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DOMINGO  33° DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

Lc 21,5-19.- QUE NADIE OS ENGAÑE: EL FIN NO ES INMEDIATO NI CERCANO

 

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EvangelioVivo Hno.PatxiLoidi

Hoy, 17 de noviembre, domingo 33 TO, leemos el evangelio de San Lucas 21, 5-19, comentado por el Hermano Patxi Loidi, Presbítero.

5 Como algunos hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: 6 «De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.»7 Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?»8 Él dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: `Yo soy' y `el tiempo está cerca'. No les sigáis.9 Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas; pero el fin no es inmediato.»10 Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.11 Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo.12 «Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre;13 esto os sucederá para que deis testimonio.14 Proponeos, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa,15 porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría que todos vuestros adversarios no podrán resistir ni contradecir.16 Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros.17 Todos os odiarán por causa de mi nombre.18 Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

PALABRA DEL SEÑOR

COMENTARIO

Amigas y amigos. Este pasaje combina tres puntos: el fin del mundo, la destrucción de Jerusalén y las persecuciones contra los cristianos. Los anuncios que hizo Jesús están redactados después que ocurrieron los hechos. Hemos indicado varias veces que nuestra cronología no tiene interés para los escritores de Dios. Ejemplos, la destrucción de Jerusalén por obra de los Romanos; las primeras persecuciones contra los cristianos, por parte de los Romanos y de los Judíos, alguna de ellas muy cruel.

Nosotros no nos vamos a detener en lo referente al fin del mundo, que aquella sociedad creía muy cercano. Hoy sabemos de sobra que no está cerca. Los terribles párrafos que aluden a ese final son aparentemente iguales a los que traen Mt y Mc, cosa comprensible, porque Mt y Lc los copian de Mc. Pero Lc tiene un  detalle que lo hace diferente. Mc y Mt sólo dicen que todavía no es el final; mientras que Lc va más lejos y dice expresamente: El fin no es inmediato, frase que hemos subrayado deliberadamente en el texto (V. 9). Con esta frase retrasa el fin del mundo indefinidamente. Lc deja lejana e indeterminada la fecha del fin del mundo.

Aquella sociedad esperaba el final próximamente, de un año para otro. De esta expectativa participaban los primeros cristianos y el mismo Pablo (1Ts 4,15.17); y la identificaban con la Segunda Venida de Jesús. Cuando ocurrió la destrucción de Jerusalén, a los Judíos les pareció tan horroroso –sobre todo la destrucción del templo de Dios- que pensaron que era el fin del mundo. Pero no fue así y esa expectativa empezó a diluirse poco a poco. Como hemos visto, Lucas la descarta por completo.

Esto tiene gran importancia para nuestra época, porque los Testigos de Jehová y otros grupos han anunciado unas cuantas veces el fin del mundo. Ya es hora de no utilizar el  miedo para ganar adeptos. La fe no nace del miedo, sino de Jesucristo, y por lo tanto, del amor y misericordia de Dios hacia nosotros.  Este punto lo deja bien claro el texto de hoy –como también lo hacen Mc y Mt- con el aviso crítico de no hacer caso a los que proclaman la aparición de salvadores. Sólo tenemos un salvador y un mediador, Jesucristo, que ya vino, ha resucitado, está con nosotros y nos envía a proseguir su causa. Y para las cuestiones sociales y políticas, nos empuja a organizarnos y actuar sin esperar a que él resuelva los problemas. Esto también es importante decirlo en tiempos de rumores milagreros como los nuestros, tiempos de mucha credulidad y menos fe. Hoy se habla de milagros por todas partes; prodigios raros que no tienen nada que ver con los del evangelio. Es hora de desenmascarar esta religiosidad vacía.

Jesús Resucitado no resuelve el hambre, ni la dictadura, ni la crisis financiera producida por un inconmensurable latrocinio global, ni la incalculable corrupción de muchas de nuestras sociedades: quede esto claro. Pero no es menos cierto que nos da luz y energía interior, con toda su potencia, para luchar por un mundo más humano y justo. Para ello necesitamos organizarnos. Contra una situación tan poderosa, no se puede luchar individualmente. Así que los mesías salvadores de esta terrible situación somos hoy nosotros mismos. Los milagros son un estorbo para la movilización de la gente, porque los que haya, sólo resuelven casos particulares; y la gente, en vez de luchar, se queda pasiva esperando más milagros. El evangelio de hoy está cargado de sentido crítico. Cuanto más profunda sea nuestra fe, tanto más críticos seremos, y menos crédulos, y más activos. Así es el evangelio de Jesús.

PLEGARIA

Sueños y realidades

¡Qué felices aquellos años,

cuando salíamos a manifestaciones

cantando los cantares de ilusión!

Y llevábamos flores mezcladas con los cantos,

para obsequiar a los espectadores.

¡Qué tiempos tan gloriosos, aquellas largas marchas!

Se parecían a los tiempos de san Pablo,

que esperaban, Señor, tu inminente regreso.

Él mismo ¿no soñaba que lo hallarías vivo?

Y nosotras ¿acaso no salíamos

con el motor de la esperanza,

olfateando por dónde llegarías,

disfrazado, y cargando

con la transformación que todos deseábamos?

Sí, la victoria de los pobres

y, con ellos, de todos.

¡Éramos generosos con nuestros adversarios!

¡Éstábamos felices!

Mas tampoco esos sueños se hicieron realidad.

Se cayeron al suelo nuestras casas de naipes.

Las fuerzas del desorden se empinaron,

arquearon coléricos sus cejas.

Nos machacaron con desgracias económicas,

dejando en las cunetas al pobre sin remedio.

Y en las laderas de cunetas,

a la sufrida clase media,

al pequeño empresario

y al estudiante que nació

del millonario sacrificio de sus padres…

para que todos fueran a parar

a la misma cuneta.

Y nosotros pensando, cavilando

que en la revolución de las estrellas

sin sangre ni violencias

vendrías disfrazado, arengando a los nuestros.

Ay…

¿Cuándo vendrás, Jesús?

¿Cuándo nos mandarás un preludio del reino?

¿Tendremos que esperar hasta que el Mal se aburra,

como el juez sin escrúpulos de tu dura parábola?

¿Tendremos que aguantar hasta que nos regalen

la paz sietemesina,

para que los dejemos tranquilos con sus robos?

¿Tendremos que sufrir y más sufrir

como la pobre viuda?

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