Jueves Santo: "Haced esto en memoria mía" "Seguimos celebrando la Cena del Señor en una sociedad desfigurada por la injusticia y por la pobreza escandalosa"

Jesús
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Jesús de Nazaret fue un judío piadoso que se encontró con una religión de autoridad. Propuso un culto en espíritu y en verdad. Pronto encontró la oposición de los arrogantes instalados  que  tramaron eliminarlo

Algunos sin embargo fueron sensibles a la novedad. Iban a sufrir dura prueba viendo al Maestro condenado por blasfemo y como rebelde político. ecesitaban que Jesús siguiera con ellos después de su muerte. Y en ese contexto se celebró la Ultima Cena

"En esa celebración Jesús hizo otro gesto profético. Se levantó de la mesa, se ciñó una toalla y lavó los pies a sus discípulos. Cosa inaudita en aquella cultura  donde era el discípulo quien debía lavar los pies al maestro"

"'Os he dado ejemplo para que vosotros continuéis esa forma de vivir', dijo. Un ideal sin embargo nada fácil de practicar… La tentación de caer en el ritualismo saltó desde el principio"

"Un peligro que se hace triste realidad cuando interpretamos la celebración eucarística solo como un acto de culto en honor de la divinidad alejada y reducimos la misa a un precepto"

"Ahí está el interrogante que ya en 1975 lanzaba Pablo VI a los cristianos: '¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís?'"

Jesús de Nazaret fue un judío piadoso que se encontró con una religión de autoridad: contaban más los preceptos y ritos que la vida y dignidad de las personas. Como profeta itinerante practicó y propuso un culto en espíritu y en verdad, una conducta que brota del corazón inspirado por el amor: “misericordia quiero y no sacrificios”  Pronto encontró la oposición de los arrogantes instalados  que  tramaron eliminarlo.

Algunos sin embargo fueron sensibles a la novedad que percibieron en la conducta de Jesús hombre totalmente para los demás. Pero la conversión no era fácil como dejan entrever los mismos relatos evangélicos. Viendo Jesús que su muerte estaba próxima, quiso que sus discípulos continuaran viviendo y proclamando el Evangelio. Iban a sufrir dura prueba viendo al Maestro condenado por blasfemo y como rebelde político. Necesitaban que Jesús siguiera con ellos después de su muerte. Y  en ese contexto se celebró la Ultima Cena.

Cada año los judíos celebraban la pascua, el paso de Dios que, compadecido del pueblo esclavizado en Egipto, intervino para liberarlo; y esa  celebración era memorial que actualizaba esa liberación. Celebrando la pascua judía con sus discípulos, Jesús, en el simbolismo la comida, les ofrece el significado liberador de su vida y de su muerte. “Mi carne y mi sangre”, toda mi persona con su amor, sus afanes, proyectos y entrega por amor a los demás. Y, según los evangelios, en esa celebración Jesús hizo otro gestoprofético. Se levantó de la mesa, se ciñó una toalla ylavó los pies a sus discípulos. Cosa inaudita en aquella cultura  donde era el discípulo quien debía lavar los pies al maestro.

En esos dos gestos Jesús entregó su Evangelio: compartir en actitud de servidor. Por eso añadió: “Haced esto en memoria mía”, actualizando mi conducta en vuestra propia conducta. “Os he dado ejemplo para que vosotros continuéis esa forma de vivir”.

Según los Hechos de los Apóstoles, en la primera comunidad cristiana se mantenía viva esa “memoria” de Jesús, los bautizados actualizaban su conducta; todos compartían con todos, y los pobres eran atendidos con especial cuidado. Un ideal sin embargo nada fácil de practicar porque, ya en esa misma comunidad, alguno en vez de compartir, se guardaba su renta. La tentación de caer en el ritualismo saltó desde el principio. San Pablo en su primera carta a la comunidad de Corinto denuncia la deformación: todos hacen el rito de la comida, pero mientras unos se hartan otros pasan hambre; ahí no se celebra de verdad la Cena del Señor.

El entrar el movimiento cristiano en la cultura griega y romana, sobre todo cuando el cristianismo llegó a ser religión oficial del imperio, hubo peligro de catalogar este movimiento como una religión más que ofrecía  culto a la divinidad imaginada como poder absoluto, celosa de su honor y amenazante si los mortales no se someten ofreciendo sacrificios. Un peligro que se hace triste realidadcuando interpretamos la celebración eucarística solo como un acto de culto en honor de la divinidad alejada y reducimos la misa a un precepto.

Seguimos celebrando la Cena del Señor en una sociedad desfigurada por la injusticia y por la pobreza escandalosa. Los mismos cristianos fácilmente tejemos nuestra existencia siguiendo la lógica de la fiebre posesiva. Y ahí está el interrogante que ya en 1975 lanzaba Pablo VI a los cristianos que hacemos  memoria de Jesucristo en celebración de la eucaristía donde nunca debería faltar la comunión: “¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís?”. La celebración de la eucaristía puede y debe ser signo y fermento de fraternidad sin discriminaciones. Es la invitación del jueves santo: “Haced esto en memoria mía”.

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