII, San Giuseppe al Trionfale y Santo Spirito in Sassia, los participantes se reunieron en via della Conciliazione para el evento, que contó con la participación del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano; monseñor Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización y encargado del Jubileo por parte de la Santa Sede; y Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación. El saludo de bienvenida estuvo a cargo de monseñor Lucio Ruiz, secretario de dicho dicasterio.

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Hubo también dos reflexiones personales ofrecidas por David McCallum, director ejecutivo del Discerning Leadership Program, y por el jesuita Antonio Spadaro, subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación. La primera, titulada Conectados a la Palabra, puso en el centro a las Escrituras como auténtica experiencia unificadora, “más que el Wi-Fi o los hashtags”. La segunda, Id... hasta los confines digitales, abordó la relación entre teología y misión “en tiempos de redes y algoritmos”.

Parolin: “Renovar el ambiente digital”

Los momentos previos a las intervenciones se vivieron en un ambiente de gran camaradería. Por todas partes se alzaban teléfonos para grabar a los influencers y misioneros digitales, en plena actividad de grabación o cerrando futuros proyectos colaborativos. La variedad lingüística era notable, y por ello el auditorio se dividió según idiomas.

El cardenal Parolin abrió su intervención reflexionando sobre los fines de las redes sociales. El primero de todos, dijo, es informar. Pero —precisó— “lo que nos hace humanos es nuestra capacidad de hacernos preguntas”. Y la gran pregunta hoy es: ¿cómo puede el mundo digital, que transforma velozmente las dinámicas sociales, convertirse en comunicador de la fe?

La Iglesia, recordó, ha optado siempre por “estar en el mundo, sin ser del mundo”, por habitar el tiempo sin pertenecerle. De ahí que no pueda permanecer pasiva ante estos cambios, sino que está llamada a adoptar una actitud dialogante y misionera. La tecnología ya no es solo una herramienta: se ha vuelto lenguaje, una forma de habitar el mundo.

Por eso, la Iglesia no debe aplicar “esquemas prefabricados”, sino fomentar la creatividad. Evangelizar no es una cuestión meramente técnica o pedagógica, ya que el digital hoy representa una dimensión entera del pensamiento y la comunicación. No se trata de elaborar estrategias, sino de garantizar una presencia profundamente humana.

“Hacer misión digital —continuó el cardenal— implica asumir el ritmo, las heridas, las preguntas y búsquedas de quienes habitan ese espacio, sin ceder al anonimato, a la superficialidad ni al protagonismo”. El mayor aporte que cada uno puede dar al entorno digital es una visión relacional de la persona, nacida de ser “imagen y templo de la Trinidad”.

La misión exige siempre un estilo cristiano, que prefiera los encuentros auténticos sobre los discursos, y la verdad sobre lo que agrada. Evangelizar no es un privilegio de expertos digitales: es responsabilidad de todos. En la JMJ de Panamá 2019, el Papa llamó a María “la influencer de Dios”; más tarde, León XIV subrayaría que lo importante no es la “disponibilidad de datos”, sino el “sentido de la vida”.

El desafío de hoy, concluyó Parolin, es este: “renovar el ambiente digital”.

Fisichella: redescubrir el silencio como forma de escucha

“Cuando hablamos de evangelización, solemos centrarnos en los contenidos y olvidamos quién evangeliza y quién es evangelizado”. Así abrió su intervención monseñor Fisichella, subrayando la dimensión relacional y personal del anuncio cristiano.

Recordó que la palabra “Evangelio” aparece por primera vez en el libro del profeta Isaías, en referencia a las centinelas que anuncian la liberación de la esclavitud. Hoy, con Internet, los rostros se vuelven visibles. “¡Qué bellos vuestros rostros que llevan la Buena Noticia del Evangelio! No tengáis nunca miedo de decir que la esperanza tiene un rostro, tiene un nombre: se llama Jesucristo”.

Frente a la misión evangelizadora, el deseo de descubrir algo verdadera y auténtico sigue siendo fuerte. “Habéis logrado haceros un espacio”, reconoció el arzobispo, “y eso también es un motivo de satisfacción para la comunidad cristiana”.

Monseñor Rino Fisichella, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización.

El primer paso, añadió, es reconocer que “somos instrumentos, no el fin de la gracia”. San Pablo VI escribía en Evangelii Nuntiandi que el mundo no escucha tanto a los maestros como a los testigos. Hoy —enfatizó Fisichella— el mundo escucha a los influencers no por ser tales, sino cuando son testigos.

Una tarea esencial es ayudar a redescubrir el valor del silencio —“por más paradójico que suene”— como condición para una escucha auténtica. Solo así se aprenden realmente las emociones del otro.

Y una advertencia: “A menudo tendemos a juzgar, a decir que todo era mejor cuando nosotros éramos jóvenes. Eso es un error”. La invitación es a escuchar con atención lo que se comunica hoy, sin prejuicios y con el corazón abierto.

Ruffini: "Nunca convertir la comunidad en público"

“Somos peregrinos de una esperanza que trasciende”, declaró Paolo Ruffini, refiriéndose a la vocación profunda de la Iglesia en tiempos complejos. “Vivimos una época difícil —añadió—, pero la Iglesia era ‘red’ mucho antes de que la red fuera web”.

Lo que une hoy, incluso en una era digital cargada de promesas y peligros, es una visión de Iglesia como comunidad viva, no hecha de algoritmos o chatbots, sino de personas reales. Una red imperfecta, que se une en el bautismo, donde nadie está en el centro y todos quieren hacerse pequeños para que Cristo sea glorificado.

Ruffini enumeró varios desafíos actuales: desinformación, fragmentación, aislamiento. “Vivimos en una tensión constante entre el sinsentido y la búsqueda de sentido, entre el miedo a perdernos algo y el deseo de encontrar algo”; entre el scrolling infinito y el encuentro verdadero.

“No podemos quedarnos quietos ni refugiarnos con nostalgia en otro tiempo”, advirtió. “Tenemos el deber de actuar, aquí y ahora. Sin vanagloria, con humildad, asumiendo nuestras responsabilidades”.

La Iglesia necesita alfabetización mediática y formación para habitar estos nuevos entornos con conciencia y responsabilidad. Y este camino no es solitario: la misión es común.

“Nunca separarnos. Nunca convertir la comunidad en público, ni al público en mercancía. Porque, si lo hacemos, acabamos siendo mercancía también nosotros.”

Frente a una lógica consumista que amenaza con reducir incluso la cultura a producto, Ruffini señaló el camino de una cultura comunitaria, capaz de resistir al individualismo. “Nadie se salva solo —recordó— y tampoco seremos nosotros quienes salvaremos a los demás. Pero podemos ofrecer una alternativa: la verdad de un encuentro”. Un encuentro que transforma las relaciones, también en lo digital.

Ruffini propuso repensar el vínculo entre influencers y seguidores desde el paradigma cristiano: “Ven y sígueme”. Un llamado a devolver profundidad a la palabra “amistad”, diferenciando la performance de la verdadera comunión: la que crea lazos reales, igualitarios y humanos.

Ruiz: "Cuidemos la unidad"

Con palabras de gratitud y ternura, monseñor Lucio Ruiz evocó “la presencia y la ternura de una Iglesia madre” que acompaña incluso a distancia. “Gracias —dijo— también en nombre de quienes no han podido estar aquí. Somos una Iglesia misionera y peregrina”.

Ruiz agradeció la gratuidad y generosidad de los presentes, calificándola de “tremenda”, en su sentido más profundo. “Y perdón —añadió— por todo lo que no salga perfecto. Este encuentro puede motivarnos a superar nuestros límites”.

El llamado de Cristo sigue vigente: “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura”. Con esa certeza, dijo Ruiz, debemos actuar: es el Señor quien llama. En el centro de la misión no están las estrategias, sino el testimonio de vida.

Monseñor Lucio Adrián Ruiz, Secretario del Dicasterio para la Comunicación.

En este sentido, recordó un neologismo querido por el papa Francisco: samaritanizar. Significa hacerse prójimo, atender al dolor, cuidar, como el Buen Samaritano de la parábola. “La atención al sufrimiento del otro es clave en la misión, porque hace presente la misericordia de Dios”.

El objetivo de la Iglesia en lo digital no es generar contenidos, sino provocar encuentros. Levantar a quien ha caído, dar esperanza a quien busca sentido, custodiar el valor del primer anuncio.

Y concluyó con un llamado urgente: “Cuidemos la unidad. No vayamos nunca los unos contra los otros”.

Spadaro: "no les pido que brillen, sino que ardan"

En su intervención, Spadaro invitó a los presentes a redescubrir el sentido profundo de la presencia cristiana en lo digital: no como una estrategia de comunicación, sino como un testimonio vivo y auténtico. “No les pido que brillen, sino que ardan”, afirmó, exhortando a los misioneros digitales a ser fuego que calienta, ilumina y acompaña. La web no es solo un medio, sino un lugar real “que hay que habitar con fe”. El algoritmo conoce los datos, pero no el alma: por eso la verdadera influencia nace del amor, no del rendimiento. No se trata de “crear una base de fans”, sino de fraternidad; no de perseguir "likes", sino de generar vínculos. En una época dominada por reacciones y polémicas, el reto es comunicar con compasión y visión, manteniéndose humanos, “arraigados” en Dios y capaces de encender esperanza.

El jesuita subrayó que lo digital necesita más testigos que técnicos. “Perfiles que transpiren misericordia. Palabras que no impongan, sino que acojan”.

Padre Antonio Spadaro, subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación.

Otros eventos del Jubileo

Durante la jornada se compartirán también aportes del Grupo de Estudio del Sínodo sobre la Sinodalidad, en busca de una presencia plena de la Iglesia en la cultura digital. Habrá dos mesas redondas: la primera, a las 15:00 h (presencial y en línea), para intercambiar experiencias sobre la misión digital con representantes internacionales. La segunda, a las 17:30 h, dedicada a los “santos influencers de Dios”.

Al término de cada sesión, habrá alrededor de una hora para trabajo en grupos. La jornada cerrará con una oración guiada por el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo emérito de Tegucigalpa, Honduras. Y a las 21:30, el cardenal José Cobo Cano, arzobispo de Madrid, presidirá la adoración eucarística y la liturgia penitencial.

Mañana, 29 de julio, la jornada comenzará a las 8 de la mañana con el encuentro en Piazza Pia, desde donde partirá una peregrinación a lo largo de la Via della Conciliazione hasta la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Allí, a las 10, se celebrará la Eucaristía presidida por el cardenal Luis Antonio Tagle, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización.

En la primera parte de la tarde, a las 14:00, dará inicio el encuentro ecuménico "Together for Hope", animado por la Comunidad de Taizé y transmitido también en línea por Vatican News. La tarde concluirá con una visita a los Jardines Vaticanos, donde tendrá lugar la Consagración de la Misión Digital, un momento simbólico en el que los proyectos serán encomendados a María.

Después de la cena, el Auditorium Conciliazione volverá a acoger a los participantes, que luego serán invitados a Piazza Risorgimento para un festival nocturno con música y testimonios de todo el mundo, celebrando la vocación de llevar luz y esperanza al ámbito digital.

Todos los eventos serán transmitidos en directo a través de los canales de Vatican News y la plataforma YouTube, con el apoyo de la nueva aplicación Vatican Vox, que permite seguir las actividades con traducción simultánea en cinco idiomas: italiano, inglés, francés, español y portugués.

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