En la festividad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Invirtamos la pirámide

Cristo, sumo y eterno sacerdote
Cristo, sumo y eterno sacerdote

"Jesucristo no perteneció a la tribu de sacerdotes judíos encargados del culto religioso"

"Jesucristo es Sumo Sacerdote con su forma de vivir y de actuar totalmente seducida y abierta a la Presencia de amor que es “Abba”, y entregada totalmente en favor de los demás"

"Dar la centralidad a todo el pueblo cristiano. Solo en esa visión acabaremos con la patología del clericalismo y despertará ese elefante dormido que son los laicos mayoría de los bautizados"

No es infrecuente entre los mismos cristianos una visión piramidal de la Iglesia. En la cúspide, representando a Jesucristo como sumo sacerdote, el papa con los obispos. Colaboradores inmediatos los presbíteros a quienes llamamos sacerdotes, y en grado inferior los diáconos. Después, como sujeto receptor, están los demás bautizados. Obispos y presbíteros ofrecen el sacrificio de la misa donde los demás asisten, y administran   los sacramentos que los fieles reciben.

Es una visión religiosa siguiendo esquema de otras religiones, pero no es una visión cristiana de la Iglesia.

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Cristo

Jesucristo no perteneció a la tribu de sacerdotes judíos encargados del culto religioso.  El sumo sacerdote de esa tribu,  en el día de la Expiación, sacrificaba un novillo a Yahvéh   por los pecados del pueblo. Pero no consta que Jesucristo participara en las funciones litúrgicas   ni en los   sacrificios rituales que se celebraban en el templo de Jerusalén. Más bien los relatos evangélicos dejan entrever cierta crítica negativa sobre prácticas religiosas del templo encubridoras de la mentira y de la injusticia.

Según la Carta a los Hebreos, Jesucristo es sumo sacerdote ”santo, inocente, incontaminado y nuevo”. El sumo sacerdote de los judíos ofrecía sacrificios rituales a Yahvé con animales sacrificados. Jesucristo es Sumo Sacerdote con su forma de vivir y de actuar totalmente seducida y abierta a la Presencia de amor que es “Abba”, y entregada totalmente en favor de los demás.

Jesús ejerció el nuevo sacerdocio con su estilo de vida: pasó haciendo el bien, curando heridas, combatiendo las fuerzas malignas que tiran a las personas por los suelos.  Sobre todo, entregando la propia vida con amor en la cruz y siendo así totalmente para los demás.  La muerte por amor que fructificó en la resurrección, consuma y da sentido a los gestos sacramentales de Jesús : comidas con los pobres y pecadores, última cena y  lavatorio de los pies.   

En consecuencia todos los bautizados que deciden e intentan recrear en su propia andadura la conducta de Jesús, son  el nuevo pueblo sacerdotal.  Se comprometen   a pasar por el mundo haciendo el bien, curando heridas y combatiendo las fuerzas malignas que desfiguran el rostro de la humanidad. Todos los bautizados tienen una palabra que decir en la Iglesia, son sujetos activos de la celebración litúrgica, deben intervenir en la misión y organización de la comunidad.

Para servir a esta vocación sacerdotal de todos los bautizados, el Espíritu suscita distintos ministerios con sus propias funciones. Algunos de esos ministerios se llaman ordenados porque se confieren por un sacramento: diáconos, presbiterios y obispos.  El obispo de Roma, sucesor de San Pedro, recibe el ministerio de servir a la comunión de todas las Iglesia locales, obra del Espíritu Santo

En esta visión de la Iglesia los distintos ministerios y funciones no dan superioridad de unos sobre otros. Todos los bautizados tenemos la misma dignidad; somos hermanos.

En esta visión se comprende la relevancia que dio el Concilio a las iglesias locales, todas ellas verdadera iglesia de Jesucristo. La iglesia de Romas no es más iglesia que la de Burgos o la de Osma. Ni el papa es el obispo del mundo como dijo algún medio de comunicación cuando Juan Pablo II visitó a España.

Dar la centralidad a todo el pueblo cristiano. Solo en esa visión acabaremos con la patología del clericalismo y despertará ese elefante dormido que son los laicos mayoría de los bautizados. Algunos cristianos todavía dicen “que haces la Iglesia” refiriéndose solo al clero. Otros con los brazos cruzados, sueñan con un nuevo papa que arregle todo.  Sólo en la visión y en la conciencia de Iglesia como pueblo sacerdotal puede prosperar la sinodalidad que pertenece a la entraña de la Iglesia. Que no se reduce a teorías y soflamas sino que significa recorrer el camino juntos, cada uno con su vocación  y función dentro de  la Iglesia.

En el título digo invertir la pirámide. Sí, hay que dar centralidad a todo el pueblo sacerdotal a cuyo servicio están los ministerios. No esperar que el papa y los obispos renueven la Iglesia mientras los demás cristianos seguimos dormidos. Pero mejor diríamos: hay que pasar de una visión de la Iglesia como sociedad piramidal, a una Iglesia comunidad de hermanos, testigos creíbles de fraternidad universal sin discriminaciones.

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