"Amaos unos a otros como yo os amo" (19.5.19)

Solo en el amor crece la humanidad

Hay un amor natural a nosotros mismos. Lo cultivamos cuidando de nuestra vida y bienestar. Hay también un amor natural entre hombre y mujer, y una amistad gratificante entre personas que también surge espontáneamente. Tanto el amor entre hombre y mujer como la amistad entre dos personas aportan una satisfacción al “yo”. Una satisfacción que es buena y legítima. Los griegos empleaban el término “eros” para designar el amor entre hombre y mujer; y el término “filia” para referirse a la amistad.

     Pero el amor erótico entre hombre y mujer así como la amistad fácilmente se desvían por el egocentrismo. Cuando la mujer o el hombre casados solo piensan solo en satisfacer su necesidad a costa de sacrificar a su pareja, divinizan el placer y destruye el proyecto comunitario. Análogamente cuando una o uno cultiva una amistad únicamente para sacar partido en provecho propio acaba matando esa amistad. Y como lo opuesto al sentimiento de amor es el rechazo y lo opuesto la amistades la enemistad, cuando entra el “egocentrismo”y se apodera de nosotros, acabamos matando a la persona amada o convirtiendo al amigo en enemigo. De ahí el dicho: “hay amores que matan”.

      En esta situación los escritos de las primeras comunidades cristianas celebran que Dios es amor y emplean la palabra “agapé” para destacar que se trata de un amor que gratuitamente se da. Lo más parecido en nuestra cultura es el amor de la madre a su hijo. Y con ese mismo término designan también  al amor humano. En efecto, además de la dimensión erótica en ese mor humano hay otra dimensión de gratuidad en que el “yo” sale hacia el otro sin buscar nada a cambio. El que ama de verdad está diciendo al amado: “quiero que vivas siempre” La maduración humana consiste en que la dimensión erótica del amor para que no degenere en egocentrismo vaya siendo asumida y transformada por la gratuidad en un proyecto   de vida comunitaria.

     Como verdadero hombre, Jesús amó, tuvo sus amistades sufrió el rechazo de quienes no aceptaron y le afectó  el abandono de sus amigos. Pero no se cerró egoístamente en su “ego” ni en su grupo. Pasó por el mundo haciendo el bien y derribando los muros de separación. En vez de sacrificar a los otros para mantener su seguridad, fue capaz de vivir el amor como ”agapé” hasta entregar la propia vida por los otros . Así reveló que Dios es amor, y a todos nos indica el camino a seguir: “amaos unos a otros como yo os he amado”

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