Corpus Christi: Dadles vosotros de comer. Gaza, hambre en el mundo

PAN

  1. Multiplicación de los panes

Celebramos hoy el día del Corpus Christi. Fiesta que data del siglo XIII.

Hemos escuchado el relato más antiguo de la Eucaristía del Nuevo Testamento. Nos los relata San Pablo (que no conoció a Jesús). En el evangelio hemos escuchado la multiplicación de los panes de San Lucas, en la que está inserta la Eucaristía.

Comienza el texto evangélico diciendo que era el atardecer del día. Lo mismo que con los dos de Emaús, atardecía y se sentaron a la mesa, después de haber escuchado la Palabra y le reconocieron al partir el pan.

(Si no se es liturgista de vía estrecha, podemos apreciar la Eucaristía tanto en Emaús como en la multiplicación de los panes).

Como sabemos, para los judíos el día comienza al atardecer. Tanto para aquellas cinco mil personas, como para los dos de Emaús, está comenzando el nuevo día, el día de Jesús.

La multiplicación de los panes no es una cuestión de magia, (Jesús no es un prestidigitador) sino de solidaridad.Es un milagro que el ser humano dé. Sin embargo, cuando Cristo está presente en nuestra mente y en nuestro corazón, cuando celebramos la Eucaristía, se reparte lo que hay: cinco panes y dos peces, se reparte. Nos  saciarnos todos e incluso llega a sobrar. La multiplicación de los panes es multiplicar la vida.

El milagro de la multiplicación de los panes y los peces es el milagro de la solidaridad y la generosidad. Es la multiplicación del trabajo, del alimento, es compartir la vida.

  1. Multiplicación de los panes y Eucaristía.

En el evangelio de San Lucas la multiplicación de los panes tiene sabor Eucarístico. San Lucas sitúa la Eucaristía en la multiplicación de los panes: Jesús toma el pan, alza los ojos al cielo, bendice, parte el pan, lo da, distribuye…

En el mundo hay bienes más que suficientes para que todos podamos comer.

La Eucaristía será cuando todo el mundo tenga un plato para comer, un techo bajo el que cobijarse, un libro (cultura), una medicina, respeto, acogida... Tenía mucha razón el padre Arrupe cuando decía que, mientras exista hambre en el mundo, la Eucaristía no será plena. Mientras exista hambre en tantas personas, niños, en Gaza, mientras existan las guerras ¿cómo podremos celebrar la Eucaristía?

¿Cómo celebrar la Eucaristía con tanto odio, racismo, patriotismo, egoísmo económico?

  1. La Eucaristía es vida.

Al mismo tiempo, la Eucaristía hemos de situarla en el contexto de las muchas comidas - cenas salvíficas que Jesús celebró con mucha gente: comidas de encuentro y de vida.

Recordemos:

  • o El encuentro del hijo pródigo con el Padre se sella con un banquete, porque ese hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida (Lc 15, 11-32).
  • o A Jesús le echaban en cara que comía con pecadores y publicanos, (Mc 2,16).
  • o Recordemos el encuentro de Jesús con Zaqueo: hoy ha entrado la salvación a esta casa (Lc 19, 1-10).
  • o Recordemos la infinidad de momentos en los que Jesús evoca el banquete, la comida como encuentro de salvación (Mt 22,1-14).
  • o San Juan no sitúa la Eucaristía no tanto en la última Cena, sino también en la multiplicación de los panes, (Jn 6). El pueblo tiene hambre. Cristo es pan de vida: Yo soy el pan de vida (Jn 6).
  • o El Reino de los cielos se parece a un banquete de bodas, (Mt 22,24)
  • o Ofrece un banquete, llama a pobres, mancos, cojos, ciegos, (Lc y serás bienaventurado
  • o Recordemos cómo Cristo resucitado come con sus compañeros y discípulos.
  • o Los dos de Emaús reconocen la Vida al partir el pan (Lc 24, 13-35, v 30: Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio).
  • o Junto al lago Jesús les dice a los suyos si tienen algo que comer, comen pan y pescado (Lc 24, 36-49) y cuando compartieron el pan, se les abrió la inteligencia y comprendieron (v 45).
  • o La multiplicación de los panes, que hemos escuchado en el Evangelio es una Eucaristía (Lc 9, 11b-17: v 16: Jesús tomando los cinco panes, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio para que los sirvieran a la gente).

La Eucaristía no es un rito, una liturgia, mucho menos es una ley o precepto para cumplir con la Iglesia y salvar mi alma. La Eucaristía es más hermoso, más serio y  profundo: la eucaristía es  vida y redención, es asamblea. Impregnemos nuestra vida de Vida. Disfrutemos de la vida.

Da pena cuando del obispado llega una nota un tanto “jeroglífica” que dice, por ejemplo, que el día de San José es día de precepto, pero como no es fiesta laboral, quedamos dispensados de asistir a Misa, si bien los párrocos han de hacer lo posible para que los fieles puedan acudir a alguna misa.

Igualmente da pena cuando algunos preguntan si tal día es de “precepto”.

¿La vida es de precepto?

  1. La mesa del Señor está abierta a todos.

        Se hace extraño cómo el rigor litúrgico y moral ha ido reduciendo “los cubiertos de los comensales” de la mesa de JesuCristo. Para los que viven del entramado jurídico-moral-litúrgico la Eucaristía es un restaurante de no sé cuántas estrellas y que se ha de celebrar con  la “rigidez normativa litúrgica del desfile del día de la victoria”.

Pero para los que andamos como podemos en la vida, la Eucaristía es Emaús, es el banquete que el padre ofrece al hijo perdido. Somos pobres personas desilusionadas que tienen la fortuna de encontrarse con Cristo a la mesa para que “arda nuestro corazón”.

A veces pensamos en una Iglesia de perfectos, gente de élite, milimétricos en moral, puros y puritanos. Sin embargo la Iglesia nunca fue así y nunca lo será, porque estamos los que estamos: pecadores profundos, que amamos la vida, pero no acertamos.

Es de mucho consuelo saber que la mesa del Señor está abierta a todos, especialmente a los pecadores y publicanos.

        La mesa de los ricos y de los poderosos está cerrada a los pobres, probablemente “por razones de seguridad”.

Es profundamente inhumano interceptar, negar la ayuda que les pueda llegar a esos niños y gentes de Gaza. La mesa del Señor está abierta incluso a Judas.

        Da mucho alivio saber que todos tenemos sitio en la casa, en la mesa, en la fiesta del Padre. No importa nuestra condición moral, nuestro pecado. Somos hijos pródigos, publicanos, “magdalenas”, hemorroísas, pero Dios nos sienta encantado a su mesa.

  1. La Eucaristía crea la Iglesia.

        Cristo dijo a los suyos: “haced esto en memoria mía...” Lo que Jesús nos dijo es: “quiero estar en medio de vosotros: en vuestro pensamiento, en vuestras opciones y decisiones, en vuestra vida. Se trata de que el Señor esté presente en nosotros”. Cuando Jesús dijo haced esto en memoria mía, guardad mi presencia entre vosotros no se refería al sagrario, sino a las personas, a las comunidades, a las gentes...

        Cristo está en el sagrario, pero donde hace falta que esté es en nuestra vida, en nuestras parroquias y diócesis.

  1. Dadles vosotros de comer.

        Demos gracias a Dios, que eso es la Eucaristía: acción de gracias.

        Hay gente que se pregunta con un cierto escándalo progresista: ¿Y qué hace Dios que permite el hambre en el mundo, la guerra, que tantos niños mueran de paludismo?

        Pues la respuesta está en el evangelio de hoy: Dios nos ha hecho a nosotros

Dadles vosotros de comer

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