González de Cardedal (1934) no es personaje que me entusiasme. Creo que fue por lo menos un teólogo sospechoso. Y me parece que me quedo corto. Pero lleva ya algún tiempo mostrándose mucho más eclesial. Cosa que me alegra mucho.
Acaba de arremeter contra otro teólogo mucho más sospechoso todavía, Torres Queiruga (1940), y éste se ha dolido. No poco. No he leído los textos de la polémica y sigo la defensa enamorada que del gallego hace una tal Feli Alonso Curiel, de cuya existencia no tenía ni idea.
http://blogs.periodistadigital.com/religion.php/2009/05/20/p233792
González de Cardedal dice, siempre según la Feli, que Torres Queiruga y otros son "teólogos desvertebradores del cristianismo". Con lo que me he visto sorprendido de pensar yo lo mismo que Don Olegario. Y de que él se aproxime al pensamiento de Don José María Iraburu que siempre tuve por mucho más seguro.
No coincidir con la tal Feli, de cuyo nombre seguramente me habré olvidado mañana, también me ofrece muchas garantías.
Quedémonos con que el desvertebrador ha quedado bastante desvertebrado y por una vaca sagrada de la teología española. Pero ni el Andrés, el Olegario, la Feli y por supuesto yo, somos autoridad para dilucidar estas cuestiones. Que tanto afectan a la esencia misma de la religión. En la Iglesia existen unos Maestros. Lo malo es que están callados.