Nadie invocaba tu nombre, nadie salía del letargo (Isaías) ... Como hoy

velas

  1. Adviento.

    Comencemos serena y esperanzadamente el Adviento. Es un tiempo de calma y de despertar la esperanza.

    Por mal que vayan las cosas, a pesar de nuestras propias limitaciones y debilidades, confiemos, “esperemos contra toda desesperanza” (S Pablo).

  1. Dios es nuestro Padre y nuestro libertador.

Es espléndida la primera lectura del libro de Isaías.

El pueblo de Israel se ha olvidado de Dios y vive a la deriva. Nadie invocaba tu nombre, nadie salía del letargo para adherirse a ti. Como siempre y como todos, como nuestro propio pueblo. Las Iglesias se van vaciando, nadie se acuerda de Dios…

Posiblemente muchos no estaréis de acuerdo, pero un pueblo que vive sin Dios, buscando simplemente crecer económicamente y subsistir, el “Friday black”, vegetar y porno en el móvil, no tiene futuro, porque no tiene esperanza en Dios Padre.

El profeta Isaías nos presenta un pensamiento y una forma de vida sana y liberadora: Dios es nuestro Padre y nuestro liberador.

Isaías tiene nostalgia y ora para que los cielos se rasguen  y Dios descienda sobre nosotros: que las nubes lluevan al justo. San Pablo, en la segunda lectura subraya la misma idea: aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo

La manifestación de JesuCristo ya ha acontecido: Jesús está ya en medio de nosotros y nos ha dicho que Dios es nuestro Padre y nuestro liberador.

  1. Esperamos a Cristo. Vivir en esperanza.

    El ser humano por naturaleza es un ser esperanzado.

  1. La esperanza es la materia de la que estamos hechos los seres humanos. El ser humano es esperanza.

Vivir es esperar. Esperanza es la relación de confianza que establezco con el futuro. Esperamos un futuro mejor del que actualmente somos y tenemos, sobre todo aguardamos un futuro absoluto y pleno, que es Dio: Padre y libertador.

Cuando no se confía en el futuro comienzan a abrirse brechas a la desesperanza, si no desesperación, lo cual comienza a ser más que problemático.

    El médico Laín Entralgo decía que el ser humano espera por naturaleza “algo” que no está en su naturaleza”. Estamos abiertos Dios, caminamos hacia Él fragmentariamente, con pequeños pasos, por lo que cualquier pequeño paso de verdad, de amabilidad, de ayuda, de esperanza, es enormemente valioso.

  1. Segunda venida:

El Adviento (y toda la vida es un Adviento) es aguardar la “segunda” venida del Señor, es decir esperar  el encuentro personal y de toda la humanidad con quien ha dado sentido a la historia.

Este mundo y el hombre creado por Dios y redimido por Jesucristo no terminará en el vacío.

Somos barro, pero: Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano.

 En el Adviento de la vida Dios alentará en nosotros la esperanza cristiana, el aliento vital, el espíritu: todo acabará bien, en las manos de Dios.

  1. Velad, estad preparados:

Vivamos lúcidos y despiertos. ¡Alegres en la esperanza! La esperanza de lo que aguardamos es la alegría del presente. Lo decisivo en la vida no es lo que tenemos, sino lo que esperamos.

El Señor viene a concluir la historia. Él es nuestra fortaleza. Esperemos contra toda esperanza.

Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano.

Ven pronto, Señor.

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