Nendo Dango

Tengo en mis manos El agua del extranjero. Descalabros de un mercenario humanitario, de Nendo Dango, pseudónimo de un geólogo malagueño que, supongo, no firma con su nombre para que no lo linchen. El libro obtuvo el Premio Celia Amorós de ensayo el año 2019, y está publicado por la siempre exquisita Pre-Textos. Muy bien escrito, parece un cuaderno de notas unidas bajo un tema único. La brevedad de la mayoría de sus secciones te hacen saltar de guinda en guinda con avaricia. No es un estudio concienzudo y tochón, sino un ensayo de verdad (¡un ensayo! Esto sí que es señero, pues todavía desconocen muchos intelectuales qué sea tal cosa –o qué no es, mejor dicho), y, la verdad, se lee con delectación suma.

Sin embargo, contemplo el volumen gris sobre mi mesa, como abandonado, y pienso en el autor (submerso en ese océano de significante japonés) y en su obra. ¿Pasará sin pena ni gloria? ¿Será un revulsivo en el mundillo beatorro de los laicos? ¿Creerán unos que hay ahí dentro lo que no hay? ¿Pensarán otros cómo demonios puede haber escrito este pedazo de *** lo que ha escrito? Los prodigios de la imaginación crean monstruitos o cualquier otra cosa, aunque para comprobar qué verdades dice Mr. Dango, se ha de abrir el libro… Y si el subtítulo ya enseña un poco la patita (lo de “mercenario humanitario” es excelsior), el párrafo final de la sección primera destella cual pozo artesiano en el desierto. Copio: “El crío, de unos ocho años, levanta la cabeza y responde a mi compañera: ‘De mayor quiero ser dueño de una oenegé y ganar muchísimo dinero’”. ¡Booooombaaaaa!

Y es que no puede ser, hombre, ¡acabáramos! Va uno a redimir salvajes con toda su buena voluntad, y se topeta con críos que son los espabiladillos de siempre. ¿Quién les habrá metido tales cosas en la cabeza, y además allá, en mitad del África esa? Además, ¿qué tendrán que ver las oenegés con las subvenciones, por Tutatis, qué tendrán que ver…?

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