El pan de vida que n muere
Domingo 20º del tiempo ordinario
Evangelio: Jn 6, 51-58:
"Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo». Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros... El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre".
Par meditar:
San Juan manifiesta la fe de los primeros cristianos. Se trata de encontrar un pan que alimente y de sentido a la existencia. Ese pan dice Jesús “es mi carne para vida del mundo”. Es decir mi modo de vivir y de morir: haciendo el bien, curando heridas y combatiendo a las fuerzas dia-bólicas que dividen y matan: odio, venganza, injusticia, soberbia.
En su forma de vivir y de morir Jesús está manifestando la misma vida de Dios que es amor. Por eso dice: “lo mismo que yo vivo por el Padre”, es decir actuando por amor a todos, ”el que come, vivirá por mi”, saldrá de su egoísmo, vivirá haciendo el bien y creando un mundo habitable para todos.
“El que coma de este pan vivirá para siempre”. Contra esta vida inspirada y tejida desde el amor, la muerte biológica no puede. El amor es más fuerte que la muerte. Para mantener y alimentar esa vida tiene sentido la celebración y comunión eucarísticas. No son fríos ritos y cumplimientos para contentar a una divinidad alejada. Son símbolos que expresan y fortalecen a nuestra vida de fe cristiana: comer la carne y la sangre, re-crear la vida o conducta de Jesucristo en nuestra propia existencia.