EVANGELIO VIVO

domingo 2 de junio, Fiesta de la ascensión del Señor,

Ascensión-Jesús

Hoy, domingo 2 de junio, Fiesta de la ascensión del Señor,

Leemos el evangelio de San Juan 24, 46-53

Comentado por el P. Patxi Loidi.

46 Entonces Jesús Resucitado dijo a sus discípulos: Esto es lo que está en las Escrituras: que el Mesías debía padecer; que resucitaría de entre los muertos al tercer día; 47 y que se predicaría en su nombre la conversión, para el perdón de los pecados, a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. 48 Ustedes son testigos de estas cosas. Y añadió: 49 Voy a enviarles el don prometido por mi Padre. Permanezcan en la ciudad hasta que sean revestidos de poder de lo alto. Dicho esto, 50 los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo.51 Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.52 Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran alegría.53 Y estaban continuamente en el Templo bendiciendo a Dios.

PALABRA DEL SEÑOR

COMENTARIO

Queridas amigas y amigos de Evangelio Vivo: Les envió un saludo cordial en esta gran fiesta de la Ascensión del Señor.

¿Qué significa la Ascensión? Es la culminación de la Resurrección. Los demás evangelios no hacen distinción entre uno y otro acontecimiento. Lucas los separa pedagógicamente.  La liturgia sigue esta separación; y así celebramos la fiesta de la Ascensión a los cuarenta días de la Resurrección; y diez días después, la venida del Espíritu Santo.

Todo el evangelio de Lucas es un anuncio alegre de la universalidad de la salvación que nos trae Jesús. El pasaje de hoy, que está dentro de la aparición de Jesús a su grupo más cercano, subraya esa universalidad, hablando del anuncio, la conversión y el perdón de los pecados a todas las naciones. Y confirma a sus discípulas y discípulos como testigos suyos.

Hay una diferencia notable respecto de Marcos y Mateo. En estos dos evangelios, las amigas y amigos de Jesús reciben la orden de volver a Galilea, mientras que en Lucas se les manda que permanezcan en Jerusalén, como podemos ver hoy. En el fondo ambas indicaciones apuntan en la misma dirección: el envío misionero. Volver a Galilea, donde empezó la misión de Jesús, significa tomar de nuevo esa misión y continuarla. Y el texto de hoy, que les manda permanecer en Jerusalén, les promete que recibirán en la Ciudad Santa la fuerza Espíritu Santo, para lanzarse a la misión universal.

La referencia a la Escritura significa que la muerte en cruz de Jesús, tan incomprensible para aquellas mujeres y hombres y para nosotras, entra, junto con la resurrección dentro del plan salvador de Dios. La postración ante Jesús indica que tanto discípulas como discípulos ya habían llegado a la fe en Él. Y la alusión a que estaban continuamente en el templo nos muestra la primitiva comunidad en oración y en ansiosa espera del Espíritu, tal como lo describirán los Hechos de los Apóstoles. Todo ello envuelto en las bendiciones de Dios y en la alegría que caracteriza al evangelio de Lucas.

Ojalá leamos este evangelio con el mismo aliento con que está escrito. Con alegría, por la maravillosa obra de Dios; con esperanza viva en la salvación universal; con el alma misionera que produce contagio, incluso en estos oscuros tiempos de increencia.

PLEGARIA

Nos queda el fuego

Se fue, se fue Jesús.

Se fue sin que pudiéramos atarlo.

Nos hizo la visita.

Explicó la Escritura.

Y antes de darnos cuenta,

se marchó, se esfumó.

Y nos quedamos con la boca abierta

mirando el horizonte,

en espera de hallarlo entre las nubes.

¿Por qué esa urgencia, mi Señor?

¿Por qué te fuiste tan de prisa,

sin darnos tiempo a dibujar tu rostro

y guardarlo en un marco de oro?

Viniste a levantar de la basura

a parias y excluidas.

Sembraste tu semilla en nuestra tierra

y te marchaste.

Crecerá sola, nos gritaste,

al montarte en la nube.

Y nos dejaste la tarea inmensa

de proseguir tu causa,

como si fuera un juego para niños…

Pero nos queda el fuego.

¿No nos dijiste que querías incendiar la tierra?

Pues mándanos tu fuego,

que devore en su hoguera las fuerzas de la muerte,

que destruyen la tierra.

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