Reflexión para el Día del Domund Si lo eclesiástico te ha hecho daño, el evangelio te sanará

Campaña Domund 2020
Campaña Domund 2020

DOMUND

  1. Día de las misiones.

         Celebramos hoy el ya clásico día de las misiones(domund).

Misión significa envío.

         El mismo Jesús misionó: he sido enviado a anunciar la buena noticia a los pobres… (Lc 4,18 ss). En diversos momentos de su vida, Jesús envió a los suyos a evangelizar. Salid a las periferias, que dice el papa Francisco: a las periferias geográficas, ideológicas, religiosas, morales.

         Misionar, evangelizar es comunicar la buena noticia del evangelio en lo que tiene de salvación, de sentido de la vida, de horizonte.

         El Evangelio es amable, sanante, salvífico para nuestra vida.

El habitat evangélico y eclesial es “un hospital de campaña tras una batalla. Lo que la Iglesia necesita con urgencia es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones”, (Francisco).[1]

         Misionar es transmitir una buena noticia, una buena esperanza.

  1. Misionar no es adoctrinar (ni a los de lejos ni a los de cerca)

         Todavía perviven entre nosotros, en nuestras tramoyas y triquiñuelas eclesiásticas contenidos, modos y maneras doctrinarias

         Evangelizar es ante todo, curar heridas. He venido a sanar…

Si un misionero diera una conferencia en Guinea Ecuatorial o en Senegal sobre lo pernicioso que es el colesterol, tendría “toda la razón” del mundo, su doctrina sería ortodoxa, pero sería algo perfectamente insensato. ¡Pero no ves que los niños y la gente se está muriendo de hambre, de malaria y de pena!

         ¿Para qué tanta precisión teórica, tanto “filioque”, si nos invade una pandemia que nos tiene a todos atemoriazados y no sabemos decir una palabra de esperanza?, ¿no ves que mucha gente entre nosotros no tiene ganas de vivir, se suicida, sufre angustia, está en paro, etc.?

Los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia ... a las personas hay que acompañarlas, las heridas necesitan curación ... ¿Cómo estamos tratando al pueblo de Dios? Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Dios es más grande que el pecado.[2]

         Volvamos al Evangelio. Sintamos el alivio, la misericordia de Dios en nuestro interior. Donde se vive, donde hay misericordia, está el evangelio de JesuCristo.

A lo mejor a alguien le pueda parecer heterodoxa la expresión, pero hay ocasiones y situaciones en las que nos hace bien echar mano del Evangelio: si lo eclesiástico te ha hecho daño, el Evangelio te aliviará.

En nuestro contexto eclesiástico van colocando obispos doctrinarios, pero no bondadosos, ordenan y mandan pero no transmiten misericordia, ni evangelio. Estos modos eclesiásticos cansan mucho en la vida... Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviare. (Mt 11,28). Volvamos al Señor.

  1. ser misionero no es mantener el “orden público”.

Alivian el alma las frecuentes alusiones que el papa Francisco hace al Evangelio de misericordia, a ser misericordiosos. El evangelio solamente será tal si es bondad y amabilidad.

         Ser misionero, catequista, servir en la Iglesia no es mantener el “orden público”, sino transmitir la bondad de Dios.

Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender a su noche ... El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios “clérigos de despacho”.[3]

         Yo no sé si hacen falta funcionarios en las curias y en los entramados episcopales, más bien creo que no o desde luego no más que lo que un funcionario significa en la Kutxa), lo que sí hace falta es evangelio, el evangelio de la misericordia. Y en el cristianismo, para sentirse querido “no hay que pasar por ventanilla”.

         En nuestra propia diócesis de San Sebastián se están nombrando, -“a veces de aquél modo-” funcionarios episcopales no tanto para anunciar la bondad y el alivio del evangelio, sino para mantener el orden público.

         Posiblemente a muchos de nosotros, el momento actual de Francisco nos ayude a recuperar el Evangelio de JesuCristo.

         Allá por los años conciliares-postconciliares, (1962-1978) vivimos una esperanza llena de ilusión, incluso de euforia: un pequeño Pentecostés. Era una esperanza alegre y entusiasmada. Hemos vivido muchos años en una sistema doctrinario, ideologizado, muy lejano del evangelio del Señor. Necesitamos recuperar la buena noticia del Señor, mantener la esperanza, quizás ya no alborozada, pero sí una esperanza humilde, sencilla, audaz.

  1. Nosotros necesitamos ser evangelizados.

         Hace cincuenta años, más o menos, “no había un lugar del mundo” en el que no hubiera un misionero de nuestras diócesis.

         Hoy en día somos nosotros los que hemos de ser evangelizados.

         San Pablo -en la carta a los Romanos (10,14-15)- tiene un texto que parece estuviera escrito para nosotros:

¿cómo van a invocar a Dios, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si nadie les anuncia el mensaje? ¿Y cómo van a anunciarlo, si no hay quien los envíe? Como dice la Escritura: “¡Qué hermosa es la llegada de los que traen buenas noticias!”

         ¿Cómo vamos a ser creyentes y disfrutar del evangelio, si no hemos oído hablar del evangelio, aunque hayamos oído hablar de la doctrina religiosa? ¿Cómo vamos anunciar la bondad que desconocemos? Ya ni nuestra misma Iglesia diocesana transmite bondad.

         Sigue la eterna discusión entre Iglesia y Estado sobre la religión en los planes de educación, en los colegios.

         La primera evangelización (y la más importante) se hace en casa, en la familia. Lo que no hace la familia, no lo podrá suplir la escuela, ni la ciencia, ni la psicología. El profesor podrá -en el mejor de los casos- transmitir doctrina (aunque no es menos cierto que hay maestros vocacionados que transmiten fe), pero normalmente la fe viene comunicada como por ósmosis por el ambiente familiar, la semilla está ahí.

qué hermoso es anunciar las buenas noticias de la vida, del Señor

Id por todo el mundo y predicad el evangelio de la bondad de Dios

[1] Francisco, Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos. Entrevista de Antonio Spadaro, director de Civiltà Cattolica, Quaderno N° 3918 del 19/09/2013 - (Civ. Catt. III 449-552)En español: Razón y Fe, pp 14-15).

[2] Ibid, p 13

[3] Ibid, p 13.

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