IV.Lo divino y lo humano enseparablemente unidos.ncarnación del Evangelio en el tiempo

Reflexiones desde Costa Rica

Fue el título que me dieron par el conversatorio el día 3 de septiembre en la tarde, con personas de barrio en un Centro animado por los Misioneros del Espíritu Santo. Indicaron que las personas estaban interesadas en la relación entre Iglesia y Política. Por elemental prudencia pues no conozco bien la situación del tema en Costa Rica, prefiero dar un marco general, añadiendo algunos textos del Vaticano II, para que los mismos costarricenses se planteen el tema y dialoguen. La audiencia fue muy concurrida y las muchas intervenciones iluminadoras. El acompañamiento a este pueblo cristiano en proceso de renovación es también una dimensión de CEDI)

“En la encarnación el Hijo de Dios en cierto modo se ha unido a todo ser humano”(Concilio Vaticano II)

A Dios nadie le ha visto. Pero los cristianos creemos que en la conducta de Jesús de Nazaret conocemos que Dios es amor y que nuestra vocación es re-crear la conducta de Jesús que pasó por el mundo haciendo el bien, curando heridas y combatiendo las fuerzas del mal. Jesús no fue un monje retirado en un monasterio, sino que vivió dentro del mundo, en la sociedad de Nazaret. No vivió separado del mundo, la entera familia humana. La mayor parte de su vida discurrió en Nazaret, “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre”. En ese mundo –las aves del cielo, los lirios del campo, en todos los personas y en todo lo que sucede, gustó la presencia de Dios que está amando a todos y a todo. Pero los que no vivían económica, política y religiosamente bien situados no aceptaron ese camino de amar a todos, y le condenaron a muerte.

Poco antes de morir Jesús pidió la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.… por sus discípulos: “no pido que los saques de este mundo sin que los libres del mal”. El mundo es la entera familia humana con todas las realidades entre las que vive; en este sentido el mundo es bueno y los cristianos pertenecemos a esta familia. Pro en el mundo hay también avaricia, soberbia deseo de acaparar riqueza aunque otros mueran de hambre; y Jesús pide que sus discípulos vivan libres de esas lacras.

Las primeras comunidades cristianas intentaron vivir siguiendo la conducta de Jesús. Los cristianos en su vida corriente eran como los demás; solo se distinguían por el estilo de vida: trabajaban, vestían, comían y participaban en los asuntos de la sociedad como los demás. Pero decían no al orgullo, a la soberbia y al poder que oprime a los demás. Estaban convencidos que Dios ama a este mundo pero rechazaban la soberbia de los poderosos que oprimen a los pobres Por eso también ellos eran perseguidos y condenados a muerte. Recordemos los primeros mártires cristianos. Distinguían bien: “tanto amó Dios al mundo que le envió a su Hijo para salvar al mundo”; pero el mundo tiene también un lado sombrío: “la pasión de la carne, y la arrogancia de la vida, que no proviene del Padre”. En este sentido el cristiano debe estar en el mundo sin ser del mundo.

En el s. IV el cristianismo fue reconocido como religión oficial del imperio romano. Salió de las catacumbas y entró en las basílicas. Los cristianos, sobre todo los que tenían autoridad en la Iglesia comenzaron a tener privilegios sociales. Corrieron el peligro de encarnarse identificándose con lo malo del mundo: soberbia, poder que oprime, creerse más que los demás. Y dejando de vivir la fe cristiana como amor y solidaridad opuestos al poder que oprime y a la soberbia. Reaccionando contra la mundanización  de la Iglesia  muchos cristianos se fueron al desierto para vivir de verdad el evangelio: se llamaban anacoretas dedicados a la ración y a la penitencia.

Durante la Edad Media el mundo conocido era oficialmente cristiano y la Iglesia imponía de algún modo sus normas en la sociedad. Cuando en el mundo moderno la humanidad (el mundo) intentó liberarse de la tutela eclesiástica, la Iglesia reaccionó condenando los errores de ese reclamo sin entrar en diálogo suficiente con lo que pedía la humanidad. Así y en los catecismos el mundo se identificaba sin más con el mal: “demonio, mundo y carne” eran ls enemigos del alma.

            En la misma Iglesia entró la tentación del poder. Y así la comunidad cristina que en el proyecto original era una fraternidad –“el que quiera ser mayor se servidor de todos”- con frecuencia degeneró en una sociedad de desiguales

 Entre 1962-1965 se celebró un concilio ecuménico – todos los obispos del mundo con el papa, obispo de Roma y Sucesor de San Pedro- para decirnos qué es la Iglesia y su relación con el mundo.

            -La Iglesia es una comunidad de vida donde todos los bautizados han recibido el único Espíritu de Jesucristo. Nadie es más que nadie, si bien hay distintos ministerios que deben interpretarse y ser ejercidos como servicio a la comunidad. Siendo comunidad hombres y mujeres debe tener una estructura para su funcionamiento. Lo malo es que veces la estructura ahoga la vida

            La Iglesia es parte del mundo: la entera familia humana con todas las realidades éntre las que vive. Debe ser solidaria de este mundo, con gozos y esperanzas, logros y fracasos. Debe mirar lo que ocurre en este mundo para descubrir ahí la llamada del Espíritu. Pero en ese diálogo con el mundo la Iglesia debe hacer inolvidable a Jesucristo que pasó por el mundo como servidor de todos hasta entregar la propia vida pensando en los demás.

Pasados ya cincuenta años del concilio Vaticano II tenemos como Sucesor de San Pedro a un papa latinoamericano que quiere una Iglesia como sugirió en Concilio

            - Una Iglesia en salida. Que no se cierre en sí misma sino que se abra al mundo, a la sociedad con todos sus problemas para, con los demás seres humanos buscar soluciones.

            - Que la Iglesia en ese diálogo con el mundo sea testigo creíble del Evangelio: Dios es amor, continuamente ama a todos y la verdadera realización de los seres humanos es mar para construir la fraternidad universal que Jesús llamó “reino de Dios”

            - La Iglesia no es una sociedad piramidal de desiguales sino un comunidad de hermanos con la misma dignidad de hijos de Dios. Por ese testimonio no es tarea solo de los obispos o presbíteros, sino de todos los bautizados

Nosotros somos cristianos. Unos practicantes. Otros alejados. Hace poco un bautizado me decía que él y no practica la religión pero que es un “ateo místico” ¿Cómo nos identificamos ?

Después de esta introducción y con el imperativo de vivir nuestra fe cristiana dentro de la sociedad costarricense,

¿Qué desearías clarificar sobre lo dicho?

Cuando escuchas la palabra “Iglesia” ¿qué es lo primero que te evoca?

¿ La Iglesia debe entrar en política? ¿Cómo debe entrar?

Textos del Vaticano II que orientan sobre la relación “Iglesia –política”

“La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad”

La orientación del hombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad, la cual posee un valor que nuestros contemporáneos ensalzan con entusiasmo. Y con toda razón…La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección. La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa”

“La misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso. Pero precisamente de esta misma misión religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina”

El Pueblo de Dios, movido por la fe, que le impulsa a creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios. La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la menta hacia soluciones plenamente humanas”

Me impresionaron gratamente no solo la numerosa asistencia, en su mayoría personas relativamente jóvenes, y el interés con que siguieron la exposición, sino sobre todo sus acertadas intervenciones. Esas  personas  son ya la expresión  de la "Iglesia en salid" qe, gracias al Espíritu est´rejuvenecienco.

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