La experiencia que llamamos fe cristiana

Domingo 4º de Resurrección

Evangelio. Jn 10,27-30:

 En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

Para meditar.

 Jesús de Nazaret vive una experiencia singular: Dios es “Abba“, ternura infinita  que continuamente se renueva  dando vida y aliento a todo. Jesús vive respirando esa ternura en el proceso de su propia existencia  y en la forma de relacionarse con los demás. Es el conocimiento en sentido bíblico entendido como sintonía profunda en el amor y la confianza. Una experiencia que vence las tentaciones y supera  las noches oscuras: “No estoy solo porque el Padre está conmigo: yo y el Padre somos uno”.

         Con frecuencia reducimos la fe cristiana a creer lo que no vemos, aunque a veces  es más difícil creer lo que estamos viendo. Como si fuera solo aceptación  obediente a verdades  que algunos privilegiados formulan. Nos dicen que Dios existe, que Jesucristo resucitó, que está presente en el sagrario . Aceptamos esas informaciones sumisamente y quedamos tan tranquilos porque estamos dentro de la ortodoxia católica. Corremos el peligro de reducir la fe a creencias que se borran sin trauma en un cambio de cultura.

         El evangelista Juan habla sobre la  experiencia de fe cristiana  con el simbolismo del conocimiento que, dentro de aquella cultura rural, hay entre el pastor y sus ovejas: escuchan e interiorizan la voz, lo que el pastor  piensa, vive y quiere; experimentan que son conocidas, aceptadas y cuidadas; lógicamente se sienten a  gusto siguiendo su llamada. La fe cristiana es un encuentro con Alguien que nos ama; una sintonía espiritual que se vive y no se define.  Más que sometimiento inspira gozosa confianza y entrega a la voz que nos habla desde dentro confiando que así  llegamos a ser nosotros mismos. Una fe que no sea experiencia mística para crecer en humanidad no es cristiana.

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