sabor a Evangelio

luz

  1. Sal y luz: sabor y color de la vida.

         El evangelio de hoy es la conclusión de las bienaventuranzas, (Mt 5), que no leímos el pasado domingo por coincidir con la Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo.

Las dos lecturas de hoy ensamblan dos símbolos: la sal y la luz. Vosotros sois la sal y la luz.

  1. Sal

         La sal conserva los alimentos además de dar sabor a la comida. La sal es un símbolo de cierta viveza: sabor y saber en la vida.

(Saber) Sabiduría no es lo mismo que ciencia: Se puede tener conocimientos y carreras universitarias, pero no saber vivir ni saborear la vida. Cuántas personas no tienen ciencia, pero saben vivir, tienen sabiduría y

         Los cristianos, la comunidad eclesial es sal de la tierra: Vosotros sois la sal de la tierra.

         Cristiano es quien tiene y transmite el buen sabor de Cristo. No quien transmite órdenes, sino quien transmite la bondad de Cristo.

         Escuchábamos al profeta Isaías en la primera lectura:

Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo, y no te cierres a tu propia carne. Entonces romperá tu luz.

La sal ¿se ha vuelto insípida?

         Llevamos unos años en los que la iglesia jerárquica –sobre todo un gran sector de la jerarquía hispana- dice poco, transmite escaso sentido cristiano. Anda atosigada con media docena de cuestiones morales, que no son centrales ni mucho menos al cristianismo: la propiedad del patrimonio eclesiástico, la fecundación in vitro, la homosexualidad, la cuestión de género, peregrinaciones, etc.

         ¿Dónde ha quedado el contenido y el sabor del Evangelio de JesuCristo?

         ¿Dónde han quedado las bienaventuranzas, el amor?

Dónde han quedado el: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo, y no te cierres en ti mismo

  1. Luz

     El símbolo de la luz está muy presente en la Biblia (y en la vida). La luz es el principio de la creación de la vida (Gn 1,3). El pueblo que vivía en tinieblas, vio una gran luz, (Mt 4,16). Yo soy la luz (Jn 8,12; 9,5).

Solemos emplear el símbolo de la luz en los momentos más importantes de la vida: las madres “dais a luz”. Cuando morimos, alguien nos deseará y pedirá a Dios Padre que nos “conceda la luz eterna”. En situaciones difíciles: no vemos la luz, la salida. A veces nos encontramos con personas que “no tiene luces” o a nosotros mismos nos “faltan las luces” por debilidad, cansancios, etc.

         Como cristianos nos acercamos a quien es la Luz para que Él ilumine nuestra vida y nosotros transmitamos, reflejemos un poco de luz. Los cristianos somos como Juan Bautista, no somos la luz: Cristo es la luz.

  1. Todos hemos de iluminar y ser sal en la vida.

         La vida nos llama a ser luz: como padres de familia que ilumináis la vida de vuestros hijos; a veces como compañeros y amigos que no ayudamos, nos “iluminamos”: “quien encuentra un amigo encuentra un tesoro”, dice la Biblia, aunque no hace falta que lo dijera. En una comunidad religiosa es importante la luz y el sabor que proyectamos y dejamos, (hay quien todo lo ve negro y de sabor amargo; también se puede encender una vela y hacer un poco de luz). La responsabilidad de un profesor, de un maestro es grande a la hora de iluminar, de enseñar más con su testimonio que con su ciencia. Los psicólogos, los médicos iluminan también la vida, los problemas de las personas: un buen consejo, enseñar a vivir, etc. Los presbíteros, los catequistas tenemos una responsabilidad de transmitir la luz de Cristo

         Otras profesiones también iluminan (a veces no sé si ciegan) la vida de los demás: periodistas, científicos, incluso políticos

  1. alumbre así vuestra luz.

Lo eclesial y lo eclesiástico en nuestro momento diocesano.

         Dado el momento y la situación de nuestra diócesis. Necesitamos luz, sal, paz, calma, interioridad. ¿O es que no se quieren ver las cosas?

La luz y la sal no están en la doctrina teórica, ni en disciplina eclesiástica, menos en el uso del poder despótico, (1Ped 5,1-4).

La luz cristiana está en el corazón compasivo y misericordioso

         ¿Cuándo alumbra la luz del evangelio, cuándo transmitimos esa luz? La respuesta la encontramos en la primera lectura de hoy del profeta Isaías:

Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía."

Volver arriba