Pentecostés: La Iglesia no es una “agencia de servicios religiosos”, sino donde se vive el buen espíritu de  Jesús

  1. Pentecostés.

         Celebramos hoy la fiesta, la Pascua de Pentecostés (penta: cinco / kostos: sufijo de decenas; cincuentena).

Pedagógica y litúrgicamente significa que el espíritu de Jesús viene sobre la iglesia naciente (sobre la humanidad) a los cincuenta días de la Pascua, de la resurrección.

         El acento no recae en los cincuenta días, ni en aquella mañana que cayeron como lenguas de fuego, sino que el contenido de Pentecostés  es que el espíritu de Jesús desciende sobre la comunidad naciente.

Podríamos pensar también que Pentecostés acontece cuando Jesús muere en la cruz: e inclinando la cabeza entregó su espíritu, que no es entregar el alma a Dios, sino que Jesús entrega su espíritu sobre la iglesia naciente al pie de la cruz representada por María, la madre de Jesús y sobre el “Discípulo Amado” (sobre todos los cristianos. (Jn 19,30).

         En todo caso celebramos la presencia del espíritu de Jesús, un espíritu que es Santo. El espíritu de Jesús, su tono vital, es bueno, santo.

  1. La comunidad estaba sin vida, con miedo es el barro del Génesis.

         En el texto del evangelio que hemos escuchado, San Juan emplea para hablar de la donación del espíritu, las mismas palabras del Génesis: exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo.

         En el Génesis el barro solamente llega a ser humano y viviente Darwin y evolución incluidos)  cuando Dios exhala sobre el barro su aliento vital. Dios el Señor formó al hombre, del barro, sopló en su nariz aliento vital y le dio vida. Así el hombre comenzó a vivir. (Gn 2,7)

Cuando el ser humano, un grupo humano, cuando aquella comunidad naciente no tienen -no tenemos- aliento vital, espíritu, vivimos amedrentados, con miedo, encerrados…  

Por nosotros mismos somos barro, poca cosa.

         Cuando Jesús nos comunica su espíritu bueno-santo, nos transmite su aliento vital nos confiere vida, ilusión, ganas de vivir.

Recibid espíritu de vida.

  1. Nos hace falta un espíritu bueno – santo.

         Sin ser espiritistas -ni mucho menos- hemos de ser conscientes de que espíritus hay muchos. Las personas solemos tener un espíritu vital, un espíritu que guía nuestra vida. Y según sea nuestro espíritu, así son los frutos que producimos,

         Hay personas e ideologías que viven del o con espíritu de la raza - racismo. Eso produce Auschwitz y situaciones semejantes. Hay quien vive desde un ansia y ansiedad por el poder, lo cual produce dictaduras políticas y de otros tipos. Hay quien su vida está alentada por el espíritu fanático-religioso lo cual deriva en situaciones fundamentalistas o en fanatismos eclesiásticos. Una mezcla del espíritu racista y religioso puede causar odios y la guerra entre Palestina e Israel, por ejemplo.

         El espíritu de Jesús es bueno, misericordioso. El espíritu de Jesús es para  llevar la buena noticia a los pobres, para  a anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos; para a anunciar el año el tiempo de gracia del Señor, (Lc 4,18-19).

         Mejor vivir con un espíritu bueno y santo.

  1. Espíritu en la pandemia.

         Tener espíritu, vivir en el espíritu es vivir abierto, tener ganas de vivir, ilusión, coraje, audacia…

         La pandemia que invade nuestra vida- Además de la enfermedad en sí, del virus que nos amenaza, tiene también otra variante y es que nos constriñe a vivir medio confinados y ello nos puede insertar en un aislamiento, una cierta

soledad que nos puede sumir en una acedia, en una “medio-depresión”. ¿Qué otra cosa es una depresión sino una falta de ganas de vivir, falta de ilusión, ausencia de aliento vital, una falta de espíritu?

         Necesitamos vacunas, sí; pero necesitamos aliento vital, transmitir ganas de vivir, comunicar la bondad del Señor que nos cosuele y anime en la vida.

         Que el espíritu bueno del Señor nos impulse a vivir en ilusión.

  1. Iglesia y Espíritu.

         En ese estilo poético-teológico propio de San Juan, la comunidad eclesial (representada por María, la madre del Señor y por el Discípulo Amado), la Iglesia nace al pie de la cruz, que es donde recibe el Espíritu de Jesús. Jesús inclinando la cabeza, entregó su espíritu,  (Jn 19,30).

         La Iglesia no es una “agencia de servicios religiosos”, sino que es donde se vive el y del buen espíritu de  Jesús. Algunas estructuras harán falta, pero lo que constituye la Iglesia es el espíritu, el tono vital de Jesús.

         Anima que el espíritu de Jesús lo podamos apreciar y gozar en algunas personas como Juan XXIII o el papa Francisco. Es la iglesia del Señor. Los legalismos eclesiásticos y morales, el Santo Oficio (Congregación de la Doctrina de la fe), los militarismos dogmáticos férreos, etc. son cuestiones nada evangélicas.

         La Iglesia ha de ser un hogar de buen tono, acogida, donde se vive y respira en la libertad y bondad del espíritu de Jesús.

  1. ven espíritu santo.

         Ven espíritu santo, espíritu bueno y enciende en nosotros, en el pueblo, en la Iglesia, en las ideologías la llama de vida, de entendimiento, de comprensión.

         Cuando el Espíritu de Dios trabaja, quien suda es el hombre. Pero está bien que sudemos un poco en situaciones de pandemia, de depresiones, de legalismos y fanatismos eclesiásticos, de explotación económica y comuniquemos el buen Espíritu del Señor: entendimiento, comprensión, sensatez, consuelo…

ven espíritu santo

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