Semana Santa con la guerra de Ucrania al fondo Domingo de Ramos: "Los sencillos se alegran y los poderosos ven un peligro para sus intereses"

Oración por Ucrania
Oración por Ucrania

"Ha cambiado el panorama de nuestro mundo. Hace un año andábamos asustados y encogidos por ese virus que nos amordazó. Cuando parece que vamos respirando, nos sorprende una invasión imperialista y por la fuerza que a todos nos ha descolocado"

"Y también sigue cambiando la situación de la Iglesia en la sociedad española. Estamos pasando a una sociedad laica, donde ya no hay una religión oficial del Estado"

"Una lógica del poder y del imperialismo que se impone por la fuerza bruta sin respetar la dignidad y derechos fundamentales de las personas"

En la Semana Santa los cristianos celebramos la muerte de Jesucristo y su victoria sobre la muerte. No como acontecimientos ajenos sino como dinamismo de vida en que ya discurre nuestra existencia humana. Lógicamente esta celebración tiene lugar en el tiempo cuyos cambios dan nueva tonalidad y sugieren actualizar esa celebración.

Ha cambiado el panorama de nuestro mundo. Hace un año andábamos asustados y encogidos por ese virus que nos amordazó. Cuando parece que vamos respirando, nos sorprende una invasión imperialista y por la fuerza que a todos nos ha descolocado. Contra esa invasión brutal, la reacción de organizaciones políticas internacionales no se ha hecho esperar; con buen sentido más que la guerra frontal, se han elegido sanciones económicas para disuadir al invasor. Pero lo más significativo y esperanzador, no es solo la ferviente defensa de su dignidad y derechos que están haciendo los aguerridos ucranianos, sino la compasión indignada y solidaria de quienes tienen buen corazón para ayudar a los hermanos desvalidos.

Papa besa la bandera de Ucrania
Papa besa la bandera de Ucrania

Y también sigue cambiando la situación de la Iglesia en la sociedad española. Estamos pasando a una sociedad laica, donde ya no hay una religión oficial del Estado. De no caer en la cuenta de este cambio, podemos valorar la verdad de nuestra celebraciones cristianas  en apariencias de grandiosidad externa que ya están fuera de ambiente cultural. Hay que leer el nuevo signo del tiempo como invitación a intensificar la fe o experiencia cristiana en estas celebraciones.

              Teniendo en cuenta la nueva situación, bien merece la pena meditar sobre el significado de la Semana Santa. Los dominicos destacamos que la encarnación es el artículo central de la religión cristiana, y en nuestra espiritualidad nada humano es ajeno. En esa clave valgan algunas sugerencias.

Domingo de Ramos: Las dos posturas en tensión

La preocupación primera de los creyentes que redactaron los textos bíblicos y evangélicos no fue hacer crónicas sobre lo que ocurrió una vez sino más bien presentar a la consideración de todos lo que ocurre una y otra vez a lo largo de la historia. Y en esa perspectiva debemos escuchar las dos lecturas que la Iglesia propone en el domingo de Ramos: La entrada de Jesús en Jerusalén aclamado por la gente sencilla, y el relato sobre su condena dictada por las autoridades religiosas y políticas.

            Jesús de Nazaret experimentó a Dios como Presencia de amor que continuamente a todos da vida,  y propuso  la fraternidad sin  discriminaciones como el destino de la humanidad.  A la hora  de recibir esa propuesta hubo dos reacciones.

         Los sencillos y de buen corazón se alegraron: encontraban sentido a sus vidas. Por eso sstaban a la entrada de Jerusalén esperando al Libertaddor:“¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto».

Palmas blancas para el Papa y los obispos de Orihela y Solsona
Palmas blancas para el Papa y los obispos de Orihela y Solsona

         Pero autoridades religiosas judías, en consorcio con los gobernantes políticos de turno,  vieron en ese Evangelio  un peligro para sus posiciones privilegiadas. Por eso también allí, a la entrada de Jerusalén agazapados e indignados, esperaban al Profeta para quitarlo de en medio. Horas después apresado Jesús y llevado al tribunal de gobernador romano, “los sumos sacerdotes y escribas lo acusaban con ahínco”.

Dos posiciones que se repiten a lo largo de la historia humana:

Una lógica del poder y del imperialismo que se impone por la fuerza bruta sin respetar la dignidad y derechos fundamentales de las personas. Es la ideología que está funcionando en la invasión de Ucrania; no hay escucha ni diálogo, solo ataque y destrucción.

      Contra esa intolerable invasión, altas instancias políticas estadounidenses y europeas han reaccionado esgrimiendo valores de libertad, solidaridad, autodeterminación que, según dicen, tienen lugar en la organización de  de sus pueblos.Parece sin embargo necesario distinguir entre principios formulados en teoría, y valores vigentes en práctica. Sin desdeñar los  pasos que han dado, dentro de la sociedad occidental, en la formulación de derechos y deberes, esos principios formulados solo pasan a ser valores cuando  se plasman en el dinamismo de la organización social. Y aquí llega el interrogante: ¿en el sistema económico y político de esta sociedad occidental donde se proclama la democracia, no está funcionando también esa ideología imperialista y la lógica de la comercialización que deja fuera de juego a la compasión y a la gratuidad solidarias? 

Cristo de los crucificados
Cristo de los crucificados

Aunque no todos los acontecimientos son queridos por Dios, todo sucede en Dios, presencia  de  amor. Así  podemos y debemos discernir su Presencia de amor en esta situación trágica de la  guerra. Esa Presencia encarnada toma voz en los sentimientos y gestos de los invadidos por defender su dignidad como personas y como pueblo. En las madres que para salvar a sus hijos salen de su tierra buscando lugar seguro. En la compasión solidaria de tantas personas que, movidas por su buen corazón, dan lo que tienen e incluso arriesgan su propia vida para ayudar a los injustamente atropellados. Estamos sufriendo un proceso de globalización con exclusión creciente de los más pobres. Se impone una globalización desde abajo como exigencia de lo divino que hay en la humanidad. Así lo entendieron los sencillos que vieron y aclamaron a Jesús como Mesías.  Todo un rumor y un signo de esperanza.

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