La fe cristiana como experiencia mística

Domingo 27º del tiempo ordinario

Evangelio: Lc 17, 5-10

Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.

¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice:  pasa, siéntate a la mesa? No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

Para meditar:  

En esta catequesis hay dos partes. Una, sobre la fe poder de la fe. Otra sobre la conducta del creyente. La fe cristiana no se reduce a creencias o aceptación de verdades con la cabeza. Es una experiencia tan compleja   como el amor. Una entrega total de la persona que libremente se abre a la auto- comunicación de Dios mismo, presencia de amor, que ha encontrado recepción total en Jesucristo y se está dando proporcionalmente en todo los seres humanos .

Esa fe no elimina las dificultades. Pero  da luz y fuerza, para que en las situaciones de oscuridad y de prueba, seamos nosotros mismos  con  la serena certeza de que  todo sucede  en esa Presencia de amor. Porque nos vamos haciendo creyentes en el tiempo, la fe no algo estático; se va ejerciendo a lo lago de la horas, va creciendo como el grano de mostaza. Hay momentos en nuestra vida personal, de familia o de trabajo en que la oscuridad e imposibilidad nos acorralan y deprimen. Un éxodo de nuestro egocentrismo para ir cayendo en la cuenta de que hay en nuestra intimidad una Presencia de amor, y que nos humanizamos en la medida en que nuestro “yo” vive de esa Presencia en nuestra relación con los demás.

 La vida de fe cristiana como apertura libre y total a esa Presencia de amor que es el misterio de Dios no se inspira en la paga que nos den. Una tentación que sufrían  ya los primeros cristianos. “nosotros que hemos dejado todo ¿ qué tendremos en recompensa?”. La verdadera espiritualidad cristiana tiene como inspiración la fe o experiencia mística: “Muéveme Tu mi Dios de tal manera   que aunque no hubiera cielo yo te amara, y aunque no hubiera infierno te temiera”.. Es la fe o experiencia que hoy necesitamos avivar los cristianos. 

Volver arriba