LOS CRISTIANOS EN ESPAÑA

* La Iglesia ya no está en la primera línea de producción de la cultura.Hoy ya no somos los únicos que producen cultura, ni los primeros, ni  los más escuchados.

* Me estoy refiriendo a aspectos básicos y esenciales, definidores del cristianismo. ‘El cimiento de la Iglesia es la fe. La fe, la confianza, la valentía’ (Card. Martini), el fiarse, en el seguimiento de Jesús en la propia vida.

*’El reto más grande al que la Iglesia se enfrenta hoy es el abismo entre la fe y la vida’ (Card. Tobin). Este reto se afronta con la propia vida del creyente.

* Yo insistiría, como primer paso, en la necesidad de aceptar la realidad. Aquí radica el verdadero problema y la explicación de todo.

*¿Por qué nuestros obispos y otros líderes religiosos viven en la permanente añoranza de un mundo ya desaparecido?

* Se refiere, sin duda, a los efectos y consecuencias de la tan denostada secularización (pero enormemente positiva) frente al que, una vez más, no se supo reaccionar de otro modo que con la defensiva a ciegas.

* La Iglesia crece por persuasión y no la hay más eficaz que el propio testimonio de vida.

Hace unos días, Diego S. Garrocho tuvo el acierto de suscitar, desde las páginas del diario ‘El Mundo’ (¿Dónde están los cristianos?), una oportuna reflexión sobre el particular. En ella han participado otras voces (Quintana, Torralba) con expresión de matices, precisiones y sugerencias varias. Deseo sumarme a estas voces. Y quiero hacerlo mediante el ofrecimiento, a quien tenga interés al respecto, de algunas cuestiones, que estimo como de inevitable tratamiento, aunque, por supuesto, no sean las únicas.

La primera está en relación con un hecho incuestionable, aunque, generalmente, olvidado y/o silenciado: la Iglesia ya no está en la primera línea de producción de la cultura. Aquel tiempo, “donde la Iglesia era la única referencia de la cultura, (…) ha pasado”” (1).  ¿Por qué tanto miedo (2) a la realidad? ¿Acaso cuesta abandonar la posición  de poder? Si es así, y parece que lo es, se está cometiendo un grave error, que es urgente superar.

Lo subrayó, como he dicho, el papa Francisco a propósito de la pastoral en las grandes ciudades e insistió en la misma idea en su mensaje navideño de  2019 a la Curia romana: “Pero ya no estamos en esa época. Ha pasado. No estamos en la cristiandad, ya no. Hoy ya no somos los únicos que producen cultura, ni los primeros, ni los más escuchados” (Ibidem).

A partir de tan acertado diagnóstico, si, como sugirió el cardenal Martini, “no se sacude” y se enfrenta con “valentía”,  la Iglesia, como tal,  seguirá equivocando el camino. Es obvio que me estoy refiriendo a aspectos básicos y esenciales, definidores del cristianismo, no puramente circunstanciales, instrumentales y secundarios, aunque también deben ser tenidos muy en cuenta. “El cimiento de la Iglesia es la fe. La fe, la confianza, la valentía” (Card. Martini), el fiarse, en el seguimiento de Jesús en la propia vida. Si se falla en esto, que constituye la esencia misma del cristianismo, ¿qué cultura vamos a generar o cómo vamos a hacernos presente, con eficacia, en la sociedad actual? ¿Qué se va a transmitir?

No me extraña, en absoluto, que, con clarividencia e iluminación, se haya dicho que “el reto más grande al que la Iglesia se enfrenta hoy es el abismo entre la fe y la vida” (3). Lo dijo, en 2017, Joseph Tobin, cardenal arzobispo de Newark. Este reto no se afronta con la presencia doctrinal (interpretación e ideología) de unos cuantos intelectuales cristianos, si los hay. Este reto se afronta con la propia vida del creyente, con  el cambio interior, con profundas transformaciones, con conversión personal, con testimonio de vida, como ya impulsaba el card. Neuwan en su tiempo. El mismo Francisco es consciente de la situación existente y, en consecuencia, se viene esforzando, por activa y por pasiva, en la denuncia de diferentes manifestaciones de la vida concreta de los cristianos, o de los pastores, a todos los niveles, que no responden a las exigencias de Jesús (modelo y ejemplaridad). ¿Dónde están los cristianos?  Prefiero que cada cual se atreva con la respuesta.

En cualquier caso, yo insistiría, como primer paso, en la necesidad de aceptar la realidad. ¿Dónde están los cristianos? ¡Ah, pero existen verdaderos cristianos, que se hagan visibles en la sociedad por su modo de vida!  Aquí radica el verdadero problema y la explicación de todo. ¿Por qué no se sigue el camino que marca Francisco? ¿Por qué nuestros obispos y otros líderes religiosos viven en la permanente añoranza de un mundo ya desaparecido? Insisto: “No estamos ya en un régimen de cristianismo porque la fe —especialmente en Europa, pero incluso en gran parte de Occidente— ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común; de hecho, frecuentemente es incluso negada, burlada, marginada y ridiculizada” (Ibidem).

En realidad,  ya hace tiempo que tal percepción era evidente para Benedicto XVI (4), quien, al proclamar en 2011 el Año de la fe, escribió: “Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas”. Se refiere, sin duda, a los efectos y consecuencias de la tan denostada secularización (pero enormemente positiva) frente al que, una vez más, no se supo reaccionar de otro modo que con la defensiva a ciegas.

¡Ahí esta la realidad de la situación! También en la católica España, guste o no.Hay regiones del mundo que  (…); y hay otras en las que el Evangelio ha echado raíces durante mucho tiempo, dando lugar una verdadera tradición cristiana, pero en las que en los últimos siglos —con dinámicas complejas— el proceso de secularización ha producido una grave crisis del sentido de la fe cristiana y de la pertenencia a la Iglesia” (5).

En medio de tanto entusiasmo por evangelizar el gobierno de los pueblos, tengo la impresión cierta que se olvida algo esencial, en lo que han insistido Benedicto XVI y Francisco, a saber: la Iglesia crece por persuasión y no la hay más eficaz que el propio testimonio de vida (6).

NOTAS Y REFERENCIAS

1.Cfr. http://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/november/documents/papa-francesco_20141127_pastorale-grandi-citta.htm;

<https://www.religiondigital.org/corresponsal_en_el_vaticano_hernan_reyes_alcaide/FranciscoMediterraneo-convertido-cementerio-demasiados-curia-martini-reforma-iglesia-vaticano-papa_7_2188051179.html>.

  1. <https://www.farodiroma.it/el-papa-recuerda-las-palabras-del-cardenal-martini-la-iglesia-se-ha-quedado-doscientos-anos-atras/>.
  2. <http://www.periodistadigital.com/religion/america/2017/01/10/religion-iglesia-eeuu-arzobispo-de-newark-cardenal-joseph-tobin-la-iglesia-no-es-ni-un-club-de-elites-ni-un-contenedor-estatico-de-la-verdad.shtml>.
  3. <http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/motu_proprio/documents/hf_ben-xvi_motu-proprio_20111011_porta-fidei.html>. (n. 2).
  4. Benedicto XVI, Homilía, 28 junio 2010, en <http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2010/documents/hf_ben-xvi_hom_20100628_vespri-pietro-paolo.html>.
  5. Cfr. Delgado del Río, G.,Creemos o no en el Evangelio,en <https://www.religiondigital.org/libertad_en_todo-_gregorio_delgado/CREEMOS-EVANGELIO_7_2280741914.html>.

(Continuará)                                                          Gregorio Delgado del Río

Volver arriba