"Bendecid, orad y amad a vuestros enemigos" El perdón no arregla el pasado, pero mejora el futuro

El perdón y la doctrina social de la Iglesia
El perdón y la doctrina social de la Iglesia

"La experiencia primordial y fundante del cristiano es la de ser amado por Dios. Dios es amor, (1Jn 4,8). Dios nos ama siempre y, sobre todo, en nuestra condición de pecadores y seres débiles"

"El amor, el amor al enemigo es el núcleo moral del cristianismo. En ocasiones amar significa perdonar al amigo y al enemigo"

"El primer sentimiento que brota en nosotros ante un grave agravio u ofensa es el odio, la venganza. Somos humanos. Pero hemos de aprender a dar salida sensata y razonable a nuestros impulsos y pulsiones"

"El amor incluso a los enemigos ha de llegar también a la justicia. Una justicia sin bondad fácilmente se convierte en venganza, en ajuste de cuenta"

"En ocasiones amar significa ser discretos y saber callarse en la vida. Bendecid, orad y amad a vuestros enemigos"

El amor es la experiencia fundamental del cristiano

La experiencia primordial y fundante del cristiano es la de ser amado por Dios. Dios es amor, (1Jn 4,8). Dios nos ama siempre y, sobre todo, en nuestra condición de pecadores y seres débiles:

Dios nos ama cuando aún éramos pecadores, (Rom 5,8).

El Dios que se nos da a conocer en Jesús no es un Dios exigente o amenazante, sino que es un Dios de bondad.

Ni tan siquiera se trata de un amor recíproco, de amistad (filia), sino la cuestión es que Dios nos ha amado primero, (1Jn 4,10.16).

La experiencia cristiana más genuina es, pues, la del amor. Donde hay amor, hay cristianismo. Es lo que tantas veces hemos cantado en nuestra vida: Ubi charitas et amor, Deus ibi est: donde hay caridad y amor, allí está Dios

Somos cristianos cuando nos sentimos amados por Dios incluso -y sobre todo- cuando nos vemos hundidos en la vida.

Cuando no se tiene la experiencia de ser amado en la vida es muy difícil ser cristiano, sentirse bienaventurado en la vida (recordemos lo que escuchábamos el domingo pasado: sed bienaventurados, felices en la vida).

Uno puede ser un perfecto religioso cumplidor de la ley, aceptar militarmente el dogma, la dcotrina y la disciplina eclesiástica, pero ser cristiano es amar y ser amado.

Amor incluso al enemigo

El amor, el amor al enemigo es el núcleo moral del cristianismo. En ocasiones amar significa perdonar al amigo y al enemigo.

La primera pulsión ante el enemigo es el odio, la venganza.

Ante viejas cuestiones familiares, políticas, en el pueblo, etc., brotan sentimientos de “ajuste de cuentas”, de desprecios, de “cerrar puertas y relaciones”, represalias, etc.

Pero la venganza multiplica el mal, la enemistad, el odio y no soluciona nada, sino que encona las situaciones.

La enemistad y el odio se solucionan con el perdón, no con la venganza.

Amar al enemigo

Poner razón en los sentimientos

El primer sentimiento que brota en nosotros ante un grave agravio u ofensa es el odio, la venganza. Somos humanos. Pero hemos de aprender a dar salida sensata y razonable a nuestros impulsos y pulsiones. Se trata de poner razón en nuestra pulsionalidad. La venganza más eficaz es el perdón.

Poner un poco de razón en los sentimientos de odio crean un clima de respeto, de comprensión, de aprender a vivir en respetuosa convivencia. En los viejos contenciosos familiares, político-sociales, etc., es sano e inteligente crear un clima de respeto, de comprensión, de aprender a vivir en sana y, cuando menos, educada convivencia.

Poner un poco de razón en el odio es inteligente, sano, humano y cristiano.

Saber dejar de lado viejas actitudes, problemas y ofensas indican una gran calidad personal, una profunda bondad, un alto nivel cristiano. Son una variante del perdón

Justicia y amor

El amor incluso a los enemigos ha de llegar también a la justicia. Una justicia sin bondad fácilmente se convierte en venganza, en ajuste de cuentas.

La justicia a gran y pequeña escala no puede mirar la realidad solamente desde la ley y el Derecho. Quienes han de administrar justicia no han de hacerlo no solamente la ley, sino también la convivencia, la bondad, el respeto y la magnanimidad.

Llegaremos la pacificación de nuestro pueblo cuando sepamos poner un poco de magnanimidad y corazón amplio en la justicia y cuando veamos las cosas desde lo que escuchábamos en el evangelio: desde el perdón y desde el tratad a los demás como queréis que ellos os traten.

En la Iglesia también se han olvidados estas cosas y muchas veces se actúa y condena con justicia que suena más a represalia y a condenación que a misericordia.

No nos olvidemos que cuando Dios hace justicia, lo que hace es amarnos más.

Ser discretos en la vida

En ocasiones amar significa ser discretos y saber callarse en la vida. En cuestiones y defectos -pecados- personales, en cuestiones familiares, profesionales, de vecindad, de pueblo, etc... amar significa no ir por la vida aireando, aventando, los defectos y fracasos de los demás; y mucho menos calumniar.

No es libertad de expresión airear, publicar, radiar, televisar -muchas veces con intereses comerciales- las debilidades y fracasos humanos. En muchos contextos amar significa callar. ¿Quién no tiene fallos y pecado en la vida? No tiremos la primera piedra.

Bendecid y orad por quienes o maldicen / haced el bien / sed compasivos

Bendecid: decid bien.

Ante un problema grave, ante un pecado, ante una ofensa o un defecto de los demás, un fracaso enseguida le “damos al ventilador” para que se extienda lo más posible la cuestión.

Si queremos decir algo, digamos bien: bendigamos y no echemos más leña al fuego. En ocasiones la mejor forma de hablar es callarse.

Y al mismo tiempo: orad y sed compasivos.

Es otra actitud hondamente cristiana: ser compasivos, no juzgar, no condenar. ¡Cuántas veces leemos en los evangelios que Jesús sintió lástima, tuvo compasión, incluso en alguna ocasión lloró!

Acojamos en nuestra vida el amor y el perdón del Señor. Con ese amor y perdón, también nosotros podremos amar y perdonar.

Bendecid, orad y amad a vuestros enemigos

Primero, Religión Digital

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