Perdonar, ¿por qué y cómo?

El Arzobispo de Malinas-Bruselas (Bélgica), y Cardenal desde 1983, nos ofrecía hace poco una excelente reflexión sobre el significado humano y cristiano del perdón. Quizá mejor, del acto ineludiblemente único de ser perdonado y perdonar. Una meditación breve y divulgativa y, sin embargo, precisa, sutil y muy bella en las metáforas que emplea, referida a esta experiencia sicológica, moral y, al cabo, religiosa que llamamos “perdonar”.
El perdón lo necesita la sociedad y lo necesita cada individuo para sobrevivir como persona. El autor elige desde el comienzo la perspectiva de las relaciones de proximidad o “entre particulares”, frente a las “públicas”, para llevar a cabo su proyecto. Pero esto no significa, a mi juicio, que se malogre todo su valor político: “perdonar tampoco es renunciar a nuestros derechos... la decisión judicial tiene como padres a la ley y el derecho, mientras que la caridad es la madre del perdón” (p 18). El caso es que recorriendo el proceso sicológico del perdón, “peregrinación del corazón”, nos irá ofreciendo una relación de elementos en juego, tan sensata y certera, como realista. 1) ¿Por qué perdonar? Para no enfermar de violencia, para no quedar paralizados en la memoria de nuestro dolor. 2) ¿Qué significa perdonar? ¡Ojo con las confusiones! No es negar la ofensa, requiere su tiempo, no suple a la justicia sino que la sigue en otro plano, no es altanero ni paternalista, tampoco lo hace todo nuevo. 3) Perdonar: un acto humano con exigencias para uno mismo. 4) Perdonar: no hay automatismos; “seguramente” es necesario tener la experiencia de haber sido tocados por la “gracia” de Dios, perdonados gratuitamente por Él, para acceder a otro orden que el propio del derecho o de la moral: el orden de la mística y de la gracia. Perdonar es “transmitir al otro lo que anteriormente nos ha prestado Dios... gratuitamente” (p. 46). El sacramento del perdón cobra así nuevos significados y nuevos efectos personales, eclesiales y sociales. 5. ¿Y después de perdonar? Nada es igual, hay que ser sinceros, pero todo es posible para el que es perdonado y, si no acepta el perdón o ya no es posible, todo comienza para el que perdona: podrá volver a vivir en paz, quizá con ayudas varias, pero podrá hacerlo y la fe ha de serle un don inestimable.
Dicho queda que el libro con su modesta presencia, merece la pena. Al final del texto aparece su única cita, referida a la obra que el Sr. Cardenal ha tenido muy presente en su “meditación”. Yo le hubiera recomendado ponerla al comienzo. Haber atendido más directamente a las condiciones políticas del perdón, y al concepto de pecado social, hubiese enriquecido estas palabras, pero en sí mismas, tal y como están, merecen la pena.

Véase, Cardenal Godfried DANNEELS, Perdonar. Esfuerzo del hombre, don de Dios, Madrid, San Pablo, 2007, 71 pp. (Col. Conjugar en cristiano).
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