Si el infierno existe, está por estrenar (U von Balthasar)

¿Serán pocos los que se salven?
- Esto de la salvación de la que hablan los eclesiásticos produce mucha cansera.
La salvación, tal y como nos la ofrece la moral en la que hemos sido educados termina por producir una gran cansera además de tener poca credibilidad.
- o Pareciere como que Dios nos hubiese creado, pero en realidad esta creación, esta existencia tiene poco interés. Esta vida es como los partidos de fútbol de “pretemporada”: vamos a ver cómo lo hacéis en verano y, el que juegue bien, el que se porte bien, ese tendrá el premio de jugar la temporada, tendrá una buena “ficha”.
- o Además está el agravante de que Dios crea bien, pero le sale mal la cosa y por una manzana se le estropea a Dios todo el designio salvífico, todo su plan de salvación. Enseguida vendrán Caín y Abel, la torre de Babel hasta Gaza... El mismo Dios se dio cuenta de que algo no funcionaba y “se arrepintió Dios de haber creado al hombre, (Gn 6).
- o La vida eterna y la salvación son concebidas como un premio. Dios premia y castiga. Dios funciona como la Kutxa o las entidades bancarias: al que ahorre, al que tenga los “números en orden”, se le da un premio. El cielo y la salvación son como un viaje de fin de estudios.
- El primer acto salvífico de Dios es la creación.
El primer acto salvífico de Dios es la creación. Cuando Dios crea, salva. No es que Dios cree y luego veremos a ver qué pasa, y según pase, veré cómo os trato, porque tengo preparado un infierno espléndido…
Dios no ha creado ningún infierno.
Dios nos hace para la vida (salvación), no para la muerte.
Podríamos comparar esto a los padre-madre de este mundo: cuando tienen un hijo lo tienen para la vida. No es que los padres piensen: vamos a ver cómo se porta el hijo, y según se comporte, le daremos más o menos o nada de vida, incluso lo castigaremos…
Dios quiere que todos los hombres (todos significa: todos) se salven (vivan) y lleguen a vivir plenamente. (1Tim 2,4-5).
La afirmación bíblica es de grueso calado:
- o Dios quiere que vivamos (nos salvemos). Es decir: Dios crea y quiere la vida. Nuestro Dios es un Dios de vivos y no de muertos, (Lc 20,38). El Dios de JesuCristo es de vida y salvación, no de muerte y condenación.
- o Dios quiere que vivamos todos. Es decir, la voluntad de Dios no es que unos se salven y otros no, que un pueblo (Israel) se salve y otros, no. Ni tan siquiera pone condiciones morales: los buenos viven, los pecadores, no. Salid a los caminos e invitad a todos a la mesa, buenos y malos, (Mt 22,9-10)
La mesa, el banquete está abierto a todos. Dios nos quiere a todos en su casa, a su mesa.
- un apunte sobre el infierno
Me parece que hará muchos años que no habéis oído hablar del infierno.
Y conviene pensar y hablar sobre el infierno pero desde la misericordia de Dios Padre de JesuCristo. Solamente quien no cree en el Dios de Jesús afirma el infierno como un lugar de condenación en el que Dios ya no puede intervenir.
Ante todo hemos de pensar que Dios no crea una inmensa sala de torturas, Dios no crea el infierno. Dios quiere que todos nos salvemos.
Incluso desde un punto de vista filosófico-teológico ¿es pensable que exista un “lugar”, el infierno, en el que Dios ya no puede intervenir? ¿Existe un señor, el diablo, que campea por sus fueros y Dios no le puede decir ni “esta boca es mía”?
No lo creo.
¿Serán muchos los que se salven?
- Desde el lado humano: la libertad.
Desde la libertad hemos de pensar que el ser humano puede optar por el mal y por el mal absoluto (¿) y, por tanto, el ser humano podría optar por su propia destrucción, que eso sería el infierno.
Recordemos que en la parábola del padre y los dos hijos el personaje trágico no es el hijo menor, perdido, sino el mayor, que no quería entrar a la celebración de la fiesta familiar por su hermano que había vuelto a la vida.
La pintura de Rembrandt del padre y el hijo pródigo refleja bien esta situación. El hermano mayor queda a la puerta de casa y no quiere entrar. Eso es el infierno. ¿Qué va a hacer Dios si no quiero entrar?
Recordemos aquello que decía San Agustín: Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti.
Aunque también hay que preguntarse si alguien -en sus cabales- puede optar por el mal absoluto. Una libertad limitada, como es la humana, ¿puede elegir ante Dios el mal absoluto?
- ante el infierno quedan abiertas muchas cuestiones:
+ Presentar por igual la revelación de la salvación y de la condenación es falsear el cristianismo. Dios nunca creó el infierno. Desde el Evangelio de Jesús no hay “dos estaciones Termini”: “tú verás cuál escoges”.
Dios solamente quiere y crea vida y salvación. Estamos, pues, en una historia de salvación y no de condenación.
+ Dios es bueno y solamente bueno.
+ Dios quiere que toda la humanidad se salve. (1Tim 2,3).
+ Dios no es neutral sino que quiere especialmente la salvación del pecador. Dios ya sabe quiénes y cómo somos, por eso como padre, busca siempre la vida del hijo perdido.
+ Cuando Dios quiere hacer justicia, lo que hace es misericordia. La justicia de Dios es misericordia. Al menos el Dios de Jesús es pura bondad y en muchos casos es diferente del Dios de la moral eclesiástica.
+ El mismo Dios que nos invita a nosotros perdonar siempre, incluso al enemigo, ¿No será capaz de perdonarnos en esas situaciones límite?
+ Nunca la iglesia ha dicho de nadie que se haya condenado, ni de Judas. Así como ha dicho de muchos que están salvados: los santos, esa muchedumbre inmensa que nadie puede contar, nunca ha dicho de nadie que esté condenado.
+ La posibilidad de un fracaso humano absoluto, ¿no sería el fracaso de la cristología y de la redención?
+ Decía el teólogo H. U. von Balthasar que “si el infierno existe, está por estrenar”
+ Todos vivimos y morimos en la misericordia de Dios. Podemos confiar y esperar que en ese tránsito, que es la muerte, todos lo realizamos en la misericordia de Dios.
+ Nos salvamos porque para Dios no hay nada imposible.
+ Mientras exista un condenado, Cristo sigue crucificado, (Orígenes).
- JesuCristo es vida.
El Evangelio de san Juan ve a Jesús como fuente de vida. El Señor es la vida definitiva.
En el principio existía la Vida, (Jn 1,4)
El Señor es el agua de Vida eterna, Jn 4,14)
Cristo es el pan de Vida definitiva, (Jn 6)
Yo soy la resurrección y la Vida, (Jn 11,25)
Yo soy el camino la verdad y la Vida, Jn 14,6)
Una existencia configurada, estructurada conforme a Cristo, crea vida, realiza la vida.
- ¿Cómo vivir y cómo morir?
Respecto al “más allá”, Me quedo en la esperanza de los salmos místicos y la Sabiduría:
Salmo 16 No abandonará mi vida en el sheol (muerte), no dejarás a tu fiel amigo conocer la fosa (corrupción / muerte).
Salmo 49 Dios rescatará mi vida (me llevará consigo) de las garras del sheol (abismo) y me llevará consigo.
Sabiduría 3,1 Nuestra vida está en manos del Señor
Desde el evangelio de JesuCristo que vamos a vivir bien en el “más allá” es evidente, lo que hace falta es vivir bien en el “más acá”.