El purgatorio es una gozada

  1. Todos los difuntos son Todos los Santos.

    Estos dos días: los Santos y Difuntos en realidad son una única fiesta, o son como las dos caras de la misma moneda: una única y hermosa celebración de memoria y futuro, de recuerdo y esperanza.

Le oí decir a algún obispo que, puesto que hay infierno, hay condenados.

Y si hay condenados, ¿para qué vamos a orar por ellos?

Mejor pensemos que todos morimos en la misericordia de Dios. Mejor pensar que el “juez” es JesuCristo y mejor pensar que cuando el Señor hace justicia, nos ama más. De Ti procede el perdón y así infundes respeto, (Salmo 129).

ABRAZO

  1. Esa muchedumbre inmensa lavada con la sangre de Cristo.

    La muerte es el gran enigma de la vida y se convierte en una -la- gran pesadumbre de la vida.

En la tribulación la vida y de la muerte pongamos nuestra confianza en Dios. El transcurrir humano, con todas nuestras tribulaciones, se serena desde la misericordia de Dios que nos ha acogido por amor.

Probablemente tengamos ya en la vida la experiencia de que, cuando un problema nos turba y da mil vueltas nuestra cabeza, “sentarse” y poner nuestra “·gran tribulación” en manos de Dios serena nuestra situación, hemos sido lavados y reconciliados en la sangre de Cristo.

Tal es nuestro descanso, nuestra bienaventuranza, en el fondo nuestra paz.

  1. ¿Y el purgatorio?

Cuando en la historia de la Iglesia y de la teología se separaron el pensamiento de la purificación del pensamiento del encuentro con Dios y con Jesucristo se creó un “inmenso campo de concentración y torturas” y los símbolos (el fuego) se interpretaron como descripciones objetivas, como si se tratara de un lugar geográficamente localizable.

Pero no pensemos así.

Cristo nos espera y su encuentro es la purificación y el Espíritu es el fuego.

En la muerte, el hombre se sitúa fuera del tiempo terrestre; su purificación no se mide por horas ni por días, sino por la gracia del Señor… ¡Feliz purgatorio! La purificación está en el encuentro con Cristo

El Padre nos tapará la boca como al hijo pródigo y entraremos en la fiesta, porque había que celebrar una fiesta, una bienaventuranza.

Después de esta vida, Dios mismo será nuestro lugar. (San Agustín)

  1. Fiesta de esperanza: de bienaventuranza: Comunión de los santos

    Al mismo tiempo que recordamos, Todos los Santos es fiesta de gran esperanza, porque nos anuncia nuestro futuro, el futuro absoluto. Hacia Ti, morada santa, solemos cantar.

    Y es una fiesta de esperanza porque no caemos en el vacío absoluto, en la nada. Nos aguardan, nos esperan.

La comunión de los santos es esa memoria común en la que recordamos y nos recuerdan desde el cielo. Es hermoso pensar, ¡vivir!, que nuestros padres, hermanos, familiares, amigos y “enemigos”  se acuerdan de nosotros y nos esperan en el cielo. Se acuerdan de nosotros de un modo más amable y profundo que en esta vida.

    Estas cosas así pensadas y vividas son fuente de bienaventuranza y de serena paz.

    Seréis bienaventurados.

  1. La Eucaristía es memorial y esperanza

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección...

En la Eucaristía recordamos a Cristo: su redención, su perdón, al mismo tiempo que esperamos una conclusión feliz de la historia. El recuerdo es salvífico y el futuro realizador.

Estad alegres y contentos,

porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

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