El atrio de los gentiles

Es una expresión de Benedicto XVI refiriéndose a los espacios de socialización que los nuevos medios han creado. Ahora la recogen los “Lineamenta” para el Sínodo de Obispos que tratará el tema de “la nueva evangelización para la transmisión de la fe”.

Por lo visto “el atrio de los gentiles” en el templo de Jerusalén, era el patio donde podían entrar, encontrarse con Dios y hacer oración los paganos que no profesaban la fe de los judíos ni practicaban sus ritos religiosos. Pero aquellos judíos, tan celosos de la religión como del dinero, habían invadido aquel espacio con sus mesas de objetos religiosos y comercio de animales para los sacrificios; estaban profanando el lugar sagrado de los gentiles. Por eso Jesús de Nazaret, viviendo la intimidad con el Padre que a todos mira con amor y a todos se revela, indignado reaccionó con aquel gesto profético: “fuera de aquí; mi casa es casa de oración para todos los pueblos, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones”.

En algún tiempo hubo peligro de interpretar la nueva evangelización como estrategia nueva para reconquistar a los alejados de la Iglesia sobre todo en países que venían siendo tradicionalmente cristianos. Pero más sutil es otra intencionalidad: ver cómo se logra que los no creyentes cristianos se convenzan con argumentos tumbativos. Así los reducimos fácilmente a objetos de persuasión. No respetamos su espacio, no los miramos como imagen de Dios y también portadores de la verdad. En el fondo somos proselitistas.

Durante varios años en Cuba tuve la suerte de colaborar en la investigación y en la docencia con intelectuales serios y honrados que se confesaban ateos. Cuando alguna vez mis hermanos dominicos me preguntaban amistosamente a cuántos marxistas había convertido, les respondía también de modo un poco jocoso: estoy en proceso de conversión. En el diálogo con aquellos ateos vislumbré que rechazaban a una divinidad percibida como no suficientemente justa. Ellos me ayudaron a descubrir el ateo que también llevo dentro de mí mismo y aflora de cuando en cuando. Trabajando por la utopía de una sociedad más igualitaria y libre, de alguna manera “en el atrio de los gentiles” se encontraban con Dios. Era cuestión de mirarlos como portadores también de la verdad e interlocutores en la búsqueda de la verdad completa.

Estamos en una sociedad postcristiana, plural, democrática. En ese contexto están surgiendo aspiraciones, valores en el atrio de los gentiles que ya es un espacio sagrado. No es cuestión de imponer por la fuerza nuestras creencias cristianas. Tampoco se trata de meter en ese atrio de los gentiles normas, ritos y costumbres que pueden tener sentido dentro del templo.

Es decisivo reconocer la sacralidad de esos espacios donde los seres humanos buscan a Dios muchas vences sin saberlo. Entrar ahí, reconocer su consistencia teologal, y dejarnos interpelar por ellos para quitar mucha escoria que los cristianos personal e institucionalmente vamos almacenando, y para avanzar un poco más en la comprensión del Evangelio donde creemos que habla la Palabra inagotable.
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