Humildad viene de humus: barro

- v 1. mal comienzo
Con cierta ironía solemne, el evangelio de hoy sitúa la escena en sábado, un día importante. Uno de los principales fariseos, recibe a comer en su casa a Jesús, pero la élite de la sociedad le estaba espiando.
Jesús había discutido mil veces y por mil cuestiones con los fariseos: el eterno problema de la ley y la libertad, la curación de los enfermos en sábado, la pureza o impureza de los alimentos, de las enfermedades, el mandamiento principal, el templo, etc. ¿Para qué le invitan ahora a comer?
O2. Humildad: humus
Nunca está demás acudir a la etimología de las palabras. Humildad viene de humus, es decir: tierra, barro, la tierra fértil.
Para comprender lo que pueda significar humildad, tenemos un primer elemento: caer en la cuenta de que somos tierra, barro. El ser humano más grande -o quien se cree grande- es, como todos, tierra, barro. Adán, (Adamah) significa barro
Somos barro, pero la tierra es fértil, da vida. Todo humus da vida. Desplegar las cualidades (los talentos, los carismas) que Dios nos haya podido dar y ponerlas al servicio de los demás es vivir humildemente: humus: vida.
- La humildad es vivir entendiéndose desde dios.
La humildad es entendernos desde Dios. Somos humildes cuando nos sentimos creados por Dios y vivimos en referencia a Él.
Cuando yo me siento como proveniente de Dios Padre, creado por el buen alfarero que es Dios, vivo agradecido por lo que Dios y la vida me han dado ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (1Co 4,7).
Desde Dios yo no soy un “Dios más que nadie”. No soy el “faraón”, ni “Herodes”. No soy un “hamalau”, un creído político, o un capitalista dueño de medio mundo, todavía menos soy un sutil maquiavélico déspota religioso. Mi raza, mi pueblo, mi iglesia no son más que los de al lado.
Desde Dios, veo -me veo- con los demás como criaturas y hermanos, no como siervos o inferiores. Desde Dios, no desprecio a nadie, “no piso a nadie”. Todos hemos sido creados por Dios, todos somos sus hijos, todos iguales, todos queridos.
Cuando nos entendemos desde Dios, no miro a mis hermanos como arios y judíos, como palestinos, vascos y españoles, blancos y negros, hutus y tutsis: todos somos hijos, imagen de Dios.
Es muy valiosa la actitud que nace de lo que dice el salmo 130:
Mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.
La actitud de la parábola del publicano que humildemente se ponía debajo del coro de la parroquia es infinitamente más noble y razonable que la actitud farisaica de creerse por encima de los demás.
- v 8 Invitados a una boda.
El evangelio de hoy nos habla de “cuando te inviten a una boda”… La boda es uno de los símbolos más utilizados por Jesús y por el NT para hablarnos de lo que pueda ser el Reino de los cielos, el futuro absoluto. (El Reino significa cómo Dios concibe y sueña la vida y la convivencia entre los hombres y los pueblos).
boda
Una boda si es algo, es amor, afecto, encuentro, ilusión, familia.
La historia de la salvación es la historia de un amor apasionado de Dios a su pueblo, a la humanidad. El amor atraviesa toda la Biblia:
Banquete
Dios imagina y desea las relaciones humanas como un banquete, como un encuentro donde hay amistad y diálogo, una cierta satisfacción y alimento para todos. Es decir, la convivencia que Dios imagina y desea para la humanidad son las antípodas a como las imagina el egoísmo nacional y económico en el que vivimos.
invitados
Todos estamos invitados, llamados a vivir y convivir en un clima de amabilidad, encuentro, de respeto y servicio.
Así vivió Jesús:
- o Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve, (Lc 22,27 / Jn 13,1-20).
- o Sin puesto en la vida: ni tuvo posada para nacer, ni tuvo dónde reclinar la cabeza, ((Lc 9,58).
- o El más pequeño es el más grande en el Reino, (Lc 9,48).
Estamos invitados a una mesa de amor: diálogo, escucha del que sufre, encuentro, limosna, banco de alimentos, pacificación de relaciones y pueblos.
- El poder no crea igualdad, el amor, sí.
El poder no crea igualdad.
El evangelio de hoy no es un manual de protocolo o normas de urbanidad dignas de la “jet society” o del mundo episcopal -eclesiástico, político, científico, etc.
Al papa Francisco le traía a mal traer el carrerismo eclesiástico… Sin embargo en la Iglesia hay “parroquias y diócesis término”. Muchos curas y obispos aspiran a un cargo, a una parroquia o una diócesis más importante. Por otra parte los políticos suspiran por un cargo mayor.
A la gente le gusta presumir de “apellido o de familia bien” en la vida social. Es muy prepotente, poco sensato y nada cristiano eso que se suele decir: “Tal persona es de familia bien”. ¿Hay familias mal?
Las personas humildes, la humildad hacen bien en la vida, que harto daño hacen personas “creídas”, prepotentes y altivas. La prepotencia. Una persona sencilla y humilde hace mucho bien en la familia, en la comunidad, en la diócesis, en la vida social.
- Quien se enaltece será humillado y quien se humilla, será enaltecido.
La pretensión de ser como dioses y la prepotencia es casi connatural al ser humano. La pasión, la pulsión más fuerte del ser humano es el poder: en la familia, en las comunidades religiosas, en la vida de la Iglesia, en política.
Quien se humilla, será ensalzado.
Es el caso de Jesús: fue humillado hasta la muerte y una muerte en cruz. Por eso Dios lo elevó hasta la vida. (Filip 2, 5-11). Lo más alto que estuvo Jesús en la vida fue en la cruz.
Todos seremos elevados, porque todos somos barro, humus y Dios levanta del barro, del polvo: no dejará nuestras vidas en el sheol.
Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón
(Mt 11,29)