Seamos libres (S Pablo) en los férreos sistemas eclesiásticos judaizantes

LIBRES

  1. Nota previa

Nunca ha dejado de leerse en la Eucaristía el evangelio del Señor. Tampoco hoy. Por eso las homilías suelen ser una explicación o comentario del Evangelio del día. Pero, a veces, en las Eucaristías, pasan de largo lecturas y textos de mucho calado cristiano. Es el caso de la carta de San Pablo a los Gálatas de la que hemos escuchado hoy un párrafo potente.

Por eso la homilía de hoy gira en torno al tema que San Pablo plantea en la carta a los Gálata: Para ser libres nos ha liberado Cristo.

  1. tensión entre ley y libertad.

    Desde el comienzo de la vida de la Iglesia ha existido tensión y -en ocasiones- conflictos entre la ley y la libertad.

    En los primeros años de la Iglesia, en las primeras décadas del nacimiento de la Iglesia se produjo un fuerte enfrentamiento entre los cristianos de origen judío, que querían mantener las normas y costumbres judías, la circuncisión, la abstención de comer determinados alimentos, etc. Por otra parte estaba el grupo cristiano proveniente del mundo pagano, cristianos de origen gentil

    Los dos momentos álgidos en los que se refleja esta cuestión son:

  1. El enfrentamiento entre Pablo y Pedro en Antioquía:

11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le eché en cara, porque era de condenar.12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Santiago, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión.13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? (Gálatas 2,11-14)

  1. Por otra parte está la Asamblea de Jerusalén, una especie de “concilio” en el que decidirán no imponer más cargas que las que se derivan del Evangelio

En el fondo laten dos visiones del cristianismo. Por una parte está la teología de Pablo: un cristianismo cimentado  en la fe, en la libertad, en la gracia, frente a la posición de los judaizantes (sobre todo la de Santiago, hermano del Señor y -en parte- la posición algo ambigua de Pedro). Los judaizantes querían imponer la ley, la circuncisión, no comer con cristianos de origen pagano, etc.

¿En estos momentos iniciales Pablo terminó derrotado? Probablemente. Por eso salió de Antioquía y apenas volvió muy de paso en una ocasión. De ahí que Pablo desplegara esa gran labor misionera, los viajes misionales que llegaron a Grecia, Roma, y muy posiblemente a Hispania (Tarraco-nova: Tarragona).

Pablo siempre será defensor de un cristianismo de la libertad, de la gracia, de la fe.

  1. Tendencia judaizante en la historia.

    La tendencia judaizante al legalismo, al sometimiento a la ley ha estado siempre presente en la Iglesia, también hoy.

Si nos fijamos hoy en día entre muchos católicos: obispos, cura y laicos predomina un cristianismo de sometimiento a la ley, sea en cuestiones de pensamiento teológico, en liturgia, en moral, etc.

El cumplimiento de la ley causa una cierta satisfacción, pero no “justifica”, no salva. La salvación nos viene del Señor, de la fe en Él, de la gracia,  no de nuestras obras.

El enfrentamiento al Concilio Vaticano II y al papa Francisco no es otra cosa que una actitud judaizante.

    Pero ya en el nacimiento de la Iglesia, en la Asamblea de Jerusalén tomaron una opción libre y sensata: no impongamos cargas que no provienen del evangelio.

¿Dónde está en el Evangelio que la mujer no puede desempeñar ministerios y tareas eclesiales? ¿Dónde impone el Evangelio la ley del celibato? ¿Dónde prohíbe el evangelio el control de natalidad (Humanae Vitae)?

La Iglesia es un espacio de pluralismo y libertad, de gracia no un implacable sistema de condena de todo lo que se mueve. El Derecho canónico no es la alternativa al Evangelio.

  1. seamos libres.

    La libertad no es la mera posibilidad de escoger entre dos objetos “A ó B”. La vida y la libertad son algo más que un supermercado.

La libertad es algo más profundo que las meras libertades cívicas (que por otra parte, no es poco). La libertad es la capacidad de ser, la posibilidad que tenemos de construirnos o de destruirnos que tenemos las personas. En la libertad se ventila la propia persona desde unos criterios y valores. La libertad, como la justificación nos viene de los valores del reino: especialmente de la Verdad, la verdad os hará libres.

Hemos vivido tiempos y situaciones en el orden socio.político y eclesiástico en los que no había libertad -libertades-. No existía libertad de pensamiento, ni libertades políticas, ni libertades sindicales, etc. Sin embargo en aquellas situaciones había personas libres. Hoy en día tenemos derechos humanos, libertades políticas, etc., pero probablemente estamos muchos “esclavos” en la vida.

No os sometáis al yugo de la esclavitud del poder, de la ley, de la raza, del dinero, del placer, del odio y la venganza. Si os guía el espíritu de Xto, si os guía el Reino de Dios seréis libres, si nos guía la Verdad, la Libertad y la Igualdad no estaremos bajo el dominio de la ley, seréis libres.

Del Concilio Vaticano II a nuestros días se han ido apagando muchos criterios y actitudes de libertad: ya no se habla de libertad religiosa, ni de libertad de pensamiento, ni de evolución del dogma, ni de jerarquía de verdades, ni de la conciencia como norma de moralidad, ni de libertad y creatividad del espíritu litúrgico. Sin embargo, hay que ser libres también en los férreos sistemas eclesiásticos.

Seremos libres en la medida en que construyamos nuestra vida (o al menos lo intentemos) en el seguimiento de Cristo, trabajando con el arado en la mano en la mies del trigo y del pan de la humanidad

Tomemos libremente nuestras propias decisiones en la vida. No seamos esclavos de nadie y menos de la Iglesia.

Para ser libres nos ha liberado Cristo

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