¿Una tormenta en un vaso de agua? ¿O hay gato encerrado?

Leo que en Mallorca "los curas censuran al párroco preconciliar". Que curiosamente tiene 28 años. Y que "varios sacerdotes se negaron a repartir la Hoja Dominical por un artículo de ese cura sobre el matrimonio". Lo que "provocó un incendio en el seno de la Iglesia mallorquina".

Fui a leer el artículo en cuestión pensando encontrarme cualquier barbaridad, cosa que a veces ocurre hasta en la Hojas Dominicales o en los textos de las Comisiones Episcopales y me encuentro con que la intolerable afirmación es que los padres tienen el deber de engendrar hijos para Dios. Sin duda que eso lo diga un cura es impresentable. Y se comprende el rebote de sus colegas. Hoy todos sabemos, y aplaudimos, que los hijos se engendran para ser abortados.

Mi viejo catecismo, ciertamente preconciliar, incluso del Vaticano I, decía que el matrimonio era "para casar y dar gracia a los casados, con la cual vivan entre sí pacíficamente y críen hijos para el Cielo". Vale que hoy se llame amor a lo que antes se decía vivir entre sí pacificamente. Pues, ¿dónde está la barbaridad de ese joven sacerdote que se llama Jaime Mercant?

Yo no me puedo creer que el clero de Mallorca haya enloquecido. Creo que habrá, como en todas las diócesis, diferencias ideológicas y generacionales. Parte del clero mayor está envenenado y ve con desesperación como los sacerdotes más jóvenes no siguen unas ideas que han llevado a la ruina. Pero, salvo radicales, se cuidan mucho de manifestarlas porque saben muy bien que ya no se cotizan. Pero lo que está más extendido es el rechazo de la generación mayor a la que viene empujando, tiene ilusiones, cree en lo que hace y en lo que dice y está volviendo a llenar lo que ellos habían vaciado. De ahí desconfianzas y recelos. Porque temen que antes o después perderán el momio del dolce far niente. Esto no es general pero sí más abundante de lo que debiera.

Lo que estamos viendo en muchos sitios es que lo peor se rebela contra lo mejor. Y en ocasiones con el más nimio pretexto. Como en este caso. No sufren el éxito, la alegría, la unión con Dios, la fidelidad a la Iglesia. No conozco a Jaime Mercant pero si lo que dicen que ocurrió, que tampoco me lo creo, fue así, estoy seguro de donde está la razón. Y de donde está la Iglesia. Ciertamente en una magnífica generación de jóvenes sacerdotes. Que van a volver a levantar, que ya están levantando, lo que otros destruyeron.
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