"La mirada de la Ascención del Señor ilumina toda nuestra esperanza" Ascensión del Señor: puente, de lo temporal a lo eterno

Ascensión
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"El gran miedo ante la muerte y el término de lo temporal queda superado en Cristo Resucitado, que asciende victorioso a los cielos"

"El sufrimiento vivido por no dejarse corromper ante la vanidad que termina y, que muchas veces esclaviza, hace asomar esa esperanza de luz en el Cristo Resucitado "

La mirada de la Ascención del Señor ilumina toda nuestra esperanza.

La rica experiencia testimonial de los discípulos con su Maestro impulsa el anuncio kerigmatico.

La fuerza del anuncio se recibe de una experiencia viva de Jesús, que actúa el Espíritu Santo en el discípulo o creyente de Jesús.

Al Maestro que se le ha seguido por las diferentes ciudades y poblados, en la palabra escuchada y la mirada contemplativa de tantos signos que anuncia que él es el Mesías, confesado por Pedro, ante la pregunta: Quién dicen ustedes que soy Yo?

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Así lo declara Jesús ante la pregunta de los discípulos enviados por Juan el Bautista : eres tú el Mesías o debemos esperar otro?

La respuesta es categórica: los muertos resucitan, los ciegos ven, los cojos andan y a los pobres se les anuncia el Reino de Dios.

El gran miedo ante la muerte y el término de lo temporal queda superado en Cristo Resucitado, que asciende victorioso a los cielos.

Dice Jesús : me ha sido dado todo poder en la tierra y el cielo. El es el Señor que ha estado 40 días después de su resurrección compartiendo esa vida trascendente, ya resucitado, comiendo y conversando con los elegidos, quienes serán enviados por la fuerza del Espíritu Santo a anunciar la buena nueva del evangelio.

La vanidad de los temporal, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia del mundo es superada desde una apertura a la voluntad de Dios para caminar en su espíritu hacia lo verdadero de la vida y de la santidad, así nos recuerda San Juan en sus cartas.

El sufrimiento vivido por no dejarse corromper ante la vanidad que termina y, que muchas veces esclaviza, hace asomar esa esperanza de luz en el Cristo Resucitado que sube victorioso a los cielos.

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Abrámonos a la vida que obra el Espíritu Santo en nosotros y, con ese ánimo lleno de esperanza, vivamos con desprendimiento y desapego el paso de lo temporal a lo trascendente, para vivir con mayor libertad nuestra cotidianidad, con la alegría que sabe ser libre de esclavitudes temporales efímeras.

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