Un bourbon junto a la barbacoa

Ciertamente no eras así, Corina, antes”.

Adivina adivinanza: ¿quién pronunció palabracas tan ad hoc en estas jornadas horríbilis máximas?

Sin duda habrá algún mal pensado, al otro lado de la pantalla, que imagine cosas raras dándole al bourbon… Y errará. Esa frase, ideal de la muerte para meme, es parte de un verso, ¡oh! Y de un verso, justamente –leña al morbo– de Corina, la poetisa (griega, para más inri), uno de los nombres míticos, junto a Safo, de la literatura helena en su conjunto, y casi único si tomamos las escasísimas autoras (en sus aún más hipermegaescasos fragmentos) que han llegado hasta nos. La filóloga y traductora Aurora Luque nos dice a pie de página en Lírica superviviente de la Antigüedad clásica (Barcelona, 2020): “Es probable que este verso estuviese puesto en boca de un dios o diosa o de otra persona que se dirige a Corina”. Porfa, porfa, porfa, vuelve a leer la frase: “puesto en boca de un dios o diosa o de otra persona que se dirige a Corina”. No sé, no sé. ¿Tal vez... un rey? ¿De verdad? ¿De verdad de la buena? ¡No puedorrr! ¡Lol XD! ¡Que se me cierra el círculo dos mil quinientos años después!

Hay una deliciosa película titulada Bautistas en nuestra barbacoa (Christian Vuissa, 2004), de la que no me acuerdo en absoluto pero con la que mucho me reí. Bautistas y mormones enfrentados en una pequeña comunidad, enconados en sus luchas y desplantes, hasta que los santos de los últimos días deciden invitar a sus vecinos a una barbacoa. Al final, hacen las paces cantándose villancicos unos a otros, y confiando en un futuro esplendoroso. Y yo para mí, en mi mentis, que solo era eso lo que había junto al bourbon: una barbacoa ecuménica entre católicos y luteranos. Otra cosa, que todo hay que decirlo, es que se pasaran por el forro el virginal canto de la Virgen: “Quitó del trono a los poderosos, y exaltó a los humildes” (Lc 1:52). Y conocerlo seguro que lo conocían. Con tan altos precedentes, Corina ya tendría en su cabeza el “Deposuit potentes de sede, et exaltavit humiles” que canta el tenor en el Magnificat de Johann Sebastian Bach. O a lo mejor no, vaya usted a saber…

Para hacerlo breve y prosopopéyico: Despego en Zorfía la Griega, y alunizo (o alucino) en Corina la Teutona. ¿Y qué passsa, que entre una y otra no me voy a poder asar unas shuletillas pa jalar halal? Parece menterio…

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