"Cuando se da lo que se tiene para vivir se garantiza la vida" Compartir desde lo que se tiene para vivir

Compartir
Compartir

"La providencia de Dios sostiene y bendice a la comunidad que sabe extender el pan de dos para que sea para tres. Hay que estirar para que alcancen más"

"la comunidad cristiana es espacio para compartir por excelencia y, más cuando las necesidades de los demás exigen la compasión de un mayor amor"

"Este tiempo de pandemia por el Covid ha hecho presente, en el mundo y en la iglesia, esta situación de extender para más lo que se había considerado para menos personas"

La enseñanza de Jesús en el compartir parte de algo esencial y, que es como a Dios le agrada, y desde ahí bendice: dar desde lo que se tiene para vivir. Cuando se da lo que se tiene para vivir se garantiza la vida. Esa es la sabiduría del vivir de Cristo y vivir en Cristo en los hermanos.

Entendemos este dar desde lo que se tiene para vivir en aquello que el mismo Jesús dice a sus discípulos: no hay amor más grande que el que da la vida…

La comunicación de vida que Jesús nos transmite parte desde un desprendimiento, movido por una compasión, que es expresión de un amor más grande, cuando la necesidad del otro supera la propia necesidad personal y se hace capaz de desprenderse para compartir.

Así en la primera lectura del primer libro de los reyes de este domingo, vemos como ante una situación de falta de lluvia en el país y por lo tanto de falta de granos para la harina y de aceite, esta mujer viuda que está sola con su hijo y, que ella es la única garantía de provisión para su hijo, le llega en ese momento, de querer prepara su último pan para comer con hijo y luego disponerse a morir porque ya no hay más para seguir alimentando la vida, el profeta Elías, que es portador de la misión de Dios, y la mujer ante las palabras de Elías es capaz de creer y confiar en Dios, compartiendo ese pan que es para dos para que sea para tres.

Compartir

La providencia de Dios sostiene y bendice a la comunidad que sabe extender el pan de dos para que sea para tres. Hay que estirar para que alcancen más. Unos buenos padres así hacen con sus hijos, estiran para que alcancen más.

Esta experiencia de compartir lo que se posee para que no pasen necesidad los otros miembros necesitados de la comunidad se refleja en el texto de los Hechos de los Apóstoles 4,32-37.

Jesús es capaz de dar su vida para que nosotros tengamos vida, Él se sacrifica y, aunque muere, resucita, y resucitando nos sigue dando una vida más plena.

Entendemos que la comunidad cristiana es espacio para compartir por excelencia y, más cuando las necesidades de los demás exigen la compasión de un mayor amor que sabe renunciar al egoísmo para rescatar al que lo necesita más.

La comunidad cristiana siempre encontrará espacios de oportunidad para compartir y, eso es parte del ser e identidad de la comunidad cristiana.

En una situación de crisis por la falta de lluvia y cuando lo que se acaba es la despensa, viene un momento de súplica del hombre de Dios, quien huye por la persecución que sufre, cumpliendo la voluntad de Dios, y con hambre, encuentra a una viuda pobre, cuyas esperanzas están menguando porque le queda un poco de harina y un poco de aceite para comer con su hijo y después morir. En medio de una realidad de crisis, recibe la súplica del hombre de Dios que le pide extender un pedazo de pan a sus manos para mitigar el hambre y necesidad de alimento que tiene. La mujer se resiste en un inicio, pero se abre a la esperanza que el profeta le promete; si es generosa en ese momento de aprieto, Dios hará que no le falte ni el pan ni el aceite.

Compartir

La mujer cree y se arriesga con esperanza, buscando atender con compasión a un profeta que lleva días de camino y le desgarra el hambre.

Nosotros como comunidad cristiana nos encontraremos continuamente con esos escenarios apremiantes de compasión. Y estamos invitados a ver qué aún lo poco se puede extender para que alcance para más.

Cuantos padres de familia, les toca muchas veces extender para más, lo que habían considerado en un principio para menos. Este tiempo de pandemia por el Covid ha hecho presente, en el mundo y en la iglesia, esta situación de extender para más lo que se había considerado para menos personas.

La comunidad cristiana, está llamada desde los mismos signos de la multiplicación de los panes, que aún con lo poco podemos hacer mucho; y que lo que considerábamos para pocos puede ser para muchos más.

La primera lectura del Libro de los Reyes y el Evangelio de Marcos de este domingo 32 del tiempo ordinario, nos invitan a dirigir la mirada hacia la viuda.

La mujer viuda normalmente se queda desprotegida de quien le garantizaba el sustento, que era el esposo. Ante una situación de vulnerabilidad de la viuda hay las siguientes consideraciones:

La capacidad de la mujer viuda de poder compartir tanto su pan con el profeta (primera lectura) como sus únicos bienes para las cosas de Dios(evangelio).
Deja ver la bondad de la viuda en lo poco que le queda y, como Dios la socorrerá a través del verdadero hombre de Dios que hará con su súplica, que no se le acabe en los días de su vida ni la harina ni el aceite;
Jesús condena la rapacidad de los escribas, que como buitres, se echan encima de los bienes de las viudas sin tener nada de compasión, ni importarles que dejan sin protección a quien ya está vulnerable, esto lo condena Jesús de una forma tajante.

Viuda de Sarepta

¿Qué aprendemos de estos pasajes?

No perder de vista que siempre en situaciones apremiantes de desprotección y angustia por hambre, sed, injusticia, soledad, abandono… hay necesidad de compartir, dando, para que aumente o se mantenga el bien en quien lo necesita , y no quitando lo poco que queda;
No abusar de la bondad de los débiles ante su situación de vulnerabilidad;
La generosidad de no tener miedo a desprendernos aún desde lo poco que podemos compartir pero que brota del corazón y eso es lo que Dios ve.

Jesús como el profeta Elías, son conscientes de quién da lo poco que tiene para vivir y, que al darlo con amor desprendido, Dios les garantizará el bien que necesitan para vivir. Esta imagen de Jesús y Elías contrasta con la de los escribas que con voracidad se echan encima de los bienes de las viudas sin importarles si les dejan desprotegidas.

En conclusión, la liturgia de la palabra nos invita a superar la actitud superflua de dar lo que nos sobra, porque nos limita en ese criterio, a qué si no nos sobra, no damos, aun cuando tenemos, y eso revela un necesario desprendimiento, a la manera de la viuda que comparte pan con el profeta Elías en lo poco que le queda para vivir y luego pensar en morir y, de la viuda del evangelio que da sus moneditas que tiene para vivir. En el desprendimiento que tienen de lo poco para vivir se revela algo esencial al momento de compartir: poner la confianza en Dios, cuando una situación nos pide desprendimiento para compartir y rescatar al que lo necesita.

Jesús y la viuda

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Volver arriba