Carlos Soler, obispo de Gerona, y el Foro Joan Alsina.

A última hora le repescaron. Sus colegas Vives y Traserra, ambos más jóvenes que él, y uno de ellos mucho más joven, ya tenían diócesis propia, Urgel y Solsona, cuando a Soler, en el 2001, le nombran obispo de Gerona, cuando ya estaba muy próximo a los setenta años.
Llegaba a una diócesis arrasada por dos funestos pontificados anteriores, los de Jubany y Camprodón, y ya cansado y sin ánimos. Su pontificado ha sido pésimo, sobre todo por omisión pero también por acción. He opinado sobre ello varias veces y supongo que por ello no debe profesarme el obispo grandes amores. Más bien ninguno.
Tiene en esa diócesis que parece dejada de la mano de Dios, un gravísimo problema que se llama Foro Joan Alsina. Un grupo de sacerdotes, "los setenta", que están fuera de la disciplina de la Iglesia y se oponen a la doctrina de la misma en no pocas cuestiones importantes.
Y, como eran setenta, pues la tercera parte de la diócesis. Con lo que el problema era morrocotudo. Luego, si analizabas, era bastante menor. Nunca hemos sabido quienes eran todos los "setenta". O, por lo menos últimamente. Entre ellos hay no pocos curas secularizados y casados con lo que, contabilizarlos es igual que si a alguien le diera por incluirme a mí en la plantilla del Real Madrid. Pero, desde luego, en el grupo hay sacerdotes conocidos en la diócesis, con cargos importantes y que se han manifestado como integrantes del mismo.
Es algo análogo a aquelllos sacerdotes de Madrid, "los trescientos", de los que sólo conocimos los nombres de quince o veinte, a los demás había que creerlos por fe, por aquello de creer lo que no vemos, que se enfrentaron al cardenal Suquía. Pero Suquía no era Soler y los "trescientos" se evaporaron. Por algún tiempo se siguió insistiendo en la cifra pero ya no se la creía nadie. Unos se casaron, otros se murieron, no pocos se jubilaron y unos cuantos se aburrieron. Hoy ya no son nadie.
Soler, como digo, es de otra pasta. Está viejo y cansado y arrestos nunca tuvo muchos. Se limitó a decirles: No sean ustedes traviesos, todos les queremos mucho, aunque a veces se pasen un poco, sean algo más discretos y todos a llevarnos bien. Yo les aprecio mucho pero a veces se pasan ustedes algo. Y aunque no lo decía se entendía muy bien: No me hagan ustedes hacer el papelón que estoy haciendo. Saben que les voy a consentir todo pero no me echen a los leones.
Periódicamente los "setenta" publican un comunicado. Todos infumables. Y acaba de salir el último. El pobre obispo tenía que decir algo. Y lo dijo. Hasta bien dicho. Porque tonto Soler no lo es.
"Otra vez, y con un titular bien "cridaner" (¿escandaloso? ¿chillón?), el Forum Joan Alsina ha aparecido en la prensa: Setenta sacerdotes de Gerona critican el diálogo de sordos que vive la Iglesia". El obispo, malicioso él, no se cree, y con razón, esa cifra ya "consolidada" de los setenta.Aunque ahora parece que ya son ellos mismos los que dicen que son casi setenta. Algunos se han caído.
Soler ha estado clarísimo: en el escrito sacerdotal "abundan juicios y manifestaciones de desafecto a la Iglesia. ¿He de recordar aquí que sólo existe una Iglesia: la que constituyen los bautizados, presididos por el sucesor de Pedro y por los sucesores de los otros apóstoles?"
Según el obispo, le consta que a la mayoría de su clero "le entristece e indigna la actuación de unos hermanos que no terminan de saber quienes son porque no hacen públicos sus nombres". Y reclama y urge "que se acabe lo que se puede interpretar como la pretensión de un magisterio pastoral al margen del obispo". Para concluir con un ¡qué todos seamos buenos!
Don Carlos: Ha salido usted, y con celeridad increíble, al paso del comunicado. Y lo hecho bien. O muy bien. Yo, que tantas veces le puse a parir, hoy le felicito. Pero usted no tiene sólo que enseñar. Que tiene. Y esta vez lo ha hecho bien. Tiene que gobernar su diócesis. Y me parece que sigue sin gobierno. Bien sé que presenta la renuncia, por llegar a los setenta y cinco años, en septiembre de 2007. Y que en los últimos días diocesanos se tiende a no tomar medidas. Pero en su diócesis son urgentes.
Facilite usted el camino a su sucesor. Ponga en la calle a dos o tres sacerdotes que son una vergüenza en su diócesis. Y el resto se arregla solo. Cuando hay autoridad, el miedo guarda la viña. Y no es que crea que el miedo deba ser el que rija la Iglesia. Ya ve usted que yo miedo no tengo ninguno. Pero a veces es necesario.
Me alegra mucho haber escrito sobre usted algo que no es negativo. O, por lo menos, absolutamente negativo. Eso es lo que quisiera decir siempre de mis obispos de quienes soy absolutamente consciente que representan la sucesión apostólica, sin la cual no existiría la Iglesia. Aunque, no pocas veces, me lo ponen muy difícil.