“Vosotros sois testigos de esto”(2.6.19)

  1. La Ascensión” tiene rico valor simbólico: el Resucitado ha entrado ya en la plenitud de la vida como primicias de una gran cosecha que es la humanidad y la creación entera. Para hacer inolvidable y actualizar esa victoria sobre la muerte, tiene sentido la Iglesia: “vosotros sois testigos de esto”: que Dios nos ama incondicionalmente y que nos realizamos de verdad amando”. Pero conviene destacar dos implicaciones de ese testimonio.

  1. Ya los primeros cristianos tuvieron la tentación que continuamente tenemos también nosotros: ante los problemas de la sociedad y de la misma Iglesia, evadirnos en una espiritualidad etérea o en un intimismo enfermizo. Quedarnos mirando al cielo sin meter las manos en la masa de este mundo y sin comprometernos con los otros para erradicar los males que a todos nos deshumanizan. Sin el compromiso por construir una sociedad más confortable, más fraterna y más justa para todos, no hay fe cristiana o encuentro con el Resucitado.

  1. Testigo creíble es el que ha vivido y tiene experiencia del acontecimiento. Ser testigos creíbles de lo acontecido en la vida, muerte y resurrección de Jesús implica dos condiciones. Primera, vivir la fe como experiencia o encuentro vivo con el Resucitado que sigue mostrando las llagas de la muerte en cruz como consecuencia de su conducta histórica en favor de todos siendo voz de las víctimas. Segunda, re-crear en la propia historia la conducta de Jesús apasionados por construir una sociedad fraterna donde todos puedan tener una vida digna. No hay garantías de que nuestro testimonio sea sin más aplaudido y aceptado. Pero debemos meditar en el aviso evangélico: “si el gran de trigo no muere, no dará fruto”
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