PACIENCIA HISTÓRICA










01. TRIGO Y CIZAÑA.
La historia de la humanidad, nuestra propia historia personal es un largo recorrido tejido de bien y de mal, de trigo y cizaña. En el lenguaje teológico se suele decir que estamos en una historia de salvación, al mismo tiempo que en una historia de daños y males, (historia salutis – historia damnationis).

La gran tentación suele ser la de extirpar cuanto antes el mal, arrancar la cizaña. Especialmente las posturas y temperamentos violentos y fanáticos enseguida esgrimen el hacha de guerra.

Jesús no actúa así. Jesús no es un fundamentalista violento que actúa agresiva e inmediatamente.
Las precipitaciones y las prisas no son buenas consejeras. El crecimiento es lento y paciente.
Dejad crecer juntos el trigo y la cizaña hasta la cosecha, hasta a siega.

02. PACIENCIA HISTÓRICA.
La vida no crece a tirones, ni a golpes. Tanto personal como socialmente, la existencia humana tiene sus procesos, recorridos, altibajos. Tenemos momentos y situaciones de todo tipo, de trigo y de cizaña. Las ideologías tienen también sus tiempos.

No es cuestión de arrancar precipitadamente, no es cosa de excomulgar, de condenar, de imponerse con poder.
Hay que tener paciencia histórica. Las personas podemos cambiar algunas de nuestras actitudes, podemos evolucionar, madurar.
Hay que saber esperar, que al fin y al cabo toda siembra es una esperanza.
Dios sabe esperar. Tengamos paciencia histórica.








03. SITUACIONES DE ANTIGUO Y DE NUEVO TESTAMENTO.
En esta paciencia histórica como actitud sensata en la vida, podemos también pensar que, aunque estemos ya en el Nuevo Testamento desde hace dos mil años, sino embargo los pueblos, las personas, a veces la misma Iglesia puede encontrarse en situaciones de Antiguo Testamento: en las familias suelen darse casos de Caín y Abel, la Torre de Babel no es otra cosa que una campaña electoral o una lucha por el poder, no son extrañas las ansiedades del rey David por Betsabé, la mujer de Uría, etc…

Trigo y Cizaña en la historia de la humanidad. Dios tuvo pedagogía y una gran paciencia con la humanidad. Dios no se reveló todo de una vez. Todo fue poco a poco, la misma cizaña histórica, fue una fuente de revelación, de crecimiento, de madurez.




04. NO METAMOS CIZAÑA. (A MODO DE ESTRAMBOTE).

Aunque sea al final de la homilía no quiero dejar de aludir a esa especie de refrán o conseja que solemos decir en castellano y que contiene una gran verdad: “no seamos cizañeros, no metamos cizaña”.
No seamos gente que lleva los “cuentos” de aquí para allá, que ponemos zancadillas, que malponemos a las personas.
Seamos personas de bien, limpias en la vida. La crítica, la calumnia, las denuncias, los chivatazos, el mentir sobre los demás no son juego honrado y limpio. Es cizaña.
Seamos “trigo limpio” en la vida.



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