Las palabras del Papa Francisco: “Me gustaría que la Iglesia fuese un hospital de campaña”, no son una pura metáfora en nuestra diócesis.

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  1. Algunas Notas Introductorias
  • o El capítulo 13 del evangelio San Juan es un regalo, es el testamento de Jesús a la comunidad cristiana: el lavatorio de los pies (servicio) y el mandamiento del amor.Estas palabras están dichas por Jesús en la despedida de sus discípulos, la víspera de su muerte. El servicio y el amor no son una norma moral, son un regalo, un don para convivir en la Iglesia y en la vida normal.
  • o Jesús es el nuevo Moisés, el nuevo legislador. Pero cuando Jesús propone su ley, ya no es la del Sinaí, sino que dice: amaos. Jesús no exige unos deberes religiosos, sino que Jesús propone a los suyos: amaos unos a otros como yo os he amado, en esto conocerán que sois mis discípulos.
  • o El centro de la religión es el Templo y lo que el Templo supone. El centro del Evangelio del Señor es el amor con lo que conlleva de bondad, misericordia, sanación para con el ser humano.
  • o La figura de Judas es enigmática y trágica. Pero nunca digamos de nadie, nunca la Iglesia ha dicho de nadie, ni de Judas, que esté condenado.

Mejor dejamos a todos los seres humanos en los brazos de Dios Padre. También Judas, suicidado, murió en la misericordia de Dios. Todos vimos y morimos en el amor de Dios.

  1. Dios Padre de Jesús es amor, bondad. El Dios Padre de Jesús es Amor.

La experiencia fundamental de Jesús tiene su origen en Dios Padre, que es amor. Dios es amor, (1Jn 4,8).

    Nos hará bien quedarnos en esta vivencia. Es bueno que nos dejemos embargar del amor de Dios. Dios nos ama. Dios es solamente amor. Cuando tengamos experiencia de sentirnos queridos por Dios, que nos ama, podremos también nosotros amar.

Hemos recibido una tradición religiosa muy poco cristiana, porque el amor quedaba desplazado y apenas estaba presente. El pecado, la culpabilidad, la angustia, el infierno y la condenación impregnaban todo el “tejido religioso” y hacían mejor carrera que el amor de Dios. Dios era bueno muy escasamente y a duras penas. El Dios en el que hemos sido educados era justiciero, más condenador que salvador.

Con humor decía aquel cura rural que el Dios de la moral católica es muy justo, porque condena a los malos y a los buenos en cuanto se descuidan.

Quizás hayamos de olvidar todo lo que hemos aprendido de Dios, pero si sabemos y vivimos que Dios es amor, sabemos mucho acerca del Dios de Jesús.

Y el amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios y cumplimos “hasta la letra pequeña” del catecismo o de la moral. Él, Dios, nos amó primero a nosotros y nos envió a su Hijo, Jesús, (1 Jn 4,8).

Lo que caracteriza la experiencia cristiana, lo más íntimo y peculiar de la vivencia cristiana es la bondad y el amor.

Cristiano somos cuando y porque hemos percibido la bondad y el amor de Dios y de los demás.

Dios es amor. (1Juan 4,8). El amor es Dios. Allá donde se vive o se intenta vivir en respeto, libertad, allá donde hay amor, está Dios.

Dios nos ama.

  1. En esto conocerán que sois discípulos míos: en que os amáis unos a otros.

    Jesús -la comunidad de Jesús- está allá donde hay un puñado de semilla de amor y bondad:

Por eso donde hay amor, Dios no está lejos,  allí está Dios.

El amor humano es sacramento de Dios, que es amor. El amor humano, el amor matrimonial es signo – sacramento del amor de Dios.

Desde la vivencia de Dios como amor, también nosotros amaremos.

Son discípulos de Jesús los padres que se quieren y aman a sus hijos, son cristianos los jóvenes que se aman y cuidan su amor. Es discípulo de Jesús quien recoge a un herido en la carretera como el buen samaritano, quien ayuda a un emigrante o no emigrante que pasa por la vida. Es discípulo de Jesús quien sabe perdonar. Es cristiano quien va buscando y sembrando criterios de paz y de convivencia. Amar significa en ocasiones no airear pecados de otros y, mucho menos, levantar calumnias. Amar y ser cristiano es dar limosna, dejar paso a otras personas e ideas, crear, cultivar la amistad y el amor. Amar es respetar, saber escuchar y dialogar

Nos conocerán que somos cristianos por lo que amamos. No nos conocerán por los ritos que celebramos, ni por la moral que intentamos meter a capa y espada; ni nos conocerán por el esplendor del Templo. El DNI cristiano, la identidad cristiana no está en el clerygman, ni en la absolución individual, ni en comulgar en la boca con genuflexión previa, ni en las insignias episcopales, sino que nuestro ADN cristiano es el amor: en eso os conocerán que sois discípulos míos.

  1. Una ética desde la persona humana.

El amor para con el otro, hacia el prójimo es querer, apreciar al ser humano en cuanto valor absoluto.

El ser humano, toda persona humana, es digna de ser respetada y considerada en sí misma. Toda persona humana merece aprecio, estima y respeto en su vida, en su modo de pensar y de entender la vida. La persona humana es un valor absoluto.

Posiblemente la persona humana sea el punto de convergencia ética de creyentes y no creyentes. El ser humano es un valor absoluto en sí mismo.

Fijémonos que Cristo descarta de su vida el poder eclesiástico y político, el dinero y la raza, la nación, el sexo, incluso la ley. Jesús entiende que la persona es anterior y más importante que la ley.

Estamos a la espera del nombramiento de un nuevo obispo para nuestra diócesis. ¿Qué sea muy inteligente? ¿Progresista? ¿Conservador? ¿nacionalista español o vasco? Me parece a mí que nos basta con que sea “buena gente” y ame al pueblo. Dada la situación de nuestra diócesis, las palabras del papa Francisco: “Me gustaría que la Iglesia fuese un hospital de campaña”, no son una pura metáfora en nuestra diócesis. Que el obispo que haya de venir, no venga a poner orden y concierto, que no venga con la “lección de lo que tiene que hacer” ya sabida. Mucho será que sea buena persona y venga a “sanar los corazones afligidos”

  1. Conclusión

La fe cristiana ve la vida desde la bondad y el amor. Y no es lo mismo ver la realidad desde el poder, desde la ley, desde las ideologías políticas o religiosas, que percibir la vida desde el amor y la bondad.

La utopía de Cristo -del cristianismo- es amaos porque todos vosotros sois hermanos.

Os doy un mandamiento nuevo, que os améis

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