Comunidad Jesús Solidario EVANGELIO VIVO

DOMINGO 31° DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

Amigas y amigos de Evangelio Vivo:

No cabe duda de que la figura de Zaqueo

tiene un encanto especial por todos los lados;

por su curiosidad, por la audacia de Jesús de invitarse

y por las decisiones de Zaqueo, que transforman su vida.

Es el modelo que ofrece Lucas a cristianos y cristianas pudientes.

Ojalá asimilemos la generosidad y desprendimiento de Zaqueo,

que nos lleva, como a él, al amor agradecido al Señor

y a la verdadera conversión cristiana

Evangelio vivo
Evangelio vivo Patxi Loidi

Hoy, domingo 3 de noviembreleemos el evangelio de San Lucas 19,1-10

Comentado por el Hermano Patxi Loidi, Presbítero.

1 Entró Jesús en Jericó y cruzaba la ciudad.2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico.3 Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura.4 Se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verle, pues iba a pasar por allí.5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.»6 Se apresuró a bajar y lo recibió con alegría.7 Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.»8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más.»9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abrahán,10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»

PALABRA DEL SEÑOR

COMENTARIO

Amigas y amigos. El evangelio nos propone hoy la figura de Zaqueo, como modelo para cristianos y cristianas ricas. Cuando se escribió este pasaje, hacia el año 85, ya había en las comunidades gente pudiente. Es fuerte lo que promete este publicano convertido: devolver cuatro veces más a quienes ha robado y dar la mitad de sus bienes a personas de escasos recursos.  Frente a la exigencia de desprenderse de todos los bienes a favor de la gente empobrecida, aparece esta otra exigencia más accesible, aunque siempre costosa. ¿La tomamos en serio, como está escrita, o la interpretamos como un consejillo más? En este mundo opulento y terrible, de gente súper-millonaria junto a miserables que se mueren de hambre diariamente a miles, ¿qué será lo que nos pide el Señor?

Y ¿por qué pudo hacerlo Zaqueo? Porque recibió y acogió el amor. Nadie se casa con un pobretón si no lo ama; con un ricachón podría ocurrir. Pues bien: eso es lo que nos pide Jesús: acercarnos a la gente pobre y repartirles inteligentemente una parte importante de nuestros bienes. Sólo alguien que se ha enamorado lo puede hacer. Y Zaqueo –una persona a quien nadie quería- sintió el amor de Jesús cuando este  se auto invitó a su casa. Experimentó su acogida, su misericordia, su perdón y la rehabilitación total. Y se enamoró de Jesús. Con ese amor fue capaz de lo imposible. Después el Señor remachó aquel enamoramiento con dos frases lapidarias:

  • Hoy ha entrado la salvación a esta casa.
  • ûTambién este hombre es hijo de Abraham.

¿Cuándo había escuchado un publicano semejantes palabras? Los fariseos y los escribas les negaban el pan y el agua, la salvación y la vida. Se escandalizaban de que Jesús los acogiera. En este mismo pasaje vemos a la gente murmurar contra Jesús por ir a hospedarse a casa de un pecador. Zaqueo se vio transportado a otro mundo. Era el nuevo nacimiento ofrecido por Jesús a Nicodemo. A partir de ahí, tomó aquella decisión, que hoy nos parece imposible.

Impresionante historia de un hombre rico aunque pequeño, que no tuvo vergüenza de subirse a un árbol para ver a Jesús, por pura curiosidad. Recibió la recompensa sin mérito alguno. Un gran modelo, que nos invita a enamorarnos primero de Jesús, para hacer después cualquier sacrificio por seguirle y proseguir su causa.

PLEGARIA

Hogar bendecido

Batiste en poco tiempo,

Zaqueo, nuestro nuevo hermano convertido,

varias plusmarcas, que nosotros

con años y constancia conseguimos.

Eras pequeño de estatura,

pero pudiste ver de cerca a nuestro Amigo.

Cuánto habías robado ¿quién lo sabe?;

y robaste también el cielo a Cristo.

Amasabas dinero sin escrúpulos,

amabas las monedas con delirio,

pero fuiste capaz de despegarte de ellas

y transformarte en evangelio vivo.

Pecador público, por todo el mundo rechazado,

escuchaste mensajes de valor infinito,

que cambiaron el rumbo de tu vida.

En solo una jornada saliste del abismo,

Subiste altasmontañas

y superaste precipicios.

Hoy te miramos asombrados

por tu salto al vacío,

que rellenó tu copa hasta los bordes.

Y sentimos envidia del elogio divino

que refrendó tu nuevo nacimiento:

que Abraham te acogía como uno de sus hijos;

y que la salvación de Dios

convertía tu casa en un hogar bendito.

Volver arriba