Comunidad Jesús Solidario Evangelio vivo

DOMINGO 29º DEL TIEMPO ORDINARIO

Amigas y amigos de Evangelio Vivo:

Hoy leemos la comparación del juez injusto

con Dios: comparación extraña, puesto que Dios

no tiene nada que ver con un juez injusto; pero eficaz

para mostrarnos que hemos de ser constantes en la oración.

Así le damos tiempo a Dios para transformarnos y hacernos capaces

de recibir los dones de Dios. Ojalá entendamos bien a Jesús

 y él nos convenza. Feliz domingo.

¿NO HARÁ DIOS JUSTICIA A SUS ELEGIDOS,

QUE CLAMAN A ÉL DÍA Y NOCHE?

EVANGELIO VIVO - 2019-10-16T164725.583
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PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

1 Para inculcarles que es preciso orar siempre sin desanimarse, Jesús les propuso la siguiente parábola. 2 Había en una ciudad un juez que no tenía reverencia a Dios ni respeto a los seres humanos. 3 Había en la misma ciudad una viuda, que acudía a él y le decía una y otra vez: ¡Hazme justicia contra mi enemigo! 4 Durante mucho tiempo el juez se negó a hacerle caso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, 5 esta viuda me causa tantas molestias, que le voy a hacer justicia, para que deje de una vez de molestarme.'

6 Y el Señor añadió: Observen lo que dice el juez injusto. Y Dios ¿acaso no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche? ¿Los hará esperar? Les aseguro que les hará justicia muy pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?”

PALABRA DEL SEÑOR

COMENTARIO

Amigas y amigos: A primera vista, parece que Jesús compara a Dios con un juez injusto. Pero tengamos en cuenta que se trata de una parábola. Dios no tiene nada que ver con el juez injusto. La parábola es una invitación a ser constantes en la oración. Para hacerse entender, Jesús utiliza cualquier comparación por extraña que sea.

El Señor quiere que oremos sin cesar: esta es la cuestión. Se trata de orar con constancia, aunque nos parezca que no sacamos nada. Siempre sacamos mucho de la oración. Dios nos escucha siempre, nos concede sus dones continuamente, nos salva todos los días.

Tampoco se trata de que Dios se haga de rogar un día y otro, como si estuviera muy ocupado o no nos oyera, por hallarse muy lejos y muy arriba, sentado en su trono. Somos nosotras quienes necesitamos orar con constancia, incluso a gritos, para recibir los dones de Dios. Orando un día y otro, nos vamos transformando. Así nos capacitamos para recibir y aprovechar los grandes dones que Dios tiene preparados para darnos. El no necesita nuestra constancia. Somos nosotras quienes necesitamos orar muchas veces sin cansarnos, para transformarnos y así poder recibir sus dones. Esta es la gran lección de hoy.

De pasada, hay otra sugerencia que nos da que pensar: una viuda pobre que pide justicia y no le escuchan. ¡Cuánta gente, en nuestra sociedad, está pidiendo justicia y los jueces del mundo no le hacen caso!

 ¡Cuánta gente hundida en la miseria por el desinterés de magistrados corruptos! Demasiada gente maltratada por unas estructuras injustas y por la crueldad de quienes dominan el sistema.

Frente a estas realidades tremendas, el Señor nos pide fe. Necesitamos fe para orar con constancia y luchar por la justicia, en este mundo destrozado por una avaricia sin límites. Los pobres son corderos entre lobos. ¡Todas las personas somos corderos entre lobos! Pero la fe nos pone en movimiento y hace posible lo que humanamente es imposible: abrir caminos hacia un futuro nuevo.

PLEGARIA

Inventos de su misericordia

¡Qué extraña tu comparación, Señor!

¡Ponerle a Dios en paralelo

con un juez sin justicia y sin entrañas!

Nos hablas de una tierra que ha olvidado el alma;

de gobernantes que han perdido el corazón.

Ay, nuestra gente pobre,

en manos de árbitros corruptos,

gritando en balde día y noche sus derechos.

¿A dónde se ha escapado la justicia?

¿Se habrá perdido entre montones de oro

en los despachos de los dueños de la tierra?

Y nos invitas a clamar con insistencia,

hasta que el cielo se fatigue de escuchar nuestros chillidos

y nos otorgue lo que le pedimos.

¿Será Dios como un sátrapa dormido,

que se levanta de su siesta

a base de gritarle sin descanso,

y finalmente nos concede sus favores,

para que le dejemos reposar en paz?

¡Ay, lo que inventa tu misericordia,

para enseñarnos la constancia en la oración!

Como si Dios nos viera con desdén.

Como si le importáramos un rábano.

Mientras que, con amor de madre,

Él nos ha preparado sus regalos.

Y solo espera que nosotros preparemos

un corazón capaz de recibirlos.

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