Profundo es lo opuesto a lo superficial. Muchas personas lo más profundo que tienen es la camisa,

JORDAN

  1. Epifanía – Bautismo.

      Volvemos a escuchar hoy el relato del Bautismo de Jesús, si bien hoy lo hacemos desde el evangelio de San Juan.

      El contenido del evangelio de Juan responde a una época tardía del Nuevo Testamento. Los cristianos de las comunidades de Juan han caminado mucho en la fe y en la formulación de la fe.

      El evangelio de hoy es una gran densidad densidad cristológica. Este es.

  1. Ver en Jesús a Cristo.

      La primera cuestión de aquellos discípulos de Jesús, de aquellos primeros cristianos –y de todos- fue el pasar, “transcender” del Jesús a Cristo. Veían a Jesús, le escuchaban, hablaban con él y veían los signos (milagros) que hacía.

      Pero la cuestión era: ¿Quién es este? que es una pregunta constante en el NT: ¿Quién es este?

      Para dar ese paso de Jesús a Cristo es necesario algún nivel de profundidad en la vida. Juan Bautista dice que “he contemplado el espíritu de Jesús”.

      Probablemente la transcendencia acontece en la contemplación. Y la contemplación requiere algún nivel de profundidad. O, dicho de otra manera, el ser, los valores importantes de la vida se logran en la quietud, en la calma y profundidad de la vida: en la contemplación

  1. contemplar
  2. Rahner decía que la contemplación es el tranquilo demorarse del hombre en la presencia de Dios.[1]

Contemplar es demorarse: contemplar es quedarse y espaciarse en lo que hemos encontrado, contemplar es “perder el tiempo” en lo que creemos, en lo que celebramos, en la estética, en la verdad.

      Santo Tomás decía que contemplar es permanecer quedamente en la verdad.

      Contemplar es un modo de ser y estar en la vida. La actitud para estar conscientemente en la vida es la contemplación.

      La contemplación:

  • o en ocasiones la vida es creativa: un nacimiento en la familia, el Universo, la primavera, creación.
  • o en otros momentos la vida es telúrica: la fuerza destructora de la naturaleza: inundaciones, volcanes, terremotos, la fuerza de un cáncer, la guerra, etc.
  • o a veces la vida se ve forjada en acontecimientos: encuentros y desencuentros, opciones, despedidas, muertes…
  • o no pocas veces la vida es una encrucijada en la que no acertamos con la vía a tomar: crisis, pecado, enfrentamientos familiares, sociales, eclesiásticos, noches, rupturas.
  • o Frecuentemente la vida son cuestiones sencillas: un regalo no es una mera materialidad, sino que significa afecto, amistad… los colores tienen un significado religioso, político, humanista

      Estas situaciones que la vida nos depara no se viven en superficialidad, sino con profundidad.

  1. mejor no precipitarse en la vida

Profundidad y superficialidad

La profundidad en la vida es un estilo de vida: una actividad espiritual. La profundidad no es cuestión de tener muchos títulos académicos y mucho menos de mantener posturas intelectualmente arrogantes.

Profundo es lo opuesto a lo superficial. Hay personas que viven siempre en la cresta de la ola, en una inmensa superficialidad, añadiendo capas y más capas de superficialidad a la vida. Lo más profundo que tienen es la camisa, la sotana, el clerygman o el uniforme que llevan.

No confundamos las cosas sofisticadas con las cosas profundas.

Hay personas que viven entre cosas serias y profundas de las ciencias, de la religión, de la vida y son unos perfectos superficiales. Mientras que gentes sencillas, rurales, amas de casa y obreros viven la existencia en profundidad.

Probablemente el pensamiento científico ha perdido referencia a la profundidad, por lo que "añadimos capas y más capas de superficialidad". La modernidad y, ya, la post.modernidad, vive únicamente de la razón técnica, que es un magnífico instrumento, pero "no toca" las cuestiones de la profundidad de la existencia. El lenguaje de muchos políticos, la palabrería de los medios de comunicación, gran parte de los sermones eclesiásticos es superficial, banal…

Hoy en día en gran medida nuestra vida transcurre en la superficialidad de los fuegos artificiales de la tecnología en una dispersión que no nos permite escuchar la voz de la profundidad de la existencia. Vivimos en un aturdimiento de superficialidad.

    La sencilla conversación entre una madre y su hijo es una cuestión profunda y no superficial. El diálogo íntimo entre dos amigos es una cuestión profunda y no superficial. Un médico vocacionado tiene relaciones serias, profundas con sus pacientes

Profundizar es amar la familia, las pequeñas tareas y encuentros de la vida, el arte, el pensamiento, la Palabra, la Vida.

La verdad, el amor, la libertad, la justicia son profundas, no superficiales; el sufrimiento es profundidad y no superficialidad.[2]

Lo opuesto a la superficialidad es la profundidad como actitud vital y camino espiritual.

Vivimos tiempos de superficialidad, de prisas y precipitaciones.

    Sin embargo, uno se encuentra a sí mismo en la profundidad de su vida, no en la superficialidad.

  1. El nombre de la profundidad es Dios.

El nombre de este fondo infinito e inagotable es Dios. Tal es el significado de esta palabra y aquello a lo que tienden las expresiones reino de Dios y divina providencia. Y si estas palabras no tienen demasiado significado para vosotros, traducidlas y hablad de la profundidad de la historia, del fondo y finalidad de nuestra vida social, y de lo que os tomáis en serio, sin la menor reserva en vuestras actividades morales y políticas. Quizá daríais el nombre de esperanza, simplemente esperanza, a esta profundidad. Si sabéis que Dios es esperanza, sabéis mucho acerca de Él.[3]

Y si la Palabra Dios carece de suficiente significación para vosotros, traducidla y hablad entonces de las profundidades de vuestra vida, de la fuente de vuestro ser, de vuestro interés último, de lo que os tomáis seriamente, sin reserva alguna. Si sabéis que Dios significa profundidad, ya sabéis mucho acerca de Él. Entonces ya no podréis llamaros ateos o incrédulos. Porque ya no os será posible pensar o decir: la vida carece de profundidad, la vida es superficial, el ser mismo no es sino superficie. Si pudierais decir esto con absoluta seriedad, seríais ateos; no siendo así, no lo sois. Quien sabe algo acerca de la profundidad, sabe algo acerca de Dios.[4]

      La serenidad y la contemplación no se dan, ni se solucionan como quien arregla un pinchazo de la rueda del coche, sino que hay que pararse en la vida, sentarse y hacer silencio. Quizás contemplar es dejarse empapar, impregnar por el fondo de nuestro ser, de la vida, que es Dios.

  1. Al final está la alegría

La vida se ventila y se resuelve en la profundidad, en la absoluta radicalidad y sinceridad de nuestro propio ser. Allá donde uno piensa, ama, decide y se entrega, es el país de la profundidad.

Al fondo del camino, en la profundidad de la vida encontramos el ser. este es. El camino que nos lleva hacia el ser es la actitud de Éxodo y de Emaús, el desierto siempre duro. Y al final de este camino nos espera un gozo profundo. La profundidad de la vida entraña el encuentro consigo mismo y con la verdad. El encuentro con la Verdad y la aceptación de la propia verdad produce un humilde realismo, serenidad y gozo.

[1] K. Rahner – H. Vorgrimler, Diccionario Teológico, Barcelona, Ed Herder, 1970, 120.

[2] TILLICH, P. Se Conmueven los Cimientos de la Tierra, 90.

[3] TILLICH, P. Se conmueven los cimientos de la tierra, Barcelona, Ed Ariel, libros del Nopal, 1968, 97-98.

[4] TILLICH, P. Se conmueven los cimientos de la tierra,95.

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